- Se trata de una exploración con cañones de aire que provocan impacto en más de 300 mil km2, una superficie equivalente a la provincia de Buenos Aires.
- La intensidad del sonido es comparable a las bombas de Hiroshima o Nagasaki.
- Toda la biodiversidad marina, en especial los mamíferos como ballenas y delfines, es afectada.
Mientras
en todo el mundo las ciudades experimentan reducciones significativas
de emisiones tóxicas y de la contaminación sonora habituales, los
ecosistemas marinos están sufriendo un constante bombardeo acústico.
La exploración sísmica de hidrocarburos despliega todo su
desarrollo pese a las restricciones que impone la crisis del
Covid-19.
Son
las llamadas exploraciones sísmicas: se trata de disparos con
cañones de aire submarinos que emiten ruidos increíblemente
potentes.
Las
ondas sonoras viajan al fondo del océano, se reflejan y son captadas
por sensores remolcados detrás de los buques de exploración. Los
datos recolectados se utilizan para crear mapas detallados del fondo
submarino, que las compañías petroleras usan para determinar las
ubicaciones para la posterior perforación y extracción petrolera.
“Los
ecosistemas marinos y las especies que viven allí están sufriendo
un bombardeo acústico sin precedentes. Hay enormes buques generando
ondas extremadamente ruidosas bajo el mar para encontrar nuevas zonas
de donde extraer hidrocarburos, que seguirán contaminando el planeta
una vez que sean utilizados”, explicó Luisina Vueso, coordinadora
de la campaña de Océanos de Greenpeace Andino.
Estos
sonidos afectan a toda la biodiversidad marina, especialmente a
mamíferos marinos como ballenas y delfines, que habitan el Mar
Argentino. Los estruendos pueden producir cambios en su
comportamiento, estrés, reducción del crecimiento, discapacidad
auditiva, lesiones masivas y hasta la muerte por ahogamiento o
varamientos.
El
ruido de un solo estudio sísmico de cañones de aire puede cubrir un
área de más de 300,000 km2 -equivalente a la superficie completa de
la provincia de Buenos Aires- y tiene la potencia de 8 veces el
despegue de un avión. Son ruidos dos o tres veces superiores a la
intensidad necesaria para romper el tímpano humano.
“Mientras
el país mantiene las restricciones dictadas por la cuarentena, hay
actividades industriales destructivas que no descansan, como es el
caso de la industria de los combustibles fósiles que continúa con
sus planes para expandir sus operaciones en aguas abiertas, a pesar
de la crisis del precio del petróleo”, agregó Vueso.
“Estas
pruebas sísmicas son el primer acercamiento de una actividad
altamente destructiva para los ecosistemas marinos y es más
preocupante en un contexto de cambio climático, donde deberíamos
reducir drásticamente nuestra dependencia a los combustibles
fósiles. Todavía está fresco el recuerdo del accidente de la
plataforma offshore Deepwater Horizon que hace 10 años provocó
estragos en el Golfo de México y pasó a la historia como el derrame
de petróleo más catastrófico: 780 millones de litros de crudo y la
muerte de 11 trabajadores , más de un millón de aves, y muchas
otras especies. Sus efectos contaminantes continúan hasta hoy, no
podemos permitir el riesgo de algo así en el Mar Argentino”.
Hasta
los últimos días de marzo el buque “Hai Yang Shi You 760” operó
en aguas argentinas desde la desembocadura del Plata hasta frente a
Peninsula Valdés. Hoy continúan operando los buques “Polar
Empress” y “Amazon Warrior” frente a la costa este de Tierra
del Fuego.
La
empresa adjudicataria de estas exploraciones es la noruega TGS. El
próximo paso, sin fecha aún, es continuar con estas actividades en
zonas próximas a la costa de la provincia de Buenos Aires, donde no
hay siquiera actividad petrolera activa.
Fuente:
En plena cuarentena: Greenpeace denuncia los impactos de la exploración sísmica en el Mar Argentino, 23 abril 2020, Greenpeace Argentina.
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