QUIÑIHUAL,
Buenos Aires.- Es difícil llegar a Quiñihual, el pueblo donde quedó
un solo habitante. Las referencias que ayudarían a hacerlo, ya no
existen. Las vías del tren que pasan por la desolada ruta 76 han
desaparecido. Tampoco está el cartel que advertía la presencia del
pueblo. "La gente piensa que ya no existe más", aclara
Pedro Meier, de 62 años, único y último poblador de esta localidad
que llegó a tener 500 habitantes en la segunda mitad del siglo XX.
La
clausura del ramal ferroviario y la tecnificación del agro causaron
una menor demanda del empleado rural y con esta, el éxodo de las
familias selló la suerte de la localidad donde Pedro resiste
atendiendo su almacén de ramos generales, que es frecuentado por los
últimos y solitarios puesteros de las grandes estancias. "Te
acostumbrás a hablar solo, a veces el perro me contesta con un
ladrido", agrega al referirse a su vida en la desolación.
El
camino de tierra que lleva a Quiñihual (Partido de Coronel Suárez)
está ocupado por una manada de vacas. A bocinazos se mueven. De un
lado se ve el cordón serrano de la Ventania. Del otro, la pampa y
grandes extensiones de tierra sembradas. Las casas que antes daban
techo a las familias de los puesteros, hoy son taperas. Se ven a cada
paso. El pueblo tiene solo tres construcciones. El club y la escuela
están cerrados. Sólo sobrevive el señorial almacén de ramos
generales. "Todas las casas fueron demolidas para sembrar, o se
las fue llevando el monte", comenta Pedro. Frente a su almacén,
muy bien conservado, quedaron también los galpones ferroviarios, y
la estación cuyo nomenclador está tapado de pastizal.
El
almanaque más actual dentro del almacén es de 1968. El tiempo ha
quedado en esos años. La construcción es de 1890, la familia de
Pedro (alemanes que llegaron desde el Volga) lo compró en 1964. Él
tenía siete años cuando tuvo que comenzar a ayudar a su padre. "No
daba abasto, había tres personas atendiendo, el pueblo estaba lleno
de gente y el tren daba mucho movimiento", recuerda.
Otros
tiempos
Los
campos estaban habitados y los bolseros, que venían del norte y
vivían en ranchos al lado de la estación, antes y después de
trabajar, entraban al almacén. "Era un trabajo muy pesado,
tomaban algunas ginebras, y se iban", cuenta. El almacén, que
tiene 9 habitaciones, las alquilaba para dar hospedaje. Aquí estaba
la Estafeta Postal.
Todas
las familias del pueblo, de las estancias vecinas, y de los parajes,
compraban sus provisiones en el almacén. También había un
destacamento militar, a pocos kilómetros, donde 120 soldados hacían
el servicio militar. Las amplias estanterías tenían todos los
artículos que posibilitaban vivir en este rincón serrano
bonaerense.
El
pan llegaba de Coronel Suárez en tren (a 50 kilómetros), el vino
desde Mendoza en bordalesas. "Se vendía por litro, y la gente
traía damajuanas de diez, la compra normal era tres para todo el
mes", afirma Pedro. Azúcar, yerba, arroz, fideos, todo se
vendía a granel. También revólveres, escopetas y carabinas. "En
esa época no había problemas", agrega. Ropa, herramientas,
nafta (tenía dos surtidores), seguros de vida y para la cosecha.
"Llegamos a tener la representación de Coca Cola, distribuíamos
a los pueblos de la región", dice.
"Perdieron
valor los productos de chacra", asegura para argumentar aún más
las razones del éxodo que sufrió el pueblo. Mientras su perro
Moncho abre la puerta del almacén (también ha aprendido a cerrarla
con una pata, y su gato -sin nombre- se arrima a la salamandra), la
mirada de este solitario se pierde en la ventana que muestra el
abandono. "Acá había gente que criaba pavos, con 70 podías
vivir y ganar buena plata. Los que cazaban liebres, también las
vendían a los frigoríficos", cuenta.
Quiñihual
Football Club
No
había campos grandes, sí muchas parcelas habitadas por familias. La
escuela tenía matrícula completa. El club, Quiñihual Football
Club, tenía equipo de fútbol, Pedro era arquero. "La gente
antes aprovechaba más lo que tenía", recuerda. Dulces de
tomate, de ciruela, queso, crema y manteca, todo se hacía en las
casas. "Ahora todo viene en lata. Es más caro, y tiene otro
sabor", sostiene.
Cuando
el tren dejó de pasar, en 1995, el pueblo quedó aislado. "Los
pasajes de tren eran muy baratos y muy pocos tenían autos",
sostiene. Las familias comenzaron a vender o alquilar sus tierras,
que fueron transformadas en pooles de siembra, los cimientos del
pueblo quedaron debajo de la soja. "Recuerdo al último jefe de
Estación, yéndose con su familia".
El
pueblo padeció un éxodo grave, la escuela se quedó sin alumnos. En
el año 2000 cerró para nunca más abrir. Nadie volvió a vivir.
"Muchos ex habitantes tienen miedo de volver y ver todo el
pueblo vacío", afirma Pedro.
Quiñihual
no es el único pueblo de la región que ha quedado abandonado.
D´Orbigny está a 18 kilómetros. Llegó a tener 500 habitantes. "El
asfalto nos dejó aislados", resume Karina Graff, nacida aquí y
directora del Jardín de Infantes de la Escuela N° 23 de la
localidad, al referirse a la construcción de la ruta 85, que tiene
su traza a 10 kilómetros. El camino real que unía Coronel Suárez
con Coronel Pringles pasaba por el pueblo. La ruta, que se hizo en
los ochenta, dejó sin tráfico este camino. El tren dejó de pasar
en 1992.
La
escuela tiene doce alumnos. "Todo depende de nosotros, y del
compromiso de los productores agropecuarios de tomar empleados con
familia", afirma Graff. D´Orbigny hoy tiene apenas doce
habitantes, y se sostiene gracias al trabajo de los docentes de la
escuela. A diferencia de Quiñihual, tienen servicio de luz eléctrica
y eso aquerencia a los pocos que quedan. "Trabajamos en soledad,
por eso necesitamos que vengan a visitarnos", pide Karina, quien
recibió hace unos días atrás el llamado de la gobernadora María
Eugenia Vidal para felicitarla por su trabajo.
El
tren
La
red ferroviaria argentina llegó a tener 47.000 kilómetros, siendo
la octava más extensa del mundo. "Hoy están operativas menos
de la mitad", afirma Ariel Scolari, especialista en la historia
férrea argentina. Nombra ejemplos extremos de cómo el tren modificó
la vida de las comunidades de Chaco y Salta: "Los trenes
aguateros llevaban agua potable a pueblos en donde no había. Cuando
no pasaron más, los habitantes debieron irse". En la Patagonia,
está el caso de San Antonio Oeste (Río Negro), que tenía agua
gracias a tres trenes aguateros que la abastecían a diario. "El
fin del tren dejó sin conexión a los pueblos", sostiene.
Además
del almacén, la familia de Pedro siempre tuvo tambo. A los diez
años, junto a su hermano mayor Marcelo, tenían que ordeñar las
vacas. "Nos despertábamos a las tres de la mañana, veinte
vacas cada uno, a las seis teníamos que tener la leche lista para
dejarla en el tren", rememora. Hoy tiene tierras que ha heredado
de la familia y una centena de vacas que pastan en los amplios
terrenos del ferrocarril. También algo de huerta, chanchos (que
factura y produce los chorizos secos que completan las picadas) y la
responsabilidad de ser único ser humano que sostiene su pueblo.
Viudo,
Pedro es padre de dos hijos (viven en Bahía Blanca y Coronel
Suárez). Su actual mujer vive en Pigüé (a 100 km), hasta hace unos
meses tenía que ir a una loma a buscar señal para llamarla. La
incomunicación es total en Quiñihual. Ninguna compañía ofrece
cobertura. Ahora compró un amplificador de señal que instaló en su
cocina, es el único lugar de una amplia región donde un teléfono
tiene utilidad.
Su
vecino más cercano está a 3 kilómetros. Sierra de la Ventana está
a 70. Todos los fines de semana recibe turistas que se animan a los
caminos rurales para conocerlo. Por las tardes vienen sus clientes
fieles. "Hay gente que ha venido acá toda su vida, lo siente
una segunda casa, para ellos es muy importante que esté abierto",
comenta. Un grupo inversor italiano quiso comprarle el almacén para
explotarlo como destino gastronómico. "Me ofrecieron tierras,
casa y todo lo que quisiera, pero no he vendido, me cuesta irme de
acá", afirma.
Fuente:
Leandro Vesco, Cómo vive el último habitante de un pueblo bonaerense: "A veces, el perro me contesta con un ladrido", 1 agosto 2019, La Nación.
muuy bueno!! me gustaria ir de visita un finde semana!!
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