Los
cambios en el clima mundial no constituyen un fenómeno
extraordinario, efímero u ocasional. Se conoce qué efectos
producirán. Por ello, se impone la acción del Estado en todos sus
niveles para diseñar un manejo integral de los excedentes hídricos
y conseguir así que la producción agraria pueda continuar.
Productores
rurales de la zona central de la provincia se manifestaron para
reclamar por la situación que viven, producto de las inundaciones
provocadas por las intensas precipitaciones de las últimas semanas y
también por el retraso en las respuestas oficiales frente a este
panorama, calificado como catastrófico en algunos sitios.
Los
afectados pertenecen a la zona rural de Villa María, Silvio Pellico
y Oliva, pero además fueron convocados de La Playosa, Carrilobo,
Arroyo Algodón, Los Zorros, Oliva, James Craik y Colazo, entre otras
localidades. Como se observa, se trata de una amplia región que hoy
padece los efectos del agua acumulada y la carencia de obras que
permitan un escurrimiento más rápido y una mayor protección de los
suelos.
Algo
similar ocurre en la vecina provincia de Santa Fe. El centro - norte
se ha visto también seriamente perjudicado por las lluvias. Tanto es
así que la Federación Agraria está haciendo gestiones ante las
autoridades provinciales y nacionales con el objetivo de "abordar
la grave situación de los pequeños y medianos productores
agropecuarios del norte de Santa Fe". "Como es de público
conocimiento, cientos de familias agropecuarias santafesinas ven
peligrar tanto su producción como sus chacras", indicó la
entidad en los pedidos enviados a los funcionarios provinciales y
nacionales, por lo que piden reunirse para evaluar y tratar de
avanzar con la asistencia que los productores precisan para paliar
los efectos de dicha inclemencia climática.
Es
verdad que lo que se está padeciendo en los campos de dos zonas muy
cercanas a la nuestra se debe, en primer término, a las condiciones
imperantes derivadas del cambio climático. Pero esto no es excusa
para dejar librados a su suerte a miles de productores rurales. Por
ello, la emergencia debe ser atendida de manera urgente. Además, es
hora de que provincias y Nación conjuguen esfuerzos para diseñar
inversiones que permitan el escurrimiento de las aguas y la mejora en
la infraestructura vial secundaria y terciaria para devolver algo de
normalidad a estas regiones.
Tantas
veces se ha afirmado que la producción agropecuaria es esencial para
el retorno del crecimiento económico en la Argentina. Sin embargo,
el esfuerzo indoblegable del hombre de campo se, en determinadas
zonas, debilitado y hasta derrumbado por cuestiones climáticas cuyas
consecuencias deberían haberse previsto en los despachos oficiales.
Y también por políticas erráticas que solo muestran voracidad
fiscal pero que no devuelven lo aportado en las obras imprescindibles
para evitar las inundaciones por ejemplo.
Los
cambios en el clima mundial son evidentes. Pero ya no constituyen un
fenómeno extraordinario, efímero u ocasional. Se conoce qué
efectos producirán. Por ello, se impone la acción del Estado en
todos sus niveles para diseñar un manejo integral de los excedentes
hídricos y conseguir así que la producción agraria pueda
continuar. De lo contrario y como derivación de esta pasividad
oficial, la existencia de cientos de ciudades y pueblos del interior
se verá seriamente amenazada.
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