Es
aguas abajo de la ciudad de Córdoba donde se miden los niveles más
graves de contaminación directa por materia fecal.
por
Fernando Colautti
El
decadente tratamiento cloacal en la mayor urbe del interior del país
genera un enorme impacto sobre el Suquía. Pero no es el único sobre
ese río, transformado desde hace décadas en un colosal desagüe
cloacal.
En
Argentina, sólo el Riachuelo porteño registra antecedentes de mayor
contaminación.
Al
Suquía lo afecta, sobre todo, el escaso tratamiento de líquidos
cloacales en las 25 ciudades y pueblos ubicados en los 200 kilómetros
de su recorrido, desde que nace en las sierras de Punilla hasta que
se entrega en la laguna Mar Chiquita.
Los
ríos serranos que lo forman se embalsan en el dique San Roque.
Llegan allí ya con síntomas de degradación. En ese lago, que se
pudre sin remedio ni reacción, se acentúa el problema ambiental.
Luego,
atraviesa la Capital (donde vive el 40 por ciento de los cordobeses)
con una red cloacal insuficiente y una planta de tratamiento
desbordada.
Es
aguas abajo de la ciudad de Córdoba donde se miden los niveles más
graves de contaminación directa por materia fecal.
Cuando
después el río transcurre por el departamento Río Primero, sólo
roza tres pueblos que apenas representan el uno por ciento del total
de habitantes de su recorrido.
Un
informe especial publicado por este diario en julio de 2018 lo puso
en números: esa cuenca suma 190 mil habitantes en 21 localidades de
Punilla, más 1,4 millones de la Capital, y 18 mil de los tres
pueblos aguas abajo.
En
total, de 1.610.000 personas, apenas 600 mil (el 37 por ciento)
cuentan hoy con cloacas disponibles. Pero si la planta capitalina de
Bajo Grande no funciona, la cobertura real resulta mucho más baja.
De
todo ese mapa, están en marcha obras para sumar cloacas en Córdoba,
en Río Primero y en Santa Rosa. En Punilla, nada, aunque se
mantienen las promesas.
Mientras,
tras décadas de degradación acumulada, la quinta laguna salada más
grande del mundo, y candidata a convertirse en el más nuevo Parque
Nacional del país, ya percibe los primeros indicios del impacto, con
presencia de algas (cianobacterias). Sí, justo en el estuario donde
el Suquía le entrega sus aguas a la Mar Chiquita.
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Fuente:
Fernando Colautti, Un río convertido en cloaca, 21 julio 2019, La Voz del Interior. Consultado 23 julio 2019.
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