Primero,
aparecieron en el dique Los Molinos. Durante una semana, se fueron
sumando en las costas de ese embalse carpas muertas, lo que generó
inquietud e interrogantes sobre la causa. Se estima que se
recolectaron varios miles, casi todas de gran tamaño.
Luego, se
percibió el mismo fenómeno en varios sectores costeros del lago de
Embalse del Río Tercero. Sin que estuvieran las respuestas
definitivas y oficiales por el caso de Los Molinos, se sumaban las
preguntas por lo que ocurría -la semana pasada- en el mayor lago
cordobés.
Un dato clave,
desde entonces y hasta hoy, es que sólo una especie apareció
afectada: la carpa. Otras que habitan ambos diques no sufrieron
mortandad.
Las primeras
hipótesis, incluso admitidas por fuentes oficiales, iban desde el
calor inusual de un par de días (justo en épocas en que las carpas
desovan en las costas, a baja profundidad y con mayor temperatura del
agua) hasta la eventual aparición de un hongo, o bien la posible
presencia de algún agroquímico arrojado en los días previos en
forma excesiva.
Desde la Policía
Ambiental de la Provincia, aseguran que los análisis están en
marcha para determinar la causa. Y han arrimado algunas conclusiones
iniciales, aunque aún no son definitivas.
En este marco, un
conocedor de esos ámbitos aportó a este diario una visión de lo
ocurrido. Se trata del licenciado en Ecología Miguel Hechem, quien
lleva años de investigación sobre los lagos en Calamuchita a partir
de su trabajo profesional y en su rol como educador.
Este es un
resumen de su planteo, que aporta otra explicación al fenómeno,
mientras se aguardan los informes oficiales.
Argumentos para
atender
"La
aparición de peces muertos es siempre un suceso que despierta
atención, genera intranquilidad en la población, y moviliza a los
medios y a la opinión pública. Ocurre con cierta recurrencia en los
lagos, en algunos más que en otros. Rara vez generan respuesta
satisfactoria que explique su origen. Máxime siendo que esta debería
provenir de autoridades jurisdiccionales comprometidas con la
administración, el manejo y el monitoreo de los recursos acuáticos,
su dinámica y su evolución. Por sobre todo, monitoreo, vigilancia y
aviso. Cuando un evento 'fuera de lo común' acontece entonces, si se
ha venido monitoreando/vigilando, se dispone de un fondo de
información contra el que se puede contrastar para interpretar y
explicar lo sucedido. En ocasiones, incluso, generar las medidas
correctivas o de remediación", apunta Hechem.
"No es el
caso de los ecosistemas acuáticos en Córdoba. La Provincia -las
sucesivas administraciones gubernamentales- ha descuidado largamente
ese patrimonio constituido por lagos, ríos, lagunas, áreas de
humedales, vertientes e inclusive las reservas de los acuíferos
subyacentes. Todos ellos son maquinarias dinámicas. Cambiantes.
Funcionan y evolucionan. Son un universo complejo de factores
físicos, químicos y (¡afortunadamente!) biológicos. Todos
interrelacionados en una intrincada maraña de materia y energía,
que fluye y se cicla. Se incorpora y se exporta. En fin, el infinito
campo de conocimientos que le atañe a la ecología. Pero si no se
dispone de equipos de investigación involucrados específicamente en
esos campos, multidisciplinares y sostenidos en el tiempo, que
generen los saberes técnico-científicos necesarios, los
conocimientos no estarán. Se sabe poco de lagos y de ríos en
Córdoba. Se ha gastado (y publicitado) bastante en el campo
policíaco ambiental. Se ha invertido poco y nada en investigación y
en manejo", apunta el especialista, egresado de la Universidad
Nacional de La Plata y residente desde hace décadas en Calamuchita.
"¿Dónde
buscar una explicación al hecho? ¿A quién le compete generar una
respuesta oficial y consistente? A la dueña del recurso: la
Provincia. Cuando la haya, será oficial. ¿Y técnicamente
consistente? Eso será materia de discusión. Aquí, en este espacio,
también se puede ensayar algún tipo de respuesta, que será más o
menos lógica, pero con seguridad no oficial", apunta el
escrito.
Luego, Hechem
aporta precisiones: "Los ejemplares hallados muertos en las
costas pertenecen todos a una sola especie, la carpa común (Cyprinus
carpio). Son peces adultos, reproductores. Eso ya es un indicio que
orienta o ajusta la elaboración de un juicio tentativo. Lleva a
inclinarse por alguna causa, quizás una patología, específica
asociada con las carpas. Si fuese un agente exógeno -un pesticida
agrícola arrastrado de las tierras circundantes por las lluvias
recientes-, seguramente habría impactado en varias de las otras
especies".
"La carpa de
por sí es un pez rústico, con menor susceptibilidad a factores de
riesgo y mejor supervivencia. No es un buen indicador biológico de
desórdenes ambientales justamente por el amplio espectro de
condiciones en las que vive sin mayores complicaciones. Lo más
atinado pareciera ser asociar el caso con aspectos estacionales que
se combinan y potencian sus efectos. Es verano. La temperatura del
agua alcanza sus valores más altos. En las franjas costeras, poco
profundas, aún más, en especial en días de fuerte insolación. A
mayor temperatura del agua, menor capacidad de retener oxígeno
disuelto. Las carpas están urgidas hormonalmente para cumplir con su
ciclo anual reproductivo, y es el momento en que se concentran por
centenares en las costas herbáceas para liberar su desove. La
bibliografía internacional adjudica a esa combinación de
desove/alta temperatura/déficit de oxígeno un efecto inmunodepresor
en las carpas que facilita o permite la irrupción de algunas
bacterias oportunistas (Aeromonas sp y Flavobacterium sp.) que
causarían una septicemia generalizada, e inclusive un tipo de
encefalitis, causantes secundarias y finales de las muertes. En otros
casos, se ha identificado también una infección por un virus del
tipo de los herpes".
"Las citas
de referencias, aunque del hemisferio norte, son bastante
coincidentes con lo observado en los lagos cordobeses. Pero restan
otras variables locales que tampoco se pueden soslayar así porque
sí. Están las floraciones o 'blooming' algales de cianofitas -o
algas verdeazuladas o cianobacterias- que se observan por estos
días, tanto en Los Molinos como en algún sector de Embalse, para
desmedro de la calidad del agua como recurso recreativo o de consumo.
Pero cuesta asociarlo ese fenómeno con las carpas muertas. El San
Roque es un espejo de agua con carpas desde siempre y floraciones
realmente más intensas. Y parece que no apareció tal mortalidad. De
ser así, el lago de Punilla saca ventaja -al menos una vez- y sirve
muy bien de referencia o blanco para disociar algas con peces
muertos. Y están los valores de oxígeno disuelto en las capas
profundas -técnicamente,
el hipolimnion-, un segmento lacustre frecuentado por las carpas. Sin
disponer de información sobre Los Molinos, sí se sabe que Embalse,
en los últimos tres años, llega al fin de la primavera/principio
del verano (diciembre) con fuerte déficit de oxígeno desde los 10
metros de profundidad hacia abajo. Dicho en otras palabras, una
inmensa masa de agua está anóxica (sin oxígeno), muy poco
atractiva para la fauna íctica. Pero en los años anteriores, con
esas condiciones también, no hubo carpas muertas", agrega.
"Conviene no
cerrar juicio, sino simplemente acercar hipótesis. La ictiopatología
es un campo muy específico que necesita de equipos de trabajo muy
preparados y equipamiento adecuado. No se dispone de ellos con
facilidad. Es enero y los centros universitarios están en receso. Lo
más probable es que no se obtenga un diagnóstico ajustado de las
causas que hubiesen provocado la mortalidad, como ha ocurrido en
anteriores eventos de similares características", sugiere el
especialista.
Fuente:
Qué revelan los peces muertos en los lagos cordobeses, 16/01/19, La Voz del Interior.
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