por
Mario Osava
RÍO
DE JANEIRO, 23 ago 2019 (IPS) - Agosto es el mes de los enfados y de
las grandes crisis políticas en Brasil, pero nadie sospechaba que un
asunto ambiental seria esta vez el detonante de las tormentas que
amenazan al gobierno del presidente Jair Bolsonaro, con apenas ocho
meses en el poder.
Protestas
contra los incendios en la Amazonia se diseminan por el mundo,
especialmente en Europa, y empiezan a producirse en Brasil, donde
deben extenderse durante el fin de semana en por lo menos 47
ciudades, según anticipó el Observatorio del Clima, una coalición
de organizaciones ambientalistas.
“Fuera
Bolsonaro” es un grito que se escuchó en las calles de Barcelona,
Londres, París y otras ciudades europeas y brasileñas.
Las
conocidas “quemas”, en auge desde julio, parecen un castigo a la
insistencia con que el presidente y el ministro de Medio Ambiente,
Ricardo Salles, insultaron al ambientalismo y desmantelaron el
sistema de protección ambiental, reavivando el apetito de
hacendados, especialmente ganaderos, por la tierra desnuda.
Condenas
a las actitudes antiambientalistas del gobierno se destacan en la
prensa internacional y fueron señaladas por algunos gobernantes,
convirtiendo a Brasil en el nuevo villano del cambio climático.
“La
crisis se volvió política por la respuesta de Bolsonaro que, en
lugar de anunciar medidas para enfrentar el problema, decidió
politizarla”, evaluó, en entrevista con IPS, Adriana Ramos,
asesora de políticas públicas del Instituto Socioambiental (ISA).
La
primera reacción del presidente de extrema derecha fue atribuir los
incendios forestales a las organizaciones no gubernamentales (ONG),
como el ISA, justamente las que más impulsaron las políticas y
leyes ambientales en este país megadiverso de 2010 millones de
personas.
Los
bosques amazónicos brasileños se extienden por 3,3 millones de
kilómetros cuadrados, 60 por ciento del total del bioma, que
comparten ocho países sudamericanos.
Una
indicación clara de que Bolsonaro no pretende asumir sus
responsabilidades, sino buscar culpables, como suele hacer en muchos
temas, desde los económicos a la seguridad pública, desde que llegó
a la presidencia el 1 de enero.
“Bolsonaro
no necesita las ONG para quemar la imagen de Brasil en todo el
mundo”, destaca el comunicado de rechazo a sus declaraciones,
firmado por 183 organizaciones de la sociedad civil brasileña.
Es
“una crisis internacional”, señaló el presidente francés,
Emmanuel Macron, quien anunció que abordará el tema a la cumbre del
Grupo de los Siete (G7), de grandes do 24 y el lunes 26 en Biarritz,
en el sur de Francia.
Tanto
Francia como Irlanda ya dejaron claro que no ratificarán el acuerdo
de libre comercio entre Unión Europea y el Mercado Común del Sur
(Mercosur, de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), si el gobierno
brasileño sigue incumpliendo sus compromisos ambientales y
climáticos.
El
aumento exponencial de las “quemas” refleja la deforestación en
expansión, según el también no gubernamental Instituto de
Investigación Ambiental de la Amazonia (Ipam).
En
este año, hasta el 14 de agosto, los focos de incendio ascendieron a
32.728, un 60 por ciento más que el promedio de los tres últimos
años. La sequia, un factor usual de esa destrucción, no los
justifica en esta ocasión. El estiaje actual es menos severo que en
años anteriores.
En
el centro-occidental Mato Grosso, el estado brasileño mayor
productor de soja, registró la mayor cantidad de focos, 7.765,
contra poco más de 4.500 en los dos años anteriores, cuando hubo
fuertes sequías.
Colniza,
el municipio de Mato Grosso más afectado, es un ejemplo de expansión
de la frontera agrícola.
Allí
el fuego se prendió tanto para “limpiar” el área deforestada en
meses anteriores como para “debilitar” los bosques primarios para
su posterior deforestación, explicó a IPS desde esa zona Vinicius
Silgueiro, coordinador de Geotecnología del local Instituto Centro
de Vida (ICV).
“Sensación
de impunidad y desmonte de las instituciones de conservación y
control ambiental provocaron ese rebrote de quemadas”, sostuvo.
El
recorte a la mitad del presupuesto del Prev-Fuego, sistema de
prevención y combate a los incendios forestales, es uno de los
factores, ejemplificó.
“Además
el discurso presidencial y sus ataques” a los órganos estatales
que monitorean la deforestación y las combaten “estimuló” a los
sectores que destruyen bosques ilegalmente, acotó.
Los
efectos no se limitan a la Amazonia. Nubes de humo oscurecieron la
suroccidental São Paulo en la tarde del 19 de agosto y se
identificaron partículas de quemas en la lluvia local, a cerca de
2.000 kilómetros del origen probable, Santa Cruz de la Sierra, en
Bolivia, o los estados brasileños de Mato Grosso y Rondônia, en el
noroeste.
São
Paulo, la metrópoli brasileña de 12 millones de habitantes más
otros 10 millones en su entorno metropolitano, sufre ese tipo de
contaminación hace más de una década, por el incendio de los
extensos cañaverales en municipios cercanos del interior del
suroriental estado.
Pero
la prohibición del uso del fuego en la cosecha de caña de azúcar y
su mecanización eliminaron ese factor de enfermedades respiratorias,
que volvió ahora con los lejanos bosques incendiados.
Ocurren
incendios también en otros biomas, especialmente el Cerrado, la
sabana central brasileña, donde la sequía provoca incluso la
combustión espontanea de la vegetación, pero los bosques amazónicos
son indispensables para alimentar las lluvias en las áreas de mayor
producción agrícola en el centro-sur brasileño.
Por
eso los grandes exportadores agrícolas defienden ahora medidas
gubernamentales para contener la deforestación. Temen sanciones
comerciales de los importadores, especialmente europeos, que a estas
alturas parecen inevitables.
El
llamado agronegocio fue un sector importante en el apoyo electoral
para el triunfo de Bolsonaro en las elecciones de octubre de 2018.
Cuenta
con una fuerte bancada parlamentaria, llamada ruralista, pero que
responde principalmente a segmentos anacrónicos, que buscan
ganancias en la ampliación de sus propiedades, en lugar de la
productividad, como la ganadería extensiva, que avanza sobre la
Amazonia, las tierras indígenas y de conservación ambiental.
Esa
devastación amazónica “era previsible” desde la campaña
electoral, por el discurso de Bolsonaro, a favor de una explotación
depredadora de la foresta y de las reservas indígenas, recordó
Juarez Pezzuti, profesor del Núcleo de Altos Estudios Amazónicos en
la Universidad Federal de Pará (UFPA).
“Nosotros
los investigadores del programa de Monitoreo Participativo de
Biodiversidad ya no podemos visitar áreas de estudios” en la
Tierra del Medio de la cuenca del río Xingu, en la Amazonia
Oriental, “por falta de seguridad”, informó a IPS desde el
norteño estado de Pará.
Es
que los “grileiros”, las personas que invaden tierras públicas,
destruyeron bosques y amenazan con agredir a la población local e
investigadores, explicó.
Esa
crisis ambiental tiende a tener consecuencias políticas.
Bolsonaro
acumula desde enero diatribas con los más diferentes sectores y
medidas que molestaron a buena parte de los brasileños, desde
estudiantes, científicos, abogados, artistas y activistas de toda
naturaleza.
En
algún momento una de sus nuevas barbaridades puede convertirse en la
última gota. La cuestión ambiental puede dañar gravemente su
popularidad en descenso desde el inicio de su gobierno, ya que la
defensa de la Amazonia cuenta con apoyo mayoritario de los brasileños
y tiene un alto valor simbólico en todo el mundo.
“Esperemos
a ver que logra hacer la fuerza-tarea que creó el gobierno para
enfrentar el problema. Hay que darle el beneficio de la duda en
función de un interés colectivo mayor”, la preservación forestal
de la Amazonia, matizó Ramos, del ISA, desde Brasilia.
Ante
el deterioro de su imagen por los incendios amazónicos, Bolsonaro
decidió instalar un “gabinete de crisis”, con sus ministros,
para discutir medidas contra las “quemas” que este mes han
agitado a mucha gente dentro y fuera de Brasil.
Edición:
Estrella Gutiérrez
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Fuente:
Mario Osava, Incendios amazónicos avivan crisis política en Brasil, 23 agosto 2019, Inter Press Service. Consultado 24 agosto 2019.
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