Es de 1979. Clarín accedió a los estudios especializados que advertían la inestabilidad del área donde hubo desprendimientos.
Las geografía de
la costa del río Paraná, en Entre Ríos, sufre desprendimientos
constantes en sus barrancas. La gran mayoría son imperceptibles
porque donde suceden no hay población. Sólo un impactante paisaje
litoraleño. En Diamante la historia es distinta. Sobre la base de la
barranca hubo una activa zona portuaria, una pintoresca costanera, y
sobre ella estuvo siempre emplazada la ciudad. Hoy la urbanidad de su
costanera no existe. El puerto, sí. Pero allí hay una diferencia:
una obra de dragado permite el escurrimiento de las aguas
subterráneas.
Ricardo Brumatti,
historiador de Diamante, guarda un tesoro en sus documentos y una
riqueza en sus conocimientos del pago donde nació. "Los
desplazamientos son parte de nuestra historia. Convivimos con ellos
desde la fundación de Diamante. Pero por una ordenanza allí no se
puede edificar. Está prohibido", arranca diciéndole a Clarín
y la charla se enciende con su pasión casi periodística.
Entre sus
archivos conserva la ordenanza que prohíbe la construcción en toda
la zona que hoy tiene peligro de derrumbe. Este documento data de
1979, un año después del peor desprendimiento hasta ahora que haya
tenido la ciudad, cuando el derrumbe de la barranca se llevó la
escuela nacional N° 211. Un relevamiento, realizado por la Dirección
de Minería dependiente del Ministerio de Obras Públicas de Entre
Ríos, del perfil de la barranca realizado a fines de la década del
70 destaca que "se recomienda no permitir el realojamiento en el
área ya que existe un equilibrio inestable". Esto quedó
expuesto en la ordenanza N°115/79 que prohíbe el realojamiento en
"Puerto Nuevo" y que también eximió de la Tasa General
Inmobiliaria a los afectados por el derrumbe de las barrancas,
ampliándose esa zona de emergencia en 1981.
Y es más, el
estudio del 79 aclara que "es importante citar que este límite
(el de riesgo de derrumbe) es provisorio pues se modifica
constantemente ante nuevos desmoronamientos".
"Para tener
una dimensión, Puerto Nuevo tenía características propias:
hoteles, el tren que llegaba hasta el puerto, un puesto de
Prefectura... era nuestra costanera. Pero tras el gran derrumbe del
1978 cambió el paisaje del puerto y alrededores. Luego vino la
prohibición por ordenanza, pero una vez pasado el susto la gente
volvió a vivir en esos lugares con todo el drama que es para esa
gente el hoy porque no saben si pierden todo", comentó el
historiador. "Si se cumpliera la ordenanza del Concejo, hoy los
pobladores no estarían atravesando por esta situación. Pero ese es
otro tema", concluye.
Y se puede ir más
atrás en el tiempo también. Año 1902, una presentación de Eduardo
Oberlín, un próspero empresario local, que denunció las
excavaciones ilegales en la zona para extraer piedra "que sirve
de base a toda la barranca que esos pozos peligrarán el
desmoronamiento de la tierra de la barranca ocasionando la ruina de
los edificios y plantaciones que existen en los fundos superiores".
Hoy, una parte de
los pobladores del extremo oeste de Diamante padecen las
consecuencias de la naturaleza. Pero lo grave es que también hay
otros que hoy son espectadores de lo que mañana puede ser su
realidad.
Diamante, Entre
Ríos. Enviado Especial.
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