sábado, 20 de abril de 2019

Desmontes de ayer y de hoy

Durante siglos, el monte nativo convivió con el desmonte que realizaron los pueblos originarios. Pero desde fines del siglo XIX hasta la fecha la sociedad moderna desmontó más del 95 por ciento del bosque nativo.

por Lucas Viano

La noticia cosechó críticas de varios sectores. El título era provocador: “Hallan evidencias de que los pueblos originarios desmontaban los valles serranos”. Fue publicado en lavoz.com.ar el 12 de abril.

El Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba escribió una “respuesta” que dice: “La intención del título invita a pensar que, si siempre se desmontó, es natural hacerlo, en tanto se trata de una necesidad de la gente hoy y ayer. Si siempre fue así, pues así ha de ser”.

Quizá alguien mal intencionado pueda justificar los desmontes actuales con los que se hicieron hace cientos de años. De todas formas, sería un argumento que no resistiría ningún debate. Es incluso peligroso. Imaginemos las cosas terribles que se podrían realizar justificándonos en el pasado.

Buscar “un chivo expiatorio del pasado” no es el objetivo de la antropología, de la arqueología ni de cualquier otra disciplina que analiza la historia de los seres humanos.

Las investigaciones arqueológicas producen conocimiento sobre el funcionamiento de las sociedades, y su impacto sobre los ecosistemas es indispensable para ubicarnos en el presente y mejorar nuestra calidad de vida, o definitivamente torcer el curso de la historia”, cuenta Matías Medina, investigador de Conicet, autor del trabajo al que se refiere la nota de este diario.

En cierta medida, el artículo del Museo de Antropología coincide: “La antropología ofrece testimonio de múltiples formas de existencia tanto en el presente como en el pasado, y, en este sentido, la etnografía y la arqueología son justamente herramientas potentes para repensar estos esquemas, al tiempo que sus aportes e interpretaciones juegan un rol político no menor”.

Días después de ese artículo, La Voz publicó un informe sobre los desmontes ilegales detectados en 2018 por la Provincia. El año pasado se intervinieron sin autorización 7.413 hectáreas. Equivalen a 27,4 canchas de fútbol afectadas cada día. La cifra, de por sí alta, no computa el desmonte autorizado, del cual la Provincia no da cifras.

A la luz de estos amargos datos de la realidad, ¿qué puede enseñarnos el hallazgo de que los antiguos habitantes de Córdoba también intervenían en el monte? Quizá algo que es obvio: que las modificaciones que realicemos sobre el ambiente deben ser sustentables.

Durante siglos, el monte nativo convivió con el desmonte que realizaron estos pueblos originarios. Pero desde fines del siglo XIX hasta la fecha, apenas un atardecer en la historia de la geografía cordobesa, la sociedad moderna desmontó más del 95 por ciento del bosque nativo.

El resultado es un desequilibrio en los ecosistemas que se traduce en campos inundados en la llanura, crecidas devastadoras en las zonas serranas, temporadas con escasez de agua para las poblaciones y menos paisaje para nuestros turistas.

Algunas comunidades campesinas siguen obteniendo comida, remedios y protección de nuestro monte. Desmontar también expulsa y empobrece a estas comunidades que deciden interactuar con la naturaleza siguiendo los principios de aquellos primeros pobladores serranos.

La arqueología y la antropología pueden ayudarnos a entender esa lógica y esa relación con nuestro entorno natural, para poder adaptarla a modos de vida modernos. Un “chivo expiatorio del pasado” para cuidar el presente de nuestra tierra.

Fuente:
Lucas Viano, Desmontes de ayer y de hoy, 18/04/19, La Voz del Interior.

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