Fabián Tomasi trabajó durante años expuesto a las fumigaciones en un campo argentino, situación que le produjo polineuropatía, hasta que murió este viernes por la mañana.
El mayor símbolo
de la lucha contra Monsanto, el sistema de fumigaciones y el uso del
glifosato en Argentina, Fabián Tomasi, falleció este viernes por la
mañana (hora local) a los 53 años tras padecer una polineuropatía
severa, o la 'enfermedad del zapatero'. Los ambientalistas sostienen
que aquella afección la contrajo trabajando en los campos fumigados
de aquel país sudamericano.
El cuerpo
alterado de Tomasi, reflejado en la portada del libro 'Envenenados',
se convirtió rápidamente en un icono internacional para la lucha
por el medio ambiente. La enfermedad que le causó el sistema de
producción agrícola alteró sus músculos y también la forma de su
cuerpo: "Soy la sombra del éxito sojero", le había
expresado la víctima a La Voz en una entrevista.
Falleció Fabian Tomasi. En Basavilbaso, Entre Ríos. Historia clave de mi libro #Envenenados, los agrotóxicos minaron su salud hasta este final. Se va un símbolo de la lucha contra las fumigaciones. Alguien determinante a la hora de entender este modelo que mata. #FabianTomasi pic.twitter.com/hTNIAIM29K— Patricio Eleisegui (@Eleisegui) 7 de septiembre de 2018
Vale repasar que
el uso de agroquímicos en ese país del Cono Sur se presenta en
grandes cantidades debido a la expansión del cultivo de soja
transgénica, cuyos brotes son resistentes a las fumigaciones que
alejan a las plagas de los campos.
"Estar vivo
es un milagro"
Por su parte,
Tomasi comenzó a trabajar en una empresa fumigadora llamada Molina y
Compañía S.L.R., en la localidad de Basavilbaso, provincia de Entre
Ríos, una zona donde esa práctica es habitual. Durante años, se
desempeñó manipulando las cargas químicas que luego los aviones
dispersarían en las plantaciones.
"Mi caso es
extremo por haber trabajado sin ningún cuidado. Pero no hay que
perder de vista que son sustancias destinadas a matar. Esto es
inviable, no hay manera de tirar millones de litros de veneno al
ambiente y pensar que eso no va a provocar ningún daño", había
expresado en el reportaje ya citado.
"Llegábamos
a casa y la cara nos ardía. Estar vivo es un milagro", relató
en otro reportaje mencionado por El Día, mientras sus dolencias
avanzaban. En aquella oportunidad, recordó: "Cargábamos los
aviones con veneno. Abríamos los tanques de 20 litros y al sacar las
tapas se te pegaba todo el veneno en las manos. Comíamos debajo de
las alas de los aviones, donde el veneno goteaba", recordó en
aquella oportunidad".
"Tengo miedo
de morir"
En una emotiva
carta publicada en marzo por La Garganta Poderosa, Tomasi explicó
con exactitud el momento por el cual estaba pasando. Sobre su
enfermedad, describió: "Afecta todo mi sistema nervioso y me
mantiene recluido en mi casa. Mis primeros síntomas fueron dolores
en los dedos, agravados por ser diabético, insulinodependiente".
Y siguió:
"Luego, el veneno afectó mi capacidad pulmonar, se me
lastimaron los codos y me salían líquidos blancos de las rodillas.
Actualmente tengo el cuerpo consumido, lleno de costras, casi sin
movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el temor a no
despertar".
Sin embargo, las
dolencias físicas no fueron su único obstáculo: "Recibí
muchas amenazas por visibilizar lo que nos hacen comer, respirar y
beber a diario", había revelado. A su vez, prosiguió: "Ya
no basta con decir 'Fuera Monsanto', porque las cadenas de maldad hoy
se extienden al resto de las compañías multimillonarias y se
enredan con el silencio", haciendo alusión al rol mediático
sobre esta grave problemática sanitaria.
Así las cosas,
tras conocerse su deceso, el perfil de Facebook del fallecido se
llenó de mensajes de afecto, donde los usuarios reconocieron su
larga lucha contra el uso de los agroquímicos.
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