Miles de edificios, calzadas o canales ocultos por la selva salen a la luz gracias a la tecnología lídar.
por Miguel Ángel
Criado
El láser ha
permitido descubrir miles de estructuras levantadas por los mayas y
ocultadas por la selva. Usando la tecnología lídar (acrónimo de
Laser Imaging Detection and Ranging, detección y localización de
imágenes por láser), un equipo de arqueólogos ha escaneado un
espacio de miles de hectáreas donde floreció la civilización maya.
No han descubierto ningún nuevo palacio, pirámide o grandes templos
como el de Kukulcán o el del Gran Jaguar. Pero la infinidad de
edificios, calzadas, canales o murallas cartografiados alumbran toda
la grandeza de los mayas, y permitir formarse una idea de cuántos
millones vivieron en la región, cómo guerreaban o de su agricultura
intensiva.
En 2016 un avión
recorrió buena parte de la reserva de la biosfera maya, en Petén
(Guatemala). Llevaba a bordo uno de los sistemas lídar más
avanzados. Esta tecnología utiliza el láser como si fuera un
sofisticado radar: envía pulsos de luz que, al rebotar, permiten
reconstruir una imagen del objeto o estructura que lo ha devuelto.
Aquí usaron una máquina capaz de escanear el terreno desde seis
ángulos distintos propiedad del Centro Nacional de Mapeo Láser
Aerotransportado (NCALM), con sede en Estados Unidos. El lídar barrió una
superficie de 2.144 kilómetros cuadrados en torno a una decena de
yacimientos mayas.
"La nuestra
es la cobertura lídar más grande en la historia de la arqueología",
dice Francisco Estrada-Belli, especialista en cultura maya de la
Universidad Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos) y coautor del estudio.
Aunque no es la primera vez que se usa esa tecnología de imagen en
yacimientos de esta cultura, esta expedición de la Iniciativa Lídar Pacunam ha cubierto 10 veces más extensión y con un detalle no
logrado por las anteriores. "Cualquier rasgo que tenga de 50 a
100 cm de ancho y 20 a 50 cm de relieve aparece en nuestros
visualizaciones", añade este arqueólogo. Para lograrlo, el
lídar emitió más de 33.500 millones de pulsos de láser (15 por
metro cuadrado).
El mapa en 3D que
han obtenido, cuyos resultados publica la revista Science, incluye
61.480 estructuras. Han localizado desde barrios enteros en algunas
de las grandes ciudades mayas, como Tikal, Holmul o Xultún, hasta un
centenar de kilómetros de calzadas pavimentadas, pasando por
cisternas como la de Tintal que, con 2.000 metros de ancho, podía
albergar hasta tres millones de metros cúbicos de agua. Al alejarse
del mapa, se descubren también perímetros defensivos de varios
kilómetros, centenares de canales para el agua o infinidad de
pequeños núcleos rurales conectados por caminos.
Tanta información
sobre las infraestructuras humanas ha servido a los investigadores
para estimar la población que vivía en la zona del estudio y,
extrapolando, en toda esta región maya. Durante el periodo conocido
como Clásico Tardío (entre los años 650 y 800 de esta era), en el
área cartografiada por el lídar había una densidad de población
de entre 80 y 100 habitantes por kilómetro cuadrado. En el centro de
las principales ciudades, como Tikal, la densidad debió de alcanzar
los 2.000 habitante por kilómetro cuadrado, equiparable a la de
muchas ciudades de hoy. En toda la región de las tierras bajas
vivirían entre siete y once millones de personas.
Las imágenes del
lídar, que fueron revisadas sobre el terreno por varios equipos de
arqueólogos, también muestran que los mayas necesitaron de la
agricultura intensiva para poder alimentar a tanta población urbana.
El sistema tradicional, la milpa, basado en la quema de parcelas para
fertilizar la tierra ante la nueva siembra, habría sido incapaz si
no fuera por los centenares de canales, muchos de un kilómetro de
largo, usados para drenar los humedales que ocupaban la mayor parte
del territorio. La investigación ha localizado también 306
kilómetros cuadrados de parcelas en terrazas. Hasta el 17 % del
territorio que hoy ocupa la selva tiene marcas de un pasado agrícola.
Para los autores del estudio, un esfuerzo tal exigiría de una
organización y centralización muy avanzadas.
"Lídar
aporta una visión extremadamente precisa de la geografía y
topografía del paisaje. Puede usarse en cualquier tipo de paisaje,
pero cuando se aplica al caso particular de los bosques y la selva
maya, es como una varita mágica (muy cara) que nos da detalles de
los drenajes, montañas, valles, tierras bajas y, lo que es más
importante, de grandes yacimientos", sostiene en un correo la
directora del Centro de Investigación Mesoamericana de la
Universidad de California en Santa Barbara (Estados Unidos), Anabel Ford.
Sin embargo, esta
arqueóloga no relacionada con este trabajo y que lleva 40 años
estudiando a los mayas recuerda que "las cosas grandes se ven
claramente, pero los elementos que aportan los detalles sutiles del
uso agrario del suelo y la relación entre la antigua civilización
maya y el paisaje necesitan de una mayor verificación" , por lo
que tienen que ser confirmados sobre el terreno. Algo en lo que
coincide Estrada-Belli: "Siempre se va a necesitar de
arqueólogos con experiencia para reconocer los rasgos documentados
por el lídar. Y cuantos más datos lídar, más arqueólogos se van
a necesitar".
Un arqueólogo
necesitaría un siglo para ver lo que Lídar en dos días
por Miguel Ángel
Criado
La potencia de la
tecnología lídar es tal que está siendo utilizada en actividades
tan dispares como la prospección minera o la cartografía de los
fondos marinos. Es también un elemento esencial en la conducción y
la seguridad de los coches autónomos, que usan lídar para hacerse
una composición de lugar instantánea.
"En 18 años
logré cubrir 47 kilómetros cuadrados. El lídar cubrió 308
kilómetros cuadrados en unos dos días", dice el arqueólogo
Francisco Estrada-Belli. "No me alcanzarían otros 118 años y
no lograría el mismo nivel de detalle. Siempre se me escaparían
cosas que no vi estos últimos 18 años aún pasando encima de
ellas", añade.
Para el
especialista en tecnología Lídar del NCALM, el hondureño Juan C.
Fernández, "el lídar es la tecnología más efectiva y precisa
para mapear la topografía". Entre los usos que tiene están la
ingeniería para el diseño de carreteras, el monitoreo del estado y
tamaño de los bosques, en geología para el estudio de la
deformación de la tierra debido a erupciones volcánicas y
terremotos... "En el caso del mundo maya y en específico en las
tierras bajas, lo que permite es poder mapear con un nivel increíble
de detalle y precisión lo que está oculto por la selva", añade
este investigador de la Universidad de Houston.
Fuente:
Miguel Ángel Criado, El láser desvela toda la grandeza de la civilización maya, 27/09/18, El País.
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