El
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presiona a Colombia
frente al alza en la producción de cocaína. Los agricultores
deberán volver a rociar sus campos con glifosato, lo que revive un
capítulo oscuro en el país.
por
Nicolas Martin
Desde
finales del año pasado, nueve aviones apaga incendios AT-802 se
desplegaron por todo el país. Pedro Arenas teme que vuelvan a volar:
"Asumo que podría ser en los próximos meses". El objetivo
de los aviones no es extinguir los incendios, sino eliminar un
problema que ha estado causando derramamiento de sangre en Colombia
durante décadas: la cocaína. Los aviones están llenos del
controvertido herbicida glifosato, del que se disponen 800 barriles,
según los medios colombianos.
Pedro
Arenas lucha por los derechos de la gente en las zonas remotas de
Colombia en coordinación con varias ONG para este fin.
Anteriormente, él fue diputado en Bogotá y alcalde de su ciudad
natal, San José de Guaviare. La ciudad está situada en las
estribaciones de la Cordillera Oriental de los Andes colombianos. En
partes de esta región el Estado brilla por su ausencia, allí apenas
hay carreteras y se encuentran varias hectáreas de plantas de coca.
Lo último que Arenas quiere para la región es el regreso de los
aviones fumigadores de glofosato.
Sin
medios de subsistencia
Arenas
tenía 23 años cuando comenzó la primera ofensiva con glifosato, en
1994. Plátanos, yuca, maíz y muchos otros cultivos importantes
fueron destruidos en esos tiempos. "Algunos de mis familaires
tuvieron que dejar su propiedad porque ya no había forma de vivir
allí", explica Arenas. Además, hubo un sorprendente número de
enfermos, pero nadie documentó esto seriamente.
En
Europa, el glifosato ha desencadenado un debate sobre el futuro de la
agricultura, mientras que en Estados Unidos hay actualmente casi 50
mil demandas pendientes contra la filial de Bayer, Monsanto. Para
Arenas, el símbolo del herbicida es usado como una despiadada guerra
contra las drogas.
En
2015, en Colombia hubo un cambio de rumbo. El Centro Internacional de
Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS clasificó el herbicida
como "probablemente cancerígeno". El Estado colombiano
reaccionó y detuvo las fumigaciones aéreas.
Un
año después, en el Acuerdo de Paz entre las FARC y el Gobierno, se
acordó un nuevo enfoque para el cultivo de la coca: menos
confrontación, más cooperación. Los campesinos deben arrancar las
plantas de coca ellos mismos. Los que tenían acceso a los mercados
locales podían participar en los programas de sustitución de la
coca.
El
cultivo de coca a nivel récord
Sin
embargo, la parte cooperativa no ha funcionado muy bien hasta ahora.
"Colombia registra la mayor cantidad de cultivos desde que
empezamos a medir", declaró Pierre Lapaque, comisionado de la
ONU para Colombia en la lucha contra las drogas. Aunque la superficie
ha disminuido un poco, la producción de cocaína ha aumentado.
Esto también se puede ver en Europa. Las autoridades hablan de que nunca
antes se había incautado tanta cocaína. La verdadera lucha por cada
gramo no se lleva a cabo en Nueva York, Berlín o París, sino en las
áreas remotas de Colombia, donde el crimen organizado está marcando
la pauta.
Pero
el presidente conservador, Ivan Duque, ejecuta una política de
oposición al Acuerdo de Paz. Tal vez, esta sea una de las razones
por las que el Estado no ha entrado a los lugares realmente remotos.
Arenas considera que ahí es donde la coca se cultiva mucho más que
antes.
Además,
el programa colombiano para la sustición del cultivo de coca está
en crisis, según Elizabeth Dickinson, de la organización Crisis
Group, en respuesta a DW. La experta afirmó que la autoridad
responsable no dispone de fondos suficientes y que está pagando
tarde las compensaciones de los agricultores por el exterminio de las
plantas. "Esto hace que los agricultores sean muy vulnerables a
las estructuras de las que realmente quieren escapar", dijo
Dickinson.
Un
socio potente de Estados Unidos
Es
sólo cuestión de tiempo para que Duque envíe los aviones
fumigadores de vuelta. "El Gobierno quiere con eso reducir los
números de la coca", declaró Dickinson. Está siendo
presionado por la Casa Blanca. "Tendrás que fumigar. Si no lo
haces, no podrás controlarla (la coca)", dijo Trump esta semana
cuando el presidente de Colombia visitó la Casa Blanca.
"Estados
Unidos es uno de los mayores financiadores y los dos países
colaboran estrechamente en el ámbito militar. Bogotá no puede
permitirse perder el apoyo de Washington", agregó Elizabeth
Dickinsonp. Sin pasar por el alto que Estados Unidos es el mayor
consumidor de cocaína del mundo.
"Buenos
cifras para Trump"
Pedro
Arenas ve un cálculo político detrás del posible uso del
glifosato: "Así, nuestro presidente le puede presentar a Trump
buenas cifras", subrayó. En 1990, la ofensiva de fumigación
redujo también la superficie cultivada por un corto plazo. Ahora,
unos años más tarde, volvió a un nivel récord. "Tememos que
las fumigaciones exacerben los conflictos sociales existentes",
complementó Elizabeth Dickinson.
Si
se reanudan las fumigaciones, "la gente de las comunidades
remotas perderá completamente la fe en las instituciones y en el
Acuerdo de Paz", dijo Pedro Arenas.
Pero
todavía tienen un aliado poderoso. La Corte Constitucional colombiana, en particular, ha impuesto estrictas normas al presidente
para el uso del glifosato. De acuerdo con esto, los municipios
también deben estar de acuerdo con la fumigación aérea. Arenas
teme que Duque pueda anular esto. "Si los aviones despegan,
apelaremos a las más altas autoridades".
(ju/jov)
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Fuente:
Nicolas Martin, Colombia: nueva polémica ante eventual uso del glifosato en cultivos de coca, 6 marzo 2020, Deutsche Welle. Consultado 11 marzo 2020.
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