Continuar produciendo residuos nucleares altamente radiactivos y perdurables por miles y miles de años, sin tener definición acerca de qué se hará con ellos, es uno de los signos más concluyentes que la humanidad, más que inconsciente, es irresponsable.
por Juan Vernieri
Alemania, y varios países más, se han percatado de lo negativo de esta forma de producir energía y han resuelto abandonarla, en cambio, Japón no escarmienta.
Los únicos artefactos atómicos, utilizados en guerra, estallaron sobre Japón. Hace poco más de diez años, en Fukushima, el país sufrió un gran terremoto y tsunami, que ocasionó un desastre nuclear de proporciones.
Pocos tienen presente que a Fukushima le precedieron, en Japón, varios accidentes nucleares, algunos debido a movimientos sísmicos. No es extraño que terremotos sean causa de estos accidentes, todo el archipiélago japonés sufre movimientos telúricos.
En la localidad de Tokaimura, a 140 kilómetros de Tokio, se produjeron dos accidentes nucleares de importancia en los años 1977 y 1999. La gravedad de ambos y los efectos que tuvieron sobre las personas, los convirtieron en parte de la lista de los accidentes nucleares más graves de la historia.
El 11 de marzo de 1977 la planta de procesamiento nuclear de residuos de la estatal Corporación de Desarrollo Nuclear (DONEN), hizo sonar el sistema de alarmas. Se estaba incendiando la planta. Los operarios esparcieron agua en el techo logrando así apagar el fuego. Transcurridos varios minutos se procedió a desalojar a los trabajadores alrededor de la zona. Sin embargo, ya se habían expuesto a ciertos niveles de radiactividad. En menos de 24 horas, en la misma zona donde se había producido el incendio, ocurrió una explosión que desprendió gran parte de los muros de la tabiquería del edificio, rompió 29 ventanas y produjo humo blanco. A pesar de que las autoridades conocían esta fuga radiactiva, no notificaron a los habitantes ese mismo día. Las cuarenta y cuatro sirenas de la ciudad, comenzaron a sonar, alarmando a los ciudadanos al día siguiente. Los ejecutivos de Donen no consideraron favorable alertar a la población en horas de la noche, alegando que hubiera causado pánico.
El 30 de septiembre de 1999 un segundo grave accidente en Tokaimura. Un terrible error de operación, en una instalación dedicada a procesar combustible, provoca una reacción nuclear incontrolada que amenazó durante 20 horas desarrollar un nuevo proceso de fisión y esparcirse por el resto de la planta. En la operación de emergencia participaron 27 hombres capacitados que se vieron expuestos a la radiación. Muchos de los gases radiactivos y yodo, se desparramaron en la atmósfera. Las consecuencias del terrible error humano, expuso a operarios a niveles de radiación 15.000 veces superiores a los admisibles. Como consecuencia inmediata murieron dos trabajadores. El accidente propagó sus efectos al exterior, los habitantes de 39 edificios tuvieron que ser evacuados rápidamente. Se les permitió regresar a sus hogares transcurridos unos días. La gravedad del accidente movilizó a las más altas autoridades del gobierno japonés y llevó a la suspensión definitiva de las actividades de la planta. Seis ejecutivos y otros empleados de la compañía responsable fueron arrestados bajo los cargos de negligencia, que ocasionó la muerte de personas. Como resultado de investigaciones posteriores se concluyó que la empresa no contaba con las medidas de seguridad necesarias para poder seguir operando. Las instalaciones de la planta de Tokaimura fueron desmanteladas entre los años 2005 y 2006.
En 1981, cerca de 45 trabajadores quedaron expuestos a la fuga de agua radiactiva durante maniobras de reparación de la planta Tsurunga. La filtración también contaminó el lecho marino de una bahía pesquera cercana.
La central de Mihama fue escenario de varios incidentes. En febrero de 1991 se rompió una tubería en un generador de vapor y se filtraron 55 toneladas de agua radiactiva y el 9 de noviembre de 2003 se produjo un escape de refrigerante primario con material radiactivo. El 10 de agosto de 2004 se produjo el accidente más grave hasta ese momento de la historia nuclear de Japón, el cuarto incidente de este tipo en 25 años. Se escapó vapor en la zona de turbinas que permiten refrigerar el agua del reactor. Once trabajadores, que realizaban inspección de rutina, quedaron expuestos al chorro de vapor de una temperatura superior a los 200 grados. Cuatro fallecieron en el acto y los restantes en poco tiempo. Un responsable aseguró que el escape no era radiactivo.
Casi en simultáneo, la central nuclear de Shimane sufrió un incendio que no provocó víctimas ni escape de radiación, pero contribuyó a alimentar la preocupación de los japoneses. Grupos ecologistas denuncian y reclaman por la carencia de un control exhaustivo de las empresas privadas que se encargan de explotar la energía atómica.
La central nuclear de Higashidori no ha generado electricidad desde el cierre nuclear nacional de 2011 a raíz del desastre de Fukushima Daiichi. En la solicitud de permiso para construir el reactor No. 1 en 1996, la empresa informó que no había fallas geológicas activas bajo las instalaciones de la planta. El 20 de diciembre de 2012, un panel de la Autoridad Reguladora Nuclear (ARN) determinó que dos fallas debajo de la planta nuclear eran geológicamente activas. Kunihiko Shimazaki, comisionado de la ARN y jefe del panel, dijo que el argumento, que las fallas no estuvieran activas, era totalmente inaceptable. Los expertos advirtieron además actividad en otras ocho fallas próximas a la planta.
A mediados de la pasada década hubo averías derivadas de terremotos en varias plantas nucleares. Es imposible pronosticar terremotos, pero se conoce muy bien dónde pueden suceder. La región de Tokai, al sur de Tokio, es donde la presunción es mayor. Justo allí, sobre la confluencia de tres placas tectónicas se encuentra la planta Hamaoka, con cinco reactores. Es una de las peores zonas sísmicas del planeta y se espera un sismo por lo menos de nivel 8 en los próximos 30 años. La población está tan compenetrada del riesgo, que al futuro terremoto le han puesto nombre: "el gran Tokai". Tokio ha acogido ya varias marchas antinucleares con miles de jóvenes que exigen el cierre de planta de Hamaoka, sin embargo, parece que las autoridades, las compañías de servicios públicos, ni los reguladores del sector nuclear, comprenden los posibles cataclismos que acechan bajo el terreno. Todo el archipiélago es sísmico, todas las centrales niponas están en riesgo.
Ante esta realidad, es insólito que Japón, en el 2018, aprobara el V Plan Estratégico de Energía que establece el objetivo que la energía nuclear represente entre un 20 % y un 22 % del mix energético para 2030. Japón no escarmienta ¿es inconsciente? O ¿sus autoridades son irresponsables? La población japonesa (y del mundo) se plantea pregunta crucial: ¿hay derecho a poner en peligro el futuro, el porvenir de descendientes, desarrollando una tecnología potencialmente tan peligrosa y de forma permanente?
Algún día, no muy lejano, las autoridades terminarán por desestimar las presiones de la industria nuclear y se convencerán:
LA ENERGÍA NUCLEAR NO ES ACONSEJABLE. Deseamos se convenzan antes de alguna otra calamidad. NO A NUEVOS REACTORES NUCLEARES EN ARGENTINA Y CIERRE PROGRESIVO DE LOS ACTUALES.
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