Opacado
por la sombra que proyectaba su padre, Hans Albert Einstein fue un
ingeniero brillante a quien el Gobierno llamó para que ayudara al
ejército en una obra que nadie lograba diseñar y de la cual
dependían la supervivencia de ciudades como Nueva Orleans y Baton
Rouge.
En
el siglo XV, el Mississippi, famoso por su caudal y su capricho, tomó
un desvío hacia el oeste, y con el tiempo la curva que se creó
terminó por vincularse con un curso de agua paralelo. Quinientos
años más tarde, el cambio climático, del que todavía no se
hablaba pero ya existía, hizo que el río más grande y poderoso de
los Estados Unidos, que crecía y crecía, amenazara a esa altura -en
Louisiana- las ciudades que existían al sur, como Baton Rouge y
Nueva Orleans, si no se controlaba lo que se había convertido en un
canal que lo conectaba al Atchafalaya.
“Arruinaría
las refinerías, cortaría las tuberías, derribaría los puentes de
las vías férreas, cortaría el suministro de agua potable,
afectaría la distribución eléctrica”, describió Simon
Winchester en su historia de la doma del río indomable, The End of The River. “Tendría un efecto inmediato y aplastante en las
economías del país e, inevitablemente, del mundo”.
Construir
una barrera era la solución. Pero los cálculos para una represa
hidráulica se hacen muy difíciles si el río es aluvional a la vez
que cambiante. Y lo que había que desviar era mucho: el 70 % del
caudal que el Mississippi echaba al Atchafalaya debía quedarse en su
propio cauce y completar la curva, y solo el 30 % podía fluir hacia
el sur. Muchos ingenieros dejaron pasar el encargo del Gobierno de
los Estados Unidos. Pero hubo uno que aceptó el reto: Hans A.
Einstein, el hijo de Albert Einstein.
Era
un problema que lo podía ayudar a resolver otro: la sombra de la
fama de su padre. Einstein hijo luchó la vida entera por desarrollar
una carrera como físico e ingeniero de manera independiente.
Bastaba
con que pronunciara su nombre para que le preguntaran cómo se sentía
ser el hijo de un científico tan famoso. “Habría sido
desesperante si no hubiera aprendido a reírme de la molestia, desde
la infancia. Lo que hacía a mi padre extraordinario, creo, era la
tenacidad con la que se dedicaba a algunos problemas, aun luego de
toparse con una solución errada. Siempre volvía a intentarlo, y una
vez más. Probablemente el único proyecto al que renunció fui yo.
Trató de aconsejarme, pero pronto descubrió que yo era demasiado
obstinado y que perdía su tiempo”.
Todo
el desarrollo profesional de Einstein hijo, "desde su graduación
de la escuela de ingeniería en Suiza hasta su migración a Estados
Unidos al comienzo de la guerra, estuvo relacionada con la hidráulica
y el transporte de sedimentos”, contó Winchester. “Alcanzó gran
fama y distinción en el campo, y conocía bien el Mississippi por
misiones anteriores río arriba. La Estructura de Control del Río
Antiguo, cuando finalmente se construyó, fue la creación de muchos,
pero, primus inter pares, Hans Albert Einstein fue el hombre que
decidió dónde debía ir, cómo se debía ver y cómo había que
hacerla exactamente”.
Einstein
hijo trabajaba en la Universidad de California en Berkeley cuando
comenzó a armar un grupo para comenzar esa labor de Sísifo, en
septiembre de 1955. Un año antes los proyectos antecedentes habían
cesado “a la espera de estudios más profundos”, ya que había
que resolver “graves problemas de ingeniería” como el manejo de
toneladas de limo y de fuertes corrientes.
El
equipo propuso tres estructuras separadas, cada una de ellas con los
materiales más fuertes que se conocieran en el momento. En el punto
más al sur del tramo, donde se dirimía que el Mississippi siguiera
en su cauce y no hacia el Atchafalaya, un conjunto de compuertas y
una esclusa que permitiera la navegación. Al norte, en una planicie
que se inundaba con cada crecida, una construcción de acero y
hormigón de 900 metros de largo con más de 70 bahías y compuertas
que se levantarían cuando se presentara la necesidad.
Y
la pieza crucial, llamada Low Sill: la que detendría el 70 % del
caudal del río indomable y solo permitiría que el 30 % restante
pasara al Atchafalaya. Einstein calculó que la cabecera de agua
podría superar los 10 metros y aun así la construcción debería
mantenerse firme, una cantidad inconcebible. Pero cualquier cosa era
posible cuando se trataba del río Mississippi.
La
obra resultante es “una monstruosidad que no se ha valorado lo
suficiente, de 152 metros de largo y 21 de alto, anclada de manera
invisible en la tierra roja”, describió Winchester. El cuadrado
central de gris-marrón tiene dos altas grúas idénticas, “parecidas
a las criaturas de H.G. Wells en La guerra de los mundos, de puras
piernas delgadas y enormes cabezas biseladas”. Cuando hace falta,
una persona opera cada una para levantar las “puertas de tres
secciones de hierro de 30 centímetros de espesor” que cubren 11
entradas, cada una de más de 12 metros de ancho. Desde el lecho del
río, unos metros más arriba, se elevan unos arcos de concreto que
recogen el agua; corriente abajo, otras estructuras impiden que el
agua salga de cauce y dañe los bancos del canal.
Por
encima de esa construcción monumental que Einstein hijo construyó
está la ruta estatal 15. “Los escasos automóviles y camiones que
hoy pasan sobre los diques lo hacen a gran velocidad. Rara vez
alguien se detiene, pero hay vallas para mantener a salvo a los
curiosos”, contó el autor de esta historia del Mississippi, que
incluye un capítulo sobre la obra del hijo de Einstein.
“Una
vez, hace algunos años, me detuve. Estacioné a un costado, dejé mi
vehículo y caminé por la pendiente para ver el espectáculo de la
caía del agua río abajo, el rugido de las puertas abiertas,
envuelto en grandes nubes de rocío”, siguió Winchester. Desde un
montículo observó cautivado “los millones de toneladas de agua
brava que salían del Mississippi”. Entonces una camioneta blanca
se acercó: un cuidador le advirtió que bastaba un resbalón para
ser despedazado en la caída.
Durante
la investigación de su libro solicitó permiso de visita, y un
inspector lo llevó sobre una enorme rejilla de hierro desde la que
pudo ver algo que le pareció mágico: una diferencia de más de
cinco metros de altura en el agua a uno y otro lado. “Varía, según
la estación y por capricho”, aclaró. “Y son la razón de la
existencia de todas estas criaturas monstruosas que diseñó
Einstein”.
La
obra fue construida por el ejército de los Estados Unidos y se
completó en 1963. Exactamente diez años más tarde, mientras Hans
Einstein moría, hubo una variación climática inusual en el norte
que hizo que el Mississippi causara inundaciones al bajar. Estuvo a
punto de echar abajo el Low Sill: “Presionó con tanta fuerza que
se hicieron remolinos debajo, y las paredes protectoras se
destruyeron, mientras que los cimientos de la presa resultaron
erosionados hasta parecer hechos de pañuelo de papel”. Pero la
construcción soportó esa embestida, y fue reparada. En 1986 se la
apoyó con una estructura auxiliar, de otras seis enormes compuertas.
Fuentes:
Cómo hizo el hijo de Einstein para domar al río Mississippi y salvar a una región clave en Estados Unidos, 20 mayo 2020, Infobae. Consultado 20 mayo 2020.
La obra de arte que ilustra esta entrada es The Great Flood of 1927, de Gil Cohen, representa la gran inundación del río Mississippi de 1927.
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