por
Mario Hernández
M.H.:
El próximo 2 de diciembre se reúne la COP 25 en Madrid, han tenido
que cambiar el escenario por la situación política que se vive en
Chile, particularmente en Santiago de Chile. ¿Qué expectativas
podemos tener de esta reunión?
E.B.:
Ninguna. El sólo hecho de que haya una reunión número 25 para
discutir los problemas del clima, quiere decir que se han reunido 24
veces y han fracasado en llegar a un acuerdo que funcione. Siempre
prometen algo y luego no lo cumplen. De modo que tenemos 24 ejemplos
de fracaso de Cumbres del clima en las que dijeron un montón de
cosas y no cumplieron ninguna. Por lo tanto, no veo razones para
pensar que esta vez sea diferente.
M.H.:
Más de 11.000 científicos de todo el mundo han suscrito un
manifiesto en el que declaran la emergencia climática y plantean 6
medidas urgentes para hacerle frente.
E.B.:
El problema es que a ningún político le preocupa qué va a pasar
con el mundo cuando termine su mandato. Le preocupa lo que pase
durante su mandato. De modo que hablarle a alguien del 2040 o 2050
cuando están pensando en cómo terminan el 2019 y cómo comienzan el
2020, esto es ciencia ficción. Es como si les hablaran del año
25.000.
El
sistema político y económico están diseñados para pensar en el
muy corto plazo y no en el largo, y esto requiere hacer cambios
profundos rápido, que se van a ver dentro de un tiempo mediano, en
varias décadas y en realidad ni siquiera se van a ver, porque si las
cosas se hacen bien lo que vamos a ver es que no empeora.
¿Qué
político renuncia a juntar dólares para que dentro de 20 años la
situación no empeore? Teniendo en cuenta además que las grandes
empresas que contaminan y alteran el clima son las que han pagado
todas las campañas electorales del mundo, las de los que yo voto y
las de unos cuantos oyentes que votan distinto.
Esto
es parte del mundo real. No tenemos sistemas políticos pensados para
diseñar el largo plazo y somos víctimas de eso. Más allá de que
uno tenga grandes simpatías por algunos líderes y grandes enojos
con otros. Son nuestros sistemas políticos.
M.H.:
Frente a esta situación, ¿qué debemos hacer los seres humanos?
E.B.:
Reclamar y reclamar todos los días. No hay otra. No olvidarse de
esto. Ocuparse del clima tiene un costo económico. Es mucho más
fácil seguir quemando petróleo y seguir contaminando el clima.
Darle importancia al clima tiene un costo político, gobierne el que
gobierne. Gobiernen los que nos caen simpáticos o los otros, pero
nos encuentran ante lo mismo. Si no hay fuerte presión de la
ciudadanía van a seguir recibiendo presiones muy fuertes de las
empresas que contaminan.
M.H.:
En los últimos 20 años la cantidad de agrotóxicos arrojados en la
parte más poblada de nuestro país aumentó en más de un 1.000 %
pasando los 500 millones de litros anuales. La resistencia de las
malezas aumenta, las inundaciones se hacen cíclicas y el cambio
climático se hace sentir. La desforestación y la pérdida de
biodiversidad son incesantes, todo inherente y consecuencia del
modelo agrícola químico dependiente inventado por las corporaciones
y avalado por todos los gobiernos de turno. ¿Qué podemos hacer ante
esta realidad?
Necesitamos
poner nuestro sistema científico en función de proyectos de
agroecología.
E.B.:
Yo creo que Argentina tiene un gran sistema científico, agronómico
inclusive, que empezó con Manuel Belgrano hace dos siglos, para
plantear tecnologías agrarias limpias. Esto de que los que estén
trabajando con tecnologías agrarias limpias sean gente de buena
onda, la que quiere hacer lo mejor para el país, etc.
Tenemos
un sistema agronómico en el INTA y en un montón de Facultades de
Agronomía, que hasta ahora tienen prácticamente prohibido trabajar
en agro ecología. Necesitamos poner nuestro sistema científico en
función de proyectos de agroecología. Desde la ciencia, no
solamente desde la buena voluntad de nuestros amigos con huertas
orgánicas, sino desde la ciencia para plantear un cambio en el
sistema productivo. Estamos sosteniendo un sistema científico de
excelencia que está en gran medida desperdiciado aumentando las
dosis de plaguicidas de Monsanto.
M.H.:
Me llamó la atención que el CONICET encontró atrazina y
endosulfán, dos pesticidas sintéticos cuyo uso y comercialización
está prohibido en el país desde 2011, en el aire de la Antártida.
¿Cómo es esto posible?
E.B.:
La atmósfera es una sola, de modo que la circulación atmosférica
lleva todo a todas partes, hacen 20 o 30 años habían encontrado
plaguicidas de tipo DDT en la sangre de los esquimales, los indígenas
del Polo Norte. En este momento estamos aprendiendo que no hay nada
que quede lejos. El mundo, la atmosfera, la circulación de
contaminantes por el aire y por el mar es uno solo, sigue los
patrones de las corrientes. Vamos a encontrar plaguicidas en todas
partes. Están en mi sangre y en la suya y están cada vez que vamos
al inodoro en la orina de todos.
En
algún momento necesitamos políticas responsables para ir eliminando
los venenos que no benefician a nadie, porque durante 10.000 años se
produjo y cultivó comida sin venenos y pudimos alimentar a la
humanidad. Ahora que tenemos científicos de envergadura usemos ese
conocimiento para alimentar a la gente sin envenenarla.
M.H.:
Hemos hablado muchas veces del tema de la absorción del monte
nativo, de la lluvia, un dato del INTA de Marcos Juárez: “El monte
nativo absorbe por hora 300 ml de agua de lluvia y un cultivo de soja
transgénica fumigado e impermeabilizado solo 30 ml por hora.
E.B.:
Los servicios ambientales que presta el monte nativo son de
regulación hídrica, son de recibir el agua de lluvia, alimentar las
napas, de evitar que los grandes torrentes lleguen a los ríos. Lo
que pasa es que el que destruye un bosque tiene un beneficio
económico inmediato. Tala el bosque, siembra soja, la vende y tiene
la plata en el Banco. No es inmediato ni individualizado el daño a
la sociedad, entonces es mucho más difícil que la gente perciba que
le han hecho daño porque talaron unos árboles que estaban a muchos
kilómetros y que las personas nunca vieron, es necesario un
conocimiento mucho más amplio. Por algo nuestro sistema educativo es
tan débil en materia de educación ambiental, para permitir que
sigan ocurriendo estos abusos.
Fuente:
Mario Hernández, "Si hay una COP25 quiere decir que se han reunido 24 veces y han fracasado", 30 noviembre 2019, Rebelión. Consultado 3 diciembre 2019.
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