Edificio del reactor de la Unidad 4 de la accidentada central nuclear de Fukushima Daiichi, en Okuma, Japón, noviembre 2013. Fuente: David Guttenfelder / AP Photo. |
Unos 70.000 trabajadores han retirado la capa vegetal del suelo, las ramas de los árboles, el pasto y otros materiales contaminados en la operación de limpieza nuclear más grande del mundo. Se han retirado millones de metros cúbicos de tierra radiactiva y se han empaquetado en sacos que ocupan grandes áreas de Fukushima. El Gobierno ha prometido que la tierra se trasladará a una instalación de almacenamiento provisional y que en 2045 será trasladada a un lugar permanente fuera de Fukushima, aunque nadie quiere hacerse cargo de ella.
por Justin
McCurry
Ni siquiera la
fría brisa que llega desde la costa parece molestar a los hombres
que, con máscaras, guantes y cascos protectores, trabajan en la
operación de limpieza nuclear de mayor envergadura del mundo.
Lejos de la
mirada del público, han llenado más de 1.000 sacos con tierra
radioactiva y han descargado el contenido en grandes tamices. Una
cinta transportadora lleva la tierra radioactiva hasta el borde de
una enorme fosa donde se aplasta para que quede sitio para la
siguiente descarga. Y allí permanecerá, intacta, durante las
próximas tres décadas.
La labor es
repetitiva y ardua. Lo cierto es que no existe ninguna otra manera
más rápida de lidiar con el legado físico más incómodo del
accidente nuclear que ocurrió hace ocho años en la central de
Fukushima Daiichi.
Desde el
desastre, y en el marco de una campaña sin precedentes que ha
costado 2.900 millones de yenes (23 millones de euros), unos 70.000
trabajadores han retirado la capa vegetal del suelo, las ramas de los
árboles, el pasto y otros materiales contaminados de las zonas
cercanas a los hogares, las escuelas y los edificios públicos. El
objetivo final es reducir la radiación a niveles que permitan que
decenas de miles de evacuados puedan regresar a sus casas.
Con la operación
de descontaminación se han retirado millones de metros cúbicos de
tierra radiactiva y se han empaquetado en sacos que ocupan grandes
áreas de la prefectura de Fukushima.
El Gobierno de Japón ha prometido que la tierra se trasladará a una instalación
de almacenamiento provisional y que en 2045 será trasladada a un
lugar permanente fuera de la prefectura de Fukushima. Esta promesa
forma parte del acuerdo alcanzado con los habitantes de la zona, que
no quieren que sus comunidades se conviertan en un vertedero nuclear.
Los planes del Gobierno se están complicando ya que, hasta la fecha,
nadie parece estar dispuesto a quedarse con los desechos tóxicos.
Un millón de
toneladas de agua radiactiva
Mientras el
equipo que trabaja en lo que había sido la planta nuclear se
esfuerza por contener la acumulación de más de un millón de toneladas de agua radiactiva, en el exterior prosigue la labor para
remover, procesar y almacenar la tierra. Se calcula que en 2021 la
cantidad de tierra almacenada será de por lo menos 14 millones de
metros cúbicos.
Las tareas de
limpieza podrían prolongarse dos años más. Esta es la estimación
de Jiro Hiratsuka, un funcionario del Ministerio de Medioambiente que
ha acompañado a un reducido grupo de periodistas extranjeros en una
visita al lugar donde se almacena la tierra de forma provisional.
"Estamos
obligados por ley a encontrar un lugar de almacenamiento definitivo
fuera de Fukushima, por lo que no podemos mantener los desechos aquí
indefinidamente", puntualiza Hiratsuka. "Es cierto que aún
tenemos que encontrar un lugar apropiado, pero mucho dependerá de
cuánto espacio necesitemos y del nivel de radiactividad de la
tierra".
Por otra parte,
son muchas las voces que se oponen a la posibilidad de utilizar la
tierra con niveles de radiación más bajos (o menos de 8.000
becquereles por kilo) como base para las carreteras, los terraplenes
y otras infraestructuras de Fukushima.
La instalación
donde provisionalmente se almacena la tierra se ubica entre las
ciudades de Okuma y Futaba, situadas al oeste de la central nuclear.
Los niveles de radiación en esta zona siguen siendo demasiado altos
como para que los lugareños que fueron evacuados tras el accidente
puedan regresar. Hasta ahora, se han traído al sitio 2,3 millones de
metros cúbicos de tierra; cerca del 15 % de la cantidad total.
Miles de
trabajadores participan en las tareas de descontaminación, entre
ellos los conductores que transportan la tierra y que hacen unos
1.600 viajes diarios. Hasta el momento se han necesitado 355.000
camiones y los responsables de esta operación creen que se
necesitaran más.
"Soy
consciente de que algunas personas creen que sería mejor que la
tierra radioactiva se quedara aquí, pero la gente de Okuma y Futaba
lo ha pasado muy mal y llegamos al acuerdo de que se almacenaría
aquí de forma provisional y que más adelante se trasladaría fuera
de Fukushima", señala Hiratsuka.
Radiación en
áreas declaradas seguras
A pesar de los
esfuerzos para descontaminar el área, sólo un reducido número de residentes que fueron evacuados tras el desastre nuclear ha regresado
a sus hogares, situados en barrios donde se ha levantado la orden de
evacuación.
Según una
encuesta realizada por el periódico Asahi y una emisora local, casi
dos tercios de los evacuados siguen preocupados por los niveles de
radiación a pesar de que las autoridades afirman que la labor de
descontaminación ha sido un éxito.
Coincidiendo con
el octavo aniversario del terremoto de magnitud 9 y del mortal tsunami que propiciaron el accidente nuclear de Fukushima, los grupos
de protección del medioambiente han alertado de que algunos barrios
"seguros" aún tienen focos de radiación.
Una investigación de Greenpeace descubrió altos niveles de radiación en áreas que
habían sido declaradas seguras y acusó al Gobierno de engañar a la
comunidad internacional sobre los riesgos que enfrentan los evacuados
que regresan, así como aquellos que trabajan en el proyecto de
descontaminación.
"Algunas
zonas todavía tienen niveles significativamente altos de radiación",
indica Shaun Burnie, un experto nuclear de Greenpeace Alemania que
trabaja en Japón: "Los niveles de radiación son mucho más
altos que los que se registraban antes del accidente".
Minoru Ikeda, que
participó en las labores de descontaminación, explica que con el
objetivo de cumplir con los plazos que les habían marcado, los
trabajadores se saltaron pasos. "Hubo momentos en que nos
dijeron que dejáramos la capa superficial de tierra contaminada y
que simplemente quitáramos las hojas para que pudiéramos cumplir
con los plazos", asegura. "A veces nos mirábamos unos a
otros como si dijéramos: '¿Qué demonios estamos haciendo aquí?".
Ikeda se muestra
escéptico ante las afirmaciones de las autoridades de que
encontrarán un lugar permanente para almacenar la tierra
radioactiva. "No creo que sean capaces de sacar toda esta tierra
de Fukushima", señala. "El Gobierno necesita un plan B".
Traducido por
Emma Reverter
Fuente:
Justin McCurry, Fukushima lidia con la tierra radiactiva que nadie quiere, 13/03/19, eldiario.es. Consultado 14/03/19.
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