Para
ballenas y delfines no hay cuarentena. Aunque en el país bajó la
contaminación sonora por el aislamiento, una empresa noruega pone en
riesgo la biodiversidad marina con explosiones sísmicas para buscar
petróleo, denunció Greenpeace.
por
Juan Fune
Mientras
las regiones urbanas de todo el país mostraron un descenso inédito
de la contaminación atmosférica y sonora por el aislamiento social,
preventivo y obligatorio, el Mar Argentino está sufriendo un
bombardeo acústico de una intensidad comparable al provocado por las
bombas de Hiroshima o Nagasaki. La organización ecologista
Greenpeace denunció que la empresa noruega TGS está realizando
“exploraciones sísmicas de hidrocarburos” cerca de las costas de
Tierra del Fuego para buscar puntos en donde extraer petróleo, que
consisten en disparos de cañones submarinos, con un impacto drástico
en la biodiversidad marina, en especial en mamíferos como ballenas y
delfines.
“Es
muy paradójico que mientras las ciudades de todo el mundo
experimentan reducciones significativas de emisiones tóxicas y de la
contaminación sonora habituales, los ecosistemas marinos están
sufriendo un constante bombardeo acústico”, dijo en diálogo con
Página/12 la coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace
Andino, Luisina Vueso. “También es muy paradójico e indignante
que la prospección petrolera esté exceptuada de la cuarentena. En
un contexto de crisis climática, no se deberían estar haciendo
esfuerzos para ampliar las fronteras de la explotación, sino que se
debería redireccionar las inversiones para lograr una transición a
energías limpias”, agregó la activista.
Las
explosiones sísmicas son generadas por enormes buques que emiten
ondas sonoras mediante cañones submarinos. Estas ondas viajan hasta
el lecho del océano, rebotan y luego son captadas por sensores
remolcados detrás de los buques de exploración. Con los datos
recolectados, las empresas petroleras crean mapas detallados del
fondo submarino, que luego utilizan para determinar en dónde harán
perforaciones para extraer petróleo.
Vueso
explicó que las ondas sonoras emitidas por los buques “se
extienden a través de un área de 300 mil kilómetros cuadrados"
-una superficie equivalente a la provincia de Buenos Aires- y se
repiten “durante entre 80 y 95 por ciento de los días del mes,
durante todo el año”. “Los disparos submarinos que se realizan
en la exploración sísmica son el segundo mayor contribuyente de
ruido subacuático causado por el hombre, sólo detrás de
explosiones nucleares y de otro tipo en pruebas militares”, detalló
la activista.
La
potencia de las ondas es ocho veces más fuerte que el despegue de un
avión, y es tres veces superior a la intensidad necesaria para
romper el tímpano humano.
Greenpeace
pudo rastrear que, hasta fines de marzo, el buque “Hai Yang Shi You
760” operó en el Mar Argentino, en el trayecto que va desde la
desembocadura del Río de La Plata hasta Península Valdés. Durante
los días que corren, en tanto, hay otros dos buques activos: el
“Polar Empress” y el “Amazon Warrior”, que operan frente a la
costa este de Tierra del Fuego. Todas estas naves realizan
exploraciones para la empresa noruega TGS, que como próximo paso
iniciará tareas similares en las zonas próximas a la costa de la
provincia de Buenos Aires, según verificó la organización
ambientalista, que además destacó que se trata de una región en la
que no hay actividad petrolera activa.
“Los
ecosistemas marinos y las especies que viven en las zonas afectadas
están sufriendo un bombardeo acústico sin precedentes”, afirmó
Vueso, y apuntó que “el ruido provocado por la exploración
sísmica debe considerarse un contaminante ambiental marino grave”.
La activista recordó que, entre los efectos que provocan los
estruendos en la fauna marina, se encuentran los “cambios de
comportamiento, como por ejemplo disminución de la búsqueda de
alimento, evitación del ruido y cambios en las vocalizaciones”, y
también “el desplazamiento de hábitats importantes, sumados al
estrés, la disminución de la viabilidad y crecimiento de los huevos
en el caso de los peces y la disminución de las tasas de captura”.
“En el caso de los mamíferos que utilizan ecolocalización, como
son delfines, ballenas y orcas, puede provocar discapacidad auditiva,
lesiones masivas e incluso la muerte por ahogamiento o varamientos”,
alertó Vueso.
Al
estar dentro de la actividad petrolera -que fue declarada servicio
esencial dentro del decreto 297/20 del 19 de marzo, mediante el cual
se dictó el aislamiento social, preventivo y obligatorio-, la
exploración sísmica no es ilegal. Sin embargo, la organización
ambientalista denuncia que la realización de esta práctica es “muy
grave” por las consecuencias que trae al Mar Argentino, ya que los
bloques licitados para la potencial explotación offshore, “se
solapan con áreas que han sido identificadas como de alto valor de
conservación por su riqueza ecológica y biológica, y han sido
propuestas como Áreas Marinas Protegidas: Frente Plataforma, Rincón
y Sistema Marino del Río de la Plata”, explicó Vueso.
La
activista resaltó que, además, las pruebas sísmicas “son el
primer acercamiento de una actividad altamente destructiva para los
ecosistemas marinos y es más preocupante en un contexto de cambio
climático, donde deberíamos reducir drásticamente nuestra
dependencia de los combustibles fósiles”. La situación
excepcional que vive el mundo por la pandemia, para ella, es una
oportunidad para plantear un cambio en relación al medio ambiente:
“Nos encontramos en un punto de inflexión de la historia a nivel
global, y es momento de abandonar el modelo extractivista y de
financiarización de la naturaleza”, afirmó.
Entrada relacionada:
En plena cuarentena: Greenpeace denuncia los impactos de la exploración sísmica en el Mar Argentino
Fuente:
Juan Fune, Denuncian un bombardeo acústico frente a la costa argentina, 25 abril 2020, Página/12. Consultado 25 abril 2020.
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