Algunas
de ellas ni siquiera aparecieron por décadas en los mapas oficiales.
De otras, supuestamente ya abandonadas, nunca se supo ni siquiera el
nombre.
por
Lioman Lima
Desde
hace casi un siglo, en lo más remoto de las estepas, los bosques o
los nortes helados de Rusia, la vida humana ha tomado formas
insospechadas.
Allí,
en medio de la nada, donde ni siquiera han llegado campesinos
nómadas, existen ciudades enteras a las que pocos tienen acceso:
enormes complejos militares en forma de poblaciones que el Kremlin
diseñó en su carrera atómica con Estados Unidos.
En
la época socialista, las llamaban "ciudades nucleares",
"cerradas" o "secretas" y eran los centros
estratégicos más importantes de la industria militar y atómica
soviética.
Más
de tres décadas después del fin de la URSS su objetivo y razón de
existir parece no haber cambiado mucho.
"Rusia,
como Estados Unidos, está interesada en modernizar su arsenal
nuclear y por tanto, estas ciudades siguen siendo clave para sus
investigaciones y desarrollo", cuenta a BBC Mundo Matthew Bunn,
analista de política nuclear y energética de la Universidad de
Harvard.
En
los últimos días, estos sitios, que ya casi nadie recuerda ni
siquiera en Rusia, han vuelto a ser noticia y nada tiene que ver con
los secretos atómicos que se guardan allí.
Algunas
de las ciudades secretas rusas se han vuelto preocupantes focos del
coronavirus en Rusia, el país que hasta hace unas semanas aseguraba
tener controlada la pandemia y que ya ocupa el octavo lugar con más
muertos y contagios a nivel global.
Según
informó Rosatom, la agencia nuclear del gobierno ruso que
actualmente administra muchas de estas ciudades, las autoridades
necesitaron enviar cargamentos de respiradores y equipos de
protección a tres de ellas donde la situación con el covid-19 se ha
vuelto compleja.
"Esta
pandemia crea una amenaza directa para nuestras ciudades nucleares.
La situación en Sarov, Elektrostal y Desnogorsk es hoy
particularmente alarmante", admitió el jefe de Rosatom, Alexei
Likhachev.
Hace
solo unos días, la agencia nuclear rusa había reconocido que siete
de sus empleados en el Instituto de Investigación Científica de
Física Experimental de Sarov (el lugar donde Rusia creó su primera
bomba atómica) habían sido diagnosticados con coronavirus.
Y,
según expertos consultados por BBC Mundo, la admisión oficial de
Rusia de la situación crítica en estas ciudades se vuelve
preocupante, no solo por la eventual falta de infraestructura médica
para hacer frente a un brote, sino por su potencial impacto en las
operaciones nucleares de Rusia.
"Allí
se están diseñando armas nucleares, se están armando armas
nucleares, se está procesando material nuclear. Lo que pasa en estas
ciudades no es solo importante para Rusia", opina Bunn.
¿Cuál
es la situación del coronavirus en Rusia?
Aunque
en inicio el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que la
pandemia estaba controlada y que el número de casos era muy
reducido, las cosas cambiaron drásticamente en las últimas dos
semanas.
Y
en los últimos días ha ido a peor: solo este fin de semana el país
reportó más de 10.000 nuevos contagios en 24 horas.
Hasta
este 4 de mayo, Rusia había reportado cerca de 150.000 casos
confirmados y casi 1.400 muertes, lo que lo convierte en el séptimo
país más afectado en el mundo.
Moscú
se ha vuelto el epicentro de la pandemia e incluso el primer
ministro, Mijaíl Mishustin, anunció la pasada semana que había
dado positivo al virus.
Sin
embargo, según cuenta a BBC Mundo el servicio ruso de la BBC, nuevos
focos se han comenzado a registrar en otras zonas remotas, como
Belokamenka (noroeste) o Yakutia, donde incluso se registraron
protestas de trabajadores por supuestos encubrimientos de los focos.
Putin,
que en un inicio envió un avión militar de ayuda médica a Estados
Unidos admitió que su país tenía escasez de equipos de protección
personal críticos para los trabajadores de la salud y advirtió que
lo peor de la pandemia estaba aún por venir.
"Tenemos
en frente una nueva etapa, quizás la más intensa de la lucha contra
la epidemia. Los riesgos de infectarse están al más alto nivel y la
amenaza, el peligro mortal del virus, persiste", dijo.
Las
autoridades de Rusia, donde se cree que ya millones de personas
perdieron el empleo, decidieron esta semana extender las medidas de
confinamiento hasta el 11 de mayo.
Las
ciudades de la Guerra Fría
A
inicios de la Guerra Fría, cuando todo sugería que el armamento
nuclear iba a ser la vara con la que se medirían el poder y los
tiempos, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética comenzaron su
carrera frenética para desarrollar armas atómicas.
"Fue
en este contexto en el que la URSS decide construir estos centros
para el desarrollo de armas atómicas", cuenta a BBC Mundo Frank
N. von Hippel, codirector del Programa de Ciencia y Seguridad Global
de la Universidad de Princeton.
"Y
lógicamente, eligió lugares que no solo le permitieran mantener el
secreto de lo que se hacía ahí, sino que también estuvieran lejos
de potenciales bombardeos de los enemigos", señala.
No
se sabe a ciencia cierta cuántas ciudades secretas construyó el
Kremlin en la época soviética, pero se cree que las que quedan
actualmente rondan las 40.
Gran
parte de ellas son administradas directamente por el Ministerio de
Defensa Ruso, aunque otras están bajo el control de Rosatom.
"Son
lugares de muy difícil acceso y se localizaron en lugares muy
remotos. Generalmente están conectadas por una única autopistas con
un único acceso custodiado, en el que tienes que enseñar pases para
entrar o salir", cuenta von Hippel, que visitó algunas a
finales de la década de 1990.
De
acuerdo con el físico de Princeton, quien fue director asistente de
seguridad nacional de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa
Blanca, la vida en las ciudades gira en torno a sus centros de
investigación nuclear.
"La
mayoría de las personas que la habitan son científicos o militares
y sus familias, así como el personal de servicios. La mayoría de
las personas vive en edificios. Solo la alta jefatura reside en
viviendas individuales", recuerda.
Von
Hippel señala que si no fuera por el encierro y la seguridad, la
mayoría parece funcionar como cualquier pequeña población y dadas
sus ubicaciones (ya sea en lo profundo de los Montes Urales o en la
remota Siberia) muchas cuentas con vigorosos paisajes como telón de
fondo.
Muchos
de quienes viven ahí, según el experto, se han acostumbrado tanto a
la vida dentro de estas comunidades que no se imaginan de vuelta en
las caóticas ciudades de Rusia (incluso aunque residan en algunas
como la famosa Ciudad 40 -ahora llamada Ozersk- donde los niveles de
radiación de pasadas pruebas nucleares se han convertido en un
peligro para sus residentes).
Y
aunque algunas se han abierto a la inversión extranjera, ni siquiera
ciudadanos rusos pueden entrar a la mayoría de ellas sin contar con
una autorización. Y los que trabajan en los centros atómicos deben
firmar acuerdos de confidencialidad de por vida.
"En
algunas de ellas hay incluso prohibiciones de visitar ciudades
cercanas, por lo que se vuelven prácticamente comunidades cerradas",
indica Bunn.
Ciudades
en el misterio
Aunque
se conocía de ellas únicamente por informes de inteligencia, la
existencia de las ciudades secretas rusas comenzó a hacerse público
poco antes del inicio del fin de la era soviética.
Antes
de eso, ni aparecían en los mapas y ni sus habitantes eran contados
en los censos: una vez que se mudaban allí, a esa realidad paralela,
al servicio del poder atómico soviético, dejaban de existir
oficialmente para todas las estadísticas.
"El
nombre de muchas de estas ciudades en ocasiones solo hacía
referencia a un buzón de correo que se colocaba en otras ciudades
cercanas y era la comunicación más frecuente con el mundo
exterior", recuerda Bunn.
El
experto, que dirigió un estudio secreto para el gobierno de Clinton
sobre la seguridad de los materiales nucleares en Rusia, recuerda que
durante la década de los 90 algunas de estas ciudades fueron
abandonadas, cuando sus proyectos dejaron de ser relevantes para el
nuevo gobierno ruso.
La
mayor parte, sin embargo, aunque siguieron funcionando habitualmente,
perdieron la importancia y la gloria que habían tenido en otros
tiempos… hasta que llegó Vladimir Putin al poder.
"Tras
el fin de la Unión Soviética muchas de las estructuras cayeron en
desuso, pero en los últimos años el gobierno ruso ha invertido
mucho dinero en modernizarlas y continuar la producción de armas
nucleares allí", cuenta a BBC Mundo Bunn, el analista de
política nuclear y energética de la Universidad de Harvard.
El
pasado año, un misterioso accidente en la ciudad de Sarov, una de
las más importantes de las que aún funcionan, conllevó a la muerte
de cinco científicos nucleares.
Con
los días el gobierno ruso reconoció que los expertos trabajaban en
la prueba de nuevas armas, al parecer algunas de las que Putin ha
anunciado repetidamente en los últimos años y que según el
Kremlin, tienen un potencial nunca visto.
Ahora
Sarov, construida cerca de un monasterio centenario, se ha vuelto el
principal foco de coronavirus en las ciudades cerradas de Rusia.
Según
Rosatom, una pareja de jubilados que regresaron de unas vacaciones
desde Moscú llevaron hasta allí el virus.
Ni
siquiera el encierro casi obligado y los permisos necesarios para
entrar al viejo reducto de la Guerra Fría pudieron impedir que la
ciudad secreta fuera invadida por un enemigo más sigiloso y
mortífero que el que han buscado combatir allí en secreto todos
estos años.
Fuente:
Lioman Lima - @liomanlima, Coronavirus en Rusia: cómo son las "ciudades secretas", los misteriosos centros de fabricación de armas nucleares que amenaza la covid-19, 5 mayo 2020, BBC Mundo.
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