Se
estima que el departamento Colón supera los 300 mil habitantes,
siendo uno de los que más creció en los últimos años. La gestión
del suelo, una discusión clave ante un fenómeno expansivo que no se
detiene.
por
Miriam Campos
Entre
1980 y 2010, la población de Río Ceballos, Unquillo, Salsipuedes,
Mendiolaza y Villa Allende -localidades de las Sierras Chicas- creció
un 170 %, según datos de los censos nacionales, que vistos ahora, al
borde de un nuevo relevo demográfico en 2020, ya quedaron
desactualizados. Sin embargo, las proyecciones realizadas por la
Dirección de Estadística y Censos de Córdoba, estiman que el
próximo año se dará la oficialización de que Colón -departamento
al cual pertenecen las ciudades mencionadas- es el que más creció
después de la Capital cordobesa.
En
este marco de proyecciones, los 225 mil habitantes de esta zona
periurbana de Córdoba superarían los 300 mil habitantes en la
actualidad. Colón además, sería el departamento con más ciudades
y uno de los lugares donde la explosión demográfica muestra
impactos en la pérdida del bosque nativo, un fenómeno de desastre
ambiental, que junto a los incendios, el avance de las fronteras
agropecuarias y la invasión de plantas exóticas, también se da en
el resto de la provincia.
Está
claro que las urbanizaciones inciden en la pérdida de los bosques
porque, con frecuencia, en ese uso del suelo no se preserva la
cobertura vegetal original. Muchas veces incluso, se produce una
deforestación tipo “hormiga”, donde se cuela la especulación
inmobiliaria, la falta de políticas estatales de gestión, pocos
recursos y también, una parálisis en la instrumentación de
legislaciones ya aprobadas, hace años.
La
trama urbana: ciudad compacta y porosa
Cecilia
Becerra es arquitecta y docente de la UNC. Fue directora de
Planificación de Río Ceballos, se especializó en demografía donde
estudió el problema del crecimiento urbano de esa ciudad pero con
anclaje en el resto del corredor de las Sierras Chicas, es por ello
que cuando uno le pregunta sobre cómo se urbanizan las sierras, sin
vueltas, responde: “Hay dos modelos en pugna, uno es la ciudad
compacta, y el otro es el de la ciudad extendida, este último tiene
muy baja densidad de población, con dispersión, es decir, que lo
edificado se encuentra esparcido y muchas veces hay una
discontinuidad de la trama urbana, hay un loteo, después no hay
nada”.
En
una versión extrema, lo que explica Becerra sería, por ejemplo, la
imagen de la casita sola en una loma, que los últimos años se
reitera con más frecuencia en el paisaje serrano. Esa postal es
quizás, la representación del idilio de vivir rodeado de
naturaleza en Córdoba, pero es necesario pensar también esa
urbanidad, en cuanto a la optimización de infraestructura de
servicios.
Esa
casita en una loma o un puñado de ellas, necesitan de un camino, de
un tendido eléctrico, de agua, de una manera de desechar los
residuos cloacales, básicamente de acceso a los servicios. “Esa
misma población se podría contener con cierto grado de compactación
-el otro modelo en pugna-, para que justamente, no se invadan
espacios de valor ambiental”, agrega la arquitecta.
La
problemática del proceso de crecimiento por extensión tiene sus
consecuencias ecológicas y queda claro que esa presión sobre el
ecosistema se refleja en las inundaciones, los incendios, la
deforestación, con pérdida de cobertura vegetal y las constantes
crisis hídricas serranas.
“Como
consecuencias del tipo social, que se da por esta dispersión, se
producen algunos procesos como la ‘segregación socioespacial’,
donde se homogeiniza el territorio desde el punto de vista social”,
dice Becerra y agrega: “Es el caso de los countrys, o los barrios
cerrados en cercanías de la E53, que es una ruta que va
estructurando una serie de urbanizaciones privadas, que pertenecen a
algunas de las localidades que atraviesa la ruta pero que están
totalmente segregadas”.
“Es
importante pensar modelos alternativos”, dice Becerra para quien, a
priori hay que deconstruir la idea de que, mientras más superficie
tenga el terreno, más sustentable es la ciudad. “Si todos vivimos
en terrenos de una hectárea, no es sustentable”.
En
las urbanizaciones serranas es importante pensar más bien en
ciudades compactas conociendo las particularidades que tiene el
territorio, como correntías, áreas de bosque, entre otros, porque
de este modo se optimiza la infraestructura sin el costo de un
impacto ambiental elevado.
Este
término de “ciudad compacta” fue elaborado por el arquitecto
español Salvador Rueda aplicado a los casos de urbanización en
Europa pero Becerra, adaptando a la realidad cordobesa, agrega a esta
visión, la idea de “porosidad”. Es decir, que las ciudades
serranas deberían estar estructuradas también con espacios verdes.
“Se apunta así a que, justamente, dentro de la trama urbana puedan
haber áreas de vegetación nativa, y sean espacios públicos”,
precisa.
Loteo,
un clásico serrano
Al
hablar de crecimiento demográfico no se puede dejar de lado los
procesos de especulación inmobiliaria, y esto tiene que ver
estrictamente con la rentabilidad económica obtenida de transformar
un suelo rural en suelo urbano, ya que en estos casos, las ganancias
se elevan a un 100 %.
Todas
las ciudades de las sierras chicas están caracterizadas por este
tipo de crecimiento que en muchos casos, no son loteos nuevos, sino
de los años 40 donde mucho de estos espacios tuvieron un rol
turístico y quedaron dentro de áreas que ahora son protegidas. En
estos casos, una estrategia que se podría implementar como forma de
gestionar el suelo, son los ‘trueques de edificalibilidad’
coordinados por el gobierno, es decir, personas que tienen terrenos
dentro de las reservas, se podrían transferir a zonas que sean aptas
para urbanización.
“Es
complejo pero se pueden hacer cosas para proteger, obviamente se
necesita una política ambiental y urbana activa, constante,
permanente, y técnicos que puedan dedicarse a resolver este tipo de
problemas”, explica Becerra.
Para
la docente de la UNC, es evidentemente que “este tipo de
crecimiento es insostenible en lo ambiental, por ese avance en áreas
naturales, de reservas, pero está bueno argumentarlo desde varios
puntos”. A un intendente se le puede plantear esto desde el punto
de vista de la gestión, el valor que reparar caminos tras una
inundación, como pasó en Río Ceballos. “Sostener un territorio
desde el punto de vista de la infraestructura y desde el punto de
vista de los servicios que presta el municipio es costosísimo”,
grafica.
Respecto
a la crisis hídrica de la zona, ésta oscila de acuerdo a una
cuestión climática, entre periodos de total sequía y periodos de
total inundación. “Cuando hay sequía se reflotan todos estos
proyectos de trasvasamiento de cuencas y cuando hay inundación se
mira el tema de los minidiques en las zonas altas, para contener el
agua para q no se inunde una ciudad. Evidentemente está claro cuál
es el rol que cumple el bosque nativo en los ciclos hídricos, en la
retención del agua, en las napas, porque actúan como esponja con la
vegetación nativa y evitan que las zonas bajas se inunden”.
Para
la docente univeritaria, el argumento ambiental es un eje transversal
que estructura cualquier discurso. “El tema es encontrar argumentos
para los distintos sectores”, indica Becerra y cierra: “La
rentabilidad a largo plazo de este modelo no va a ser sustentable
para nadie”.
Fuente:
Miriam Campos, Sierras Chicas: la explosión demográfica impacta en el bosque nativo, 29 noviembre 2019, La Mañana de Córdoba. Consultado 30 noviembre 2019.
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