La Cueva de las Manos, situada en la provincia sureña argentina de Santa Cruz, es uno de los lugares de arte rupestre más espectaculares del mundo. Durante miles de años, sus pobladores plasmaron en las paredes no sólo el contorno de sus dedos, sino también las siluetas de los animales con los que convivían a diario, entre ellos el mayor carnívoro de la región: el puma.
por Javier Castro Bugarín
Este felino solitario, con capacidad de cubrir miles de hectáreas de territorio, continúa a día de hoy campando por los rincones de la Patagonia, en donde juega un rol ecológico “clave” por el control que ejerce sobre las poblaciones de herbívoros locales, principalmente del guanaco, una especie de llama salvaje.
Sin embargo, la presencia del puma todavía despierta suspicacias en los ganaderos ovinos de la zona, una circunstancia que la fundación Rewilding Argentina pretende revertir a través de un proyecto que busca transformar, en colaboración con las autoridades provinciales, la imagen negativa de estos animales en una oportunidad de crecimiento económico, gracias al “ecoturismo”.
“En esta región de Santa Cruz, nadie ve al puma como algo que pueda ser positivo, pero si vos empezás a desarrollar actividades de ecoturismo, basadas en la observación de fauna, empezará a haber un sector de la sociedad cuya economía dependa de que estas especies estén presentes”, cuenta Sebastián Di Martino, biólogo y director de conservación de Rewilding Argentina, en una entrevista a EFEverde con motivo del Día Internacional del Puma, que se celebra este 30 de agosto.
El proyecto Patagonia
En su dimensión meramente paisajística, el noroeste de Santa Cruz es una de las zonas más bellas de Argentina, compuesta por la cordillera de los Andes al oeste y por una extensa meseta de estepa patagónica, la del lago Buenos Aires, al este.
Esta enorme meseta está plagada de “cañadones gigantescos”, como el del río Pinturas, en donde antiguamente desaguaban dos grandes glaciares que terminaron por derretirse, dando forma al Parque Nacional Patagonia, uno de los hábitats preferidos por los pumas.
“Es una zona de mucho contraste, de sectores muy húmedos al oeste, con bosques, a estepas muy áridas más hacia el este; desde mesetas de altura, con un relieve prácticamente llano, hacia el este, con unos cañadones muy profundos, la verdad que muy espectaculares”, relata Di Martino.
Desde principios de 2019, Di Martino y el resto de miembros de Rewilding Argentina trabajan en esta región con el puma en el marco del “Proyecto Patagonia”, que consiste en la regeneración del Parque Nacional Patagonia con la reintroducción de las especies que le son propias.
Uno de los principales lugares de trabajo de la fundación está ubicado precisamente en el Cañadón Pinturas, caracterizado por imponentes paredes de roca de hasta 300 metros de altura y en donde, por desgracia, muchas especies han desaparecido o visto reducida su población de forma considerable.
De hecho, un ejemplo claro de esto es el puma, una especie “clave” por su rol ecológico dentro del ecosistema y cuyo número descendió en “cientos” durante los últimos años.
Relación conflictiva con los ganaderos
Detrás de esta realidad está la conflictiva relación entre el animal y los habitantes de esta región de Santa Cruz, que ven al gran felino como “algo malo o, de última, como algo neutro”, especialmente los ganaderos ovinos.
Según Di Martino, la “forma de control” del puma se basa en “matanzas indiscriminadas” y en la distribución de “venenos prohibidos”, como el furadán, que no sólo matan al puma sino que terminan por envenenar a muchas otras especies e incluso son un peligro para las propias personas.
Esto puede crear, además, un problema aún mayor: a veces, los ganaderos matan al “puma bueno”, que es aquel que se alimenta tan sólo de animales silvestres, y dejan un espacio libre para ser ocupado por un “puma malo”.
“Si matas un puma, por ejemplo, un macho adulto territorial, que no te está causando problemas, ese lugar capaz lo ocupan un montón de juveniles (…). Los que más causan problemas, en general, son los animales jóvenes, que son los más inexpertos para cazar y entonces buscan la presa fácil: la oveja”, argumenta Di Martino.
En ese sentido, el biólogo defiende que “hay muchas formas para convivir con el puma y que deje de ser un problema”, principalmente a través del entrenamiento de perros pastores, que son capaces de ahuyentar con sus ladridos no sólo a pumas sino también a zorros o perros salvajes.
Porque, ¿qué ocurriría si este enorme carnívoro, el puma, desapareciera del ecosistema? Pues un desastre ecológico: la población de guanacos se descontrolaría, negando el alimento a otras especies que dependen de su depredación, como el cóndor, y se causaría un gran daño al suelo por el que pastan las ovejas.
“Si no estuviera el rol del depredador, el guanaco estaría en números abundantísimos pastoreando en todos los lugares. Eso dañaría el suelo, haría que hubiese menos vegetación y la captación de carbono, que contribuye al efecto invernadero, sería mucho menor”, explica el biólogo de Rewilding.
Crear historias con los pumas
Para evitar una situación semejante, desde la fundación llevan un año y medio trabajando con ahínco para cambiar la percepción social en torno al puma, valiéndose de historias de individuos particulares con las que “crear empatía” hacia la especie.
De este modo, la organización sigue los pasos y las vidas de nueve felinos actualmente, ataviados todos ellos con un collar GPS que permite monitorizar sus movimientos y saber cuándo y qué comen.
“El 90 % de las presas son guanacos, a veces comen algún caballo cimarrón o algún choique, y creo que fueron dos o tres oportunidades que registramos que comieron ovejas”, reconoce Di Martino, agregando que estas investigaciones tienen también el propósito de contar “historias lindas”.
De forma simultánea, Rewilding Argentina está comenzando a preparar a jóvenes locales para tareas de avistamiento de fauna como el puma, una evidente “oportunidad de empleo” en la región, además de trabajar con los ganaderos, a quienes hay que reconocerles “que existe un daño, pero que ese daño hay que tratarlo de forma razonable y no indiscriminada”.
A este respecto, Di Martino aprecia avances en la relación de los habitantes de Santa Cruz con los pumas desde que arrancó el proyecto, y no sólo de los ganaderos, sino también de cada vez más personas cuyo interés por el felino va en aumento.
“Cuando nosotros empezamos a trabajar acá, casi que no se podía poner una foto de un puma en las redes sociales nuestras. Hoy eso es algo normal y la gente empieza a conocer a los animales, los nombra… Se va generando una empatía y se puede empezar a contar que se puede convivir con la especie”, subraya el biólogo argentino.
En cualquier caso, todavía quedan varios años por delante, alrededor de diez, para que Rewilding Argentina dé por concluido su “Proyecto Patagonia”, algo que culminará con la generación de un parque capaz de garantizar su conservación a largo plazo.
El turismo ecológico será clave en este sentido, beneficiándose de un territorio que tenga a todas sus especies “clave” presentes y creando economías locales “que necesiten de una naturaleza bien conservada”.
“Lo que nosotros queremos es que los ganaderos aprendan nuevas formas de manejo del ganado o control de los depredadores, que sean racionales; queremos que haya un sector de la sociedad que vea al puma como una oportunidad y que entonces sean los que defiendan al puma, y queremos una sociedad informada y que reconozca el valor de esta especie en el medioambiente”, concluye Di Martino.
Fuente:
Javier Castro Bugarín, El puma, un felino “clave” pero incomprendido de la Patagonia argentina, 30 agosto 2020, EFEverde. Consultado 1 septiembre 2020.
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