viernes, 21 de agosto de 2020

Podcast sobre el Impacto Ambiental del Proyecto Amarillo Grande


El proyecto megaminero uranífero Amarillo Grande de la minera canadiense Blue Sky Uranium se encuentra actualmente en fase de exploración avanzada, pero muy pronto (posiblemente en 2021) la primera mina del proyecto comenzará a operar. Este proyecto perjudicará gravemente la vida de las comunidades que habitan el territorio de Río Negro, y comprometerá sobre todo a las futuras generaciones.

El proyecto Amarillo grande es enorme en su extensión: abarca una superficie superior a las 250.000 hectáreas a lo largo de un corredor de 145 km de longitud y 15 kilómetros de ancho. Esta extensión equivale a todo el Alto Valle del río Negro, una de las zonas productivas más importantes de la Patagonia.

El proyecto comprende tres propiedades mineras. En sentido noroeste sudeste estas propiedades se ubican del siguiente modo: Santa Bárbara, de 30.000 hectáreas, está a unos 60 o 70 kilómetros al sur del Alto Valle del río Negro, a la altura de Villa Regina; Anit, de 24.000 hectáreas, que comprende el importante yacimiento paleontológico bajo de Santa Rosa, situado a unos 100 km al sudoeste de Lamarque; e Ivana, de casi 200.000 hectáreas, que comprende las lagunas Tres Picos e Indio Muerto, a unos 25 km al norte de Valcheta, en la Línea Sur rionegrina. Esta última mina Ivana es la que comenzará a operar en 2021 y cerrará, si la producción no se discontinua, en 2034.

¿Por qué a los megamineros canadienses les interesa tanto venir a esta zona de Río Negro? Por una razón muy sencilla: porque la extracción será baratísima, dadas las características únicas de la mineralización de uranio que existe en la zona del proyecto.

En primer lugar, en Amarillo Grande el mineral de uranio está a unos 15 metros, prácticamente en la superficie, cuando en otros yacimientos se encuentra a mucha mayor profundidad.

En segundo lugar, en Amarillo Grande el mineral de uranio se encuentra en areniscas y rocas poco consolidadas, lo que supone una técnica de extracción barata, utilizando poca maquinaria, y sin usar explosivos.

La minería de uranio, al igual que la minería metalífera en general, demanda enormes cantidades de agua. La Evaluación Económica Preliminar presentada por la empresa Blue Sky Uranium en 2019 para Ivana, no es clara con relación al tema del agua. No dicen cuánta agua utilizarán ni de dónde la sacarán, con el argumento de que faltan estudios hidrogeológicos profundos. Dan a entender la obtendrán de perforaciones, pero está la posibilidad concreta de que la intenten sacar del arroyo Valcheta, que es la fuente de agua del pueblo.

En el área de Ivana el nivel freático está aproximadamente a unos 5 a 10 m por debajo de la superficie. Es decir que la enorme cantera que la minera abrirá en Ivana va a superar en profundidad el nivel freático, ya que esta cantera superará los 30 metros de profundidad. A la corta o a la larga, esto generará una enorme laguna artificial con una alta concentración de minerales radiactivos y metales pesados. Para peor, la mina Ivana se emplazará en una cuenca endorreica, inundable, con alta probabilidad de desbordes de canteras y relaves, sobre todo en épocas de lluvias torrenciales, como ocurrió en marzo de 2012.

La superficie que ocupará todo el emprendimiento, es decir, las canteras, las escombreras, las instalaciones, los depósitos, las piletas de relaves, etc., a juzgar por los mapas proporcionados por la empresa en su Evaluación Económica Preliminar, es de aproximadamente unas 700 hectáreas: es decir equivalente a toda el área urbana de la ciudad de Valcheta.

Como dijimos la cantera que abrirá la empresa megaminera tendrá una profundidad máxima de 30 metros, con una profundidad promedio de 20. La longitud de la megacantera será de 3000 metros por 100 y hasta 400 metros de ancho.

La operación de la mina requerirá la excavación de más de 13 mil toneladas por día de materiales. Hay dos tipos de estos materiales:

Un primer tipo son los materiales de desecho, es decir los materiales estériles o casi estériles. Al menos al inicio de las operaciones, estos materiales van a ser acumulados en un vertedero de residuos ubicados al sur de la mina, y luego directamente irán rellenando la mina a medida que la cantera se vaya excavando, o se usará para construir las celdas de relaves iniciales. Estos materiales son estériles pero, al ser extraídos, dejan expuesto el nivel uranífero, de manera que ya desde esta etapa inicial comenzará a desprenderse el gas radón y a aumentar los niveles de radiación. El gas radón y el polvillo tóxico y radioactivo comenzarán a volar y propagarse en un radio de 1000 kilómetros, sobre todo en dirección este, en dirección a Las Grutas, es decir, a toda la zona costera turística de Río Negro. Según datos oficiales el gas radón es la segunda causa muerte de cáncer de pulmón después del tabaco.

Luego está el llamado material de mineral de alimentación, que es el material con uranio en cantidad que irá a la planta de preparación y procesamiento. Se calculan unas 6300 toneladas por día de estos materiales que pueden ir a la planta o ser estoqueadas en reservas. Se calculan otras 30 millones de toneladas de este tipo de material en total. Esas 60 millones de toneladas de roca son en definitiva, lo que le quitaremos a la Pacha.

30 millones de toneladas de mineral de alimentación serán procesados en dos etapas. Una primera etapa es el Procesamiento en plantas de concentrado. Aquí se separará el material fino menor a 100 micrones que irá a la lixiviación, utilizando una gran cantidad de agua. La fracción mayor a 100 micrones, también radioactiva por supuesto, será deshidratada, almacenada y devuelta a una superficie de almacenamiento, o irá al relleno de la megacantera. Otra parte de este descarte grueso irá a formar parte de los terraplenes de los relaves. Insistimos, todos estos materiales, por más descartables que sean para la industria, son altamente tóxicos en altas concentraciones y radioactivos.

En una segunda fase, la solución acuosa conteniendo la fracción fina del material mineralizado será bombeada a la planta de lixiviado. Allí, a través de un circuito de filtrado y lixiviado alcalino que utilizará carbonato de sodio y bicarbonato, se disolverá el uranio y el vanadio, los que luego serán separados por precipitación química diferencial.

Las colas de relaves de este circuito de lixiviado alcalino, es decir, lo que quedará del mineral de alimentación una vez que el uranio y vanadio haya sido quitado, será bombeado a una Instalación de manejo de relaves donde estos productos se asentarán liberando agua. Por supuesto, estos relaves son altamente tóxicos y también emiten radiación. Instalación de manejo de relaves es el eufemismo que la industria megaminera ha encontrado para no utilizar los términos basurero, inodoro, pozo ciego, tacho de basura, etc.

El primero de estos enormes inodoros a donde van a ir a parar todas estas porquerías de desecho, será una enorme pileta cuadrada de 500 metros de lado, rodeada de terraplenes de unos 10 m de altura, también construidos con material de desecho, tóxicos y radioactivos. Las partes internas de esos terraplenes, es decir las que dan hacia el estanque, tendrán una baja permeabilidad, según informa la empresa en su evaluación económica preliminar. Baja permeabilidad son las palabras que han encontrado para decir que los terraplenes no serán impermeables y que habrá filtraciones. De hecho, todo ese megainodoro estará rodeado de zanjas para el drenaje de esas filtraciones.

Este inodoro gigantesco de 500 metros de lado, contendrá las colas de relave correspondientes a los tres primeros años. A partir del cuarto año, este gigantesco pozo ciego de desechos tóxicos y radioactivos se ampliará unos 500 metros hacia el norte, llegando hasta unos 500 m de la Laguna Tres Picos y ocupando una superficie final de 100 hectáreas. Imaginemos por un momento lo que representa esto: un enorme cerro cuadrado de 1000 metros de lado unos 10 m de altura relleno de materiales tóxicos y radioactivos y tapado con tierra, a unos 25 kilómetros de Valcheta en un área inundable.

Una vez alcanzado ese límite, y como para no seguir aumentando escandalosamente el tamaño de esa megapileta, los nuevos relaves pasarán directamente a rellenar las canteras. Estos nuevos megainodoros, con sus terraplenes tóxicos y radioactivos y sus inmundicias tóxicas y radioactivas, se dispondrán directamente en el fondo de las canteras de la mina excavada y luego tapadas con tierra. Eso sí: los genios de los empresarios megamineros revegetarán la superficie del cerro cuadrado de 1000 metros de lado y la superficie de las canteras rellenadas con materiales tóxicos y radioactivos. Suponiendo que allí podría crecer algo.

En definitiva: a los rionegrinos y sobre todo a los habitantes de la línea sur se nos presenta un escenario dramático: una mina de uranio a cielo abierto de 3000 metros de longitud, 400 metros de ancho y 30 metros de profundidad, que supera el nivel freático, rellena de relaves y desechos tóxicos y radioactivos y luego tapada con tierra, a pocos metros de una enorme montaña cuadrada de 1000 metros de lado de 10 metros de altura, rellena de relaves tóxicos, en un área inundable. Todo a 25 kilómetros de Valcheta.

La megaminería en general requiere de enormes cantidades de agua y el proyecto Amarillo Grande no es la excepción. ¿De dónde sacarán el agua necesaria para la mina de Valcheta? De acuerdo con la evaluación económica preliminar, el agua provendrá de pozos de bombeo en el sitio, a razón de 8 o 9 litros por segundo, si bien la empresa reconoce que son necesarios más estudios hidrológicos sobre el área.

Estos empresarios megamineros dicen que el agua subterránea en el sitio en el que se instalará la mina Ivana, es salina y abundante, no potable para humanos y animales, pero sí adecuada para operaciones de procesamiento de minerales. Igualmente, dice la evaluación económica preliminar, las aguas subterráneas tienen altos niveles de sólidos como uranio, vanadio, aluminio, zinc y arsénico, y tiene una capacidad limitada para el riego. Aun cuando la propia empresa reconoce que son necesarios más estudios hidrológicos sobre el área, la misma ya ha decidido declarar el agua subterránea del Bajo de Valcheta como agua de sacrificio para la minería. Dicho sea de paso, de los varios técnicos que escribieron esa evaluación económica preliminar solo dos estuvieron en la zona, y por poco tiempo.

¿Por qué tanto interés en destacar que el agua subterránea del Bajo de Valcheta no sirve para nada excepto para la minería? Después de todo, a estos empresarios megamineros cualquier agua les viene bien. Sin duda se trata de una estrategia para convencernos de que no habrá conflicto con otras actividades productivas por el uso del agua, porque, según ellos, el agua del bajo de Valcheta no sirve para nada excepto para la minería. Por supuesto, eso no es así, ya que muchos pobladores de la zona utilizan el agua subterránea para la ganadería.

De todas formas, está claro que el agua de las perforaciones no les alcanzará, y que tarde o temprano, como sospechamos, irán por el agua del arroyo Valcheta. Para la empresa es un negocio redondo: la evaluación económica preliminar encargada por la empresa enfatiza que el área de Valcheta es «pobre y subdesarrollada con baja densidad de población» por lo que deberá «negociar» el uso de la superficie con los propietarios («ganaderos que viven en ranchos aislados»). ¿Negocio para quién o quiénes? No para los pobladores precisamente.

Recordemos que, según su misma página oficial, el objetivo de la Blue Sky Uranium es proporcionar retornos excepcionales a los accionistas, mediante el avance rápido de una cartera de proyectos de uranio-vanadio con una producción a bajo costo y a corto plazo. No es dar trabajo, no es producir desarrollo, ni siquiera es abastecer las necesidades de uranio de las centrales nucleares argentinas en funcionamiento: es dar ganancias extraordinarias a los accionistas. Por último ¿Realmente piensa el pueblo de Valcheta y de Río Negro que puede obtenerse algo bueno de la asociación con una empresa así?

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