por Daniel Jassby
Durante mucho
tiempo se ha venido ensalzando los reactores de fusión como la
fuente energética perfecta. Sus defensores afirman que una vez se
hayan desarrollado reactores de fusión comerciales viables,
producirán enormes cantidades de energía con pocos residuos
radiactivos, generando muy pocos subproductos de plutonio que puedan
utilizarse para fabricar armas atómicas. Estos abogados de la fusión
dicen asimismo que dichos reactores no podrían dar lugar a la
peligrosa reacción en cadena susceptible de provocar el tipo de
accidentes catastróficos que encierran los sistemas actuales de
fisión en las centrales nucleares. Además, al igual que la fisión,
un reactor nuclear de fusión tendría la enorme ventaja de producir
energía sin emitir ni pizca de carbono, el principal culpable del
calentamiento de la atmósfera de nuestro planeta.
Sin embargo, hay
un problema: mientras que es más bien fácil -hablando en términos
relativos- dividir un átomo para producir energía (es lo que
ocurre en la fisión), supone un “gran reto científico” fusionar
dos núcleos de hidrógeno para crear isótopos de helio (como ocurre
en la fusión). Nuestro Sol realiza constantemente reacciones de
fusión quemando hidrógeno ordinario en condiciones de enorme
densidad y temperatura. Para reproducir este proceso de fusión aquí
en la Tierra -donde no tenemos la enorme presión generada por la
gravedad del núcleo solar- necesitaríamos una temperatura de por
lo menos 100 millones de grados Celsio, unas seis veces más que la
que impera en el Sol. En experimentos realizados hasta ahora, la
energía necesaria para alcanzar la temperatura y la presión que
permiten reacciones de fusión significativas para crear isótopos de
helio ha superado de lejos la energía de fusión generada.
No obstante,
mediante el uso de tecnologías de fusión prometedoras, como el
confinamiento magnético y el confinamiento inercial con láser, la
humanidad se acerca mucho más a la solución del problema y a ese
punto de inflexión en que la cantidad de energía obtenida de un
reactor de fusión supere la cantidad aportada, generando energía
neta. Los proyectos multinacionales colaborativos en curso incluyen
el Reactor Termonuclear Experimental Internacional (International
Thermonuclear Experimental Reactor, ITER), que está construyéndose
en Francia desde que se crearon las primeras estructuras de apoyo en
2010. Se espera que los primeros experimentos en su máquina de
fusión, llamada tokamak, comiencen en 2025.
A medida que nos
acercamos al objetivo, sin embargo, es hora de preguntarnos si la
fusión es realmente la fuente de energía perfecta. Después de
haber estado trabajando en experimentos de fusión durante 25 años
en el laboratorio de física del plasma de la Universidad de
Princeton, comencé a contemplar menos apasionadamente toda la
cuestión de la fusión. Concluí que un reactor de fusión no sería
ni mucho menos perfecto, y en ciertos aspectos estaría incluso más
cerca de todo lo contrario.
El Sol en
miniatura
Como ya he
señalado, las reacciones de fusión en el Sol queman hidrógeno
ordinario en condiciones de enorme densidad y temperatura, sostenidas
por un tiempo de confinamiento efectivamente infinito, y los
productos de la reacción son isótopos de helio benignos. Los
sistemas de fusión artificiales (terrestres), por otro lado, se
limitan a unas densidades de partículas mucho más bajas y un
confinamiento energético mucho más fugaz, por lo que no pueden
emplear más que los isótopos de hidrógeno más pesados y ricos en
neutrones, llamados deuterio y tritio, que son 24 órdenes de
magnitud más reactivos que el hidrógeno ordinario. (Pensemos en un
numeral uno con 24 ceros detrás.) Esta enorme ventaja de reactividad
permite que los dispositivos de fusión artificiales operen con una
densidad de partículas mil millones de veces más baja y un
confinamiento de energía un billón de veces más bajo que los
niveles de que disfruta el Sol. Los defensores de los reactores de
fusión afirman que cuando estén desarrollados, los reactores de
fusión constituirán una fuente de energía perfecta que no
presentará ninguno de los defectos significativos de los tan
denostados reactores de fisión.
Pero a diferencia
de lo que ocurre en la fusión solar -que utiliza hidrógeno
ordinario-, los reactores de fusión terrestres que queman isótopos
ricos en neutrones generan subproductos que son todo menos inocuos:
los flujos energéticos de neutrones contienen un 80 % de energía de
fusión proveniente de reacciones de deuterio-tritio y un 35 % de
reacciones de deuterio-deuterio. Ahora bien, una fuente de energía
consistente en un 80 % de flujos energéticos de neutrones tal vez
sea la fuente de neutrones perfecta, pero es realmente curioso que
jamás se la haya calificado de fuente ideal de energía eléctrica.
De hecho, estos flujos de neutrones causan directamente cuatro
problemas lamentables de la energía nuclear: daños por radiación
en las estructuras; residuos radiactivos; la necesidad de un blindaje
biológico; y el potencial para la producción de plutonio 239,
susceptible de ser utilizado para armamento, agravando de este modo
la amenaza de proliferación de armas nucleares, y no reduciéndolo,
como les gustaría a quienes defienden la fusión.
Además, si los
reactores de fusión fueran realmente factibles, tal como se supone,
compartirían algunos de los otros problemas graves que afectan a los
reactores de fisión, entre ellos la liberación de tritio, enormes
necesidades de refrigeración y elevados costes de explotación.
También habrá inconvenientes adicionales, propios de los sistemas
de fusión: el empleo de un combustible (tritio) que no se encuentra
en la naturaleza y ha de reponerse en el propio reactor; y el
inevitable consumo de electricidad en el propio lugar de producción,
que reduce drásticamente la electricidad disponible para la venta.
Todos estos
problemas son endémicos de cualquier tipo de reactor de fusión por
confinamiento magnético o inercial que se alimente con
deuterio-tritio o deuterio solo. (Como su nombre indica, en la fusión
por confinamiento magnético se utilizan campos magnéticos y
eléctricos para controlar el combustible de fusión caliente, un
material que adopta una forma difícil de manejar, llamada plasma. En
el confinamiento inercial se emplean rayos láser o iónicos para
comprimir y calentar el plasma.) El ejemplo más conocido de fusión
por confinamiento magnético es la tokamak en forma de rosquilla que
está construyéndose en la sede del ITER; la fusión por
confinamiento inercial la ejemplifican las microexplosiones inducidas
por láser que se producen en la Planta Nacional de Ignición de Estados Unidos.
El combustible
tritio no puede reponerse completamente
La reacción
deuterio-tritio es la preferida por los impulsores de la fusión
porque es veinte veces más reactiva que la reacción
deuterio-deuterio, y además alcanza su mayor efectividad a una
temperatura equivalente a un tercio de la requerida para la fusión
de deuterio exclusivamente. De hecho, una mezcla aproximadamente a
partes iguales de deuterio y tritio puede constituir el único
combustible de fusión factible dentro de un futuro previsible.
Mientras que el deuterio está disponible en gran cantidad en el agua
corriente, el tritio apenas existe en estado natural, ya que este
isótopo es radiactivo y tiene una vida media de tan solo 12,3 años.
La principal fuente de tritio son los reactores nucleares de fisión.
Si se adopta, la
fusión basada en deuterio-tritio sería la única fuente de energía
eléctrica que no utiliza un combustible existente en la naturaleza
ni convierte una energía generada naturalmente como la radiación
solar, el viento, la caída de agua o la geotermia. Lo que ocurre es
que el componente tritio del combustible de fusión ha de generarse
en el propio reactor de fusión. Teóricamente, el tritio consumido
en la fusión puede regenerarse completamente a fin de sostener las
reacciones nucleares. Para que esto se cumpla es preciso crear
alrededor del medio reactivo un manto que contenga litio, un gas
extremadamente caliente, totalmente ionizado, que se denomina plasma.
Los neutrones producidos en la reacción de fusión irradiarán el
litio, incubando de este modo el tritio.
Pero existe una
dificultad importante: el manto de litio solo puede rodear
parcialmente el reactor debido a los espacios libres necesarios para
el bombeo de vacío y la inyección de combustible en los reactores
de fusión con confinamiento magnético y para los rayos láser y la
eliminación de los restos del blanco en los reactores de
confinamiento inercial. No obstante, los análisis más completos
indican que puede haber hasta un 15 % de excedente en la regeneración
de tritio, pero en la práctica, todo excedente se requerirá para
acomodar la extracción incompleta y el procesado del tritio generado
en el manto.
Sin embargo, la
sustitución del tritio consumido en un reactor de fusión solo
aborda una parte menor de la cuestión importantísima de la
reposición del suministro de combustible tritio. Menos del 10 % del
combustible inyectado se quemará realmente en un dispositivo de
fusión con confinamiento magnético antes de escapar de la zona de
reacción. La mayor parte del tritio inyectado, por tanto, debe
extraerse de la superficie y del interior de los miles de subsistemas
del reactor y volver a inyectarse de 10 a 20 veces antes de
consumirse totalmente. Si no se recupera y reinyecta tan solo el 1 %
del tritio no consumido, ni siquiera el mayor excedente del proceso
de regeneración en el manto de litio puede compensar la pérdida de
tritio. A título comparativo, en las dos instalaciones de fusión
con confinamiento magnético en que se ha utilizado tritio (el
reactor de fusión experimental tokamak de Princeton y el Joint
European Torus), nunca se recuperó aproximadamente el 10 % del
tritio inyectado.
Para cubrir los
inevitables déficit de recuperación del tritio no consumido para su
uso como combustible en un reactor de fusión, es preciso seguir
utilizando reactores de fisión para producir suficientes reservas de
tritio, una situación que implica una dependencia perpetua con
respecto a los reactores de fisión, con todos sus problemas de
seguridad y de proliferación nuclear. Dado que la producción
externa de tritio es carísima, es probable que desde el punto de
vista de la disponibilidad de combustible solo serán viables los
reactores de fusión alimentados exclusivamente con deuterio. Esta
circunstancia agrava el problema de la proliferación nuclear que se
abordará más adelante.
Enorme consumo de
electricidad parasitaria
Además del
problema del combustible, los reactores de fusión se enfrentan a
otra dificultad: consumen buena parte de la misma energía que
producen, o lo que en el sector de generación eléctrica se denomina
pérdida de electricidad parasitaria, de una magnitud desconocida en
cualquier otra fuente de energía eléctrica. Los reactores de fusión
han de soportar dos clases de pérdidas de electricidad parasitaria:
en primer lugar, es preciso mantener continuamente, incluso cuando el
plasma de fusión no está operativo (es decir, durante desconexiones
previstas o imprevistas), una multitud de sistemas auxiliares
esenciales externos al reactor. Continuamente se consumen de 75 a 100
MWe (megavatios eléctricos) en refrigeradores de helio líquido,
bombas de agua, bombas de vacío, calefacción, ventilación y aire
acondicionado para numerosos edificios; en el procesado de tritio,
etc., como muestran las instalaciones del proyecto de fusión ITER en
Francia. Cuando se interrumpe el proceso de fusión por cualquier
motivo, esta energía debe adquirirse de la red regional a precio
minorista.
La segunda
categoría de pérdida parasitaria es la electricidad necesaria para
controlar el plasma de fusión en los sistemas de fusión por
confinamiento magnético (y para encender las cápsulas de
combustible en los sistemas de fusión por confinamiento inercial
pulsado). Los plasmas de fusión por confinamiento magnético exigen
la inyección de una cantidad significativa de electricidad en haces
atómicos o energía electromagnética para estabilizar el proceso de
fusión, mientras las bobinas magnéticas que ayudan a controlar la
ubicación y estabilidad del plasma consumen electricidad adicional.
La pérdida total de energía eléctrica con este fin asciende por lo
menos al 6 % de la energía de fusión generada, y la energía
eléctrica requerida para bombear el refrigerante del manto suele ser
del 2 % de la energía de fusión generada. La cantidad bruta de
energía eléctrica producida puede ser del 40 % de la energía de
fusión, de manera que la energía circulante asciende a alrededor
del 20 % de la energía eléctrica producida.
En la fusión por
confinamiento inercial y en los reactores híbridos de fusión por
confinamiento inercial/magnético, después de cada pulso de fusión,
la corriente eléctrica ha de cargar los sistemas de almacenamiento
energético como los bancos de capacitores que alimentan los rayos
láser o iónicos o las fundas de implosión. La demanda de energía
circulante es por lo menos similar a las de la fusión por
confinamiento magnético.
Las pérdidas de
energía descritas más arriba se restan de la energía eléctrica
producida por el reactor y determinan los límites inferiores del
tamaño de los reactores. Si la potencia de fusión es de 300
megavatios, la producción eléctrica de 120 MWe apenas cubre las
necesidades de la propia instalación. A medida que se incrementa la
energía de fusión, el consumo interno pasa a ser una proporción
decreciente de la producción eléctrica, descendiendo a la mitad
cuando la energía de fusión es de 830 megavatios. Para tener alguna
posibilidad de operar económicamente y cubrir la devolución del
capital invertido y los costes de explotación, la energía de fusión
deberá incrementarse a miles de megavatios, de manera que la pérdida
total de energía parasitaria resulte relativamente pequeña. En
suma, por debajo de un determinado tamaño (alrededor de 1.000 MWe),
la pérdida de energía parasitaria hace que resulte antieconómico
operar una central eléctrica de fusión.
Los problemas de
la pérdida de electricidad parasitaria y de reposición del
combustible son en sí mismos significativos. Pero los reactores de
fusión encierran otros problemas graves que actualmente también
afligen a los reactores de fisión, incluidos los daños por
radiación de neutrones y los residuos radiactivos, la carga de los
recursos de refrigeración, los costes de explotación exorbitantes y
los mayores riesgos de proliferación de armas nucleares.
Daños por
radiación y residuos radiactivos
Para producir
calor utilizable, los chorros de neutrones que transportan el 80 % de
la energía de fusión de deuterio-tritio deben desacelerarse y
refrigerarse dentro de la estructura del reactor, en el manto que lo
rodea, que contiene litio, y con ayuda del refrigerante. Se considera
que los daños por radiación de neutrones en la pared de la vasija
sólida serán peores que en los reactores de fisión, debido a las
mayores energías de los neutrones. Los neutrones procedentes de la
fusión expulsan los átomos de su habitual posición reticular,
provocando la hinchazón y fracturación de la estructura. Asimismo,
las reacciones inducidas por los neutrones generan grandes cantidades
de helio e hidrógeno intersticial, formando bolsas de gas que
agravan la hinchazón, la fragilización y la fatiga. Estos fenómenos
constituyen un peligro para la integridad de la vasija del reactor.
En los reactores
alimentados exclusivamente con deuterio (que es más difícil de
hacer reaccionar que una mezcla de deuterio-tritio), el producto de
reacción tiene una energía cinco veces menor y los chorros de
neutrones son sustancialmente menos dañinos para las estructuras. No
obstante, sus efectos nocivos serán igual de ruinosos en un plazo
más largo.
El problema de la
degradación de la estructura por los neutrones puede mitigarse en
determinados reactores de fusión en los que la cápsula del
combustible de fusión está encerrada en una esfera o cilindro de
litio líquido de un metro de grosor. Sin embargo, los sistemas de
combustible se convertirán en toneladas de residuos radiactivos que
deberán extraerse cada año de cada reactor. El litio fundido
también encierra un peligro de incendio y explosión, una dificultad
propia, asimismo, de los reactores de fisión de metal líquido.
El bombardeo de
los neutrones de fusión expulsa los átomos de sus posiciones
estructurales, convirtiéndolos en radiactivos y debilitando la
estructura, que debe renovarse periódicamente. Esto da lugar a
enormes cantidades de material radiactivo que finalmente tiene que
transportarse al exterior para su enterramiento. Muchos componentes
no estructurales del interior del contenedor de reacción y del manto
también se volverán altamente radiactivos a causa de la activación
por los neutrones. Pese a que el grado de radiactividad por kilogramo
de residuos sería mucho menor que en el caso de los residuos de
reactores de fisión, el volumen y la masa de los mismos serían
muchas veces más grandes. Es más, parte del daño por radiación y
de la generación de residuos radiactivos tiene lugar inútilmente,
pues una proporción de la energía de fusión se crea exclusivamente
para compensar el consumo de energía en la propia central.
Los científicos
de materiales tratan de desarrollar aleaciones estructurales de baja
activación que permitan calificar los desechos de los reactores de
residuos radiactivos de baja actividad y enterrarlos a baja
profundidad. Por mucho que tales aleaciones estén alguna vez
disponibles a escala comercial, muy pocos municipios o comarcas están
dispuestas a aceptar vertederos para residuos radiactivos de baja
intensidad. En cada país no existen más que uno o dos de tales
cementerios, lo que significa que los residuos radiactivos de los
reactores de fusión tendrían que transportarse de un lado a otro
del territorio a un coste elevado y bajo vigilancia para impedir su
desvío.
Para reducir la
exposición del personal de la central a la radiación se requerirá
un blindaje biológico incluso cuando el reactor no esté
funcionando. En el entorno altamente radiactivo se precisarán
equipos de control remoto y robots para todas las labores de
mantenimiento en componentes de los reactores y para su sustitución
por causa de los daños por radiación, la erosión de partículas o
la fusión. Estos trabajos darán lugar a largos parones incluso para
reparaciones menores.
Proliferación de
armas nucleares
En un reactor de
fusión es posible producir -abierta o clandestinamente- plutonio
239 colocando simplemente óxido de uranio natural o desgastado en
algún lugar en que estén circulando neutrones con cualquier nivel
de energía. El océano de neutrones en desaceleración que resulta
de la dispersión de los neutrones liberados en el proceso de fusión
en el contenedor de reacción invade todos los recovecos del interior
del reactor, incluidos los accesorios del contenedor. Los neutrones
más lentos serán absorbidos fácilmente por el uranio 238, cuya
sección transversal de absorción aumenta a medida que decrece la
energía de los neutrones.
Vistas las
dudosas perspectivas de reposición del tritio, puede que los
reactores de fusión tengan que operar con las dos reacciones
deuterio-deuterio que tienen sustancialmente la misma probabilidad,
una de las cuales produce neutrones y helio 3, mientras que la otra
genera protones y tritio. Dado que no hace falta reponer tritio,
todos los neutrones de fusión están disponibles para cualquier fin,
incluida la producción de plutonio 239 a partir de uranio 238.
Es sumamente
difícil acercarse al punto de equilibrio energético con las
reacciones deuterio-deuterio, porque su reactividad total es 20 veces
más reducida que la de deuterio-tritio, incluso a temperaturas más
elevadas. Ahora bien, un reactor experimental a base de deuterio de
50 megavatios de potencia de calefacción que produzca tan solo 5
megavatios de energía de fusión deuterio-deuterio podría generar
unos 3 kilogramos de plutonio 239 en un año, absorbiendo en uranio
238 únicamente un 10 % de los neutrones generados. La mayor parte
del tritio de la segunda reacción deuterio-deuterio podría
recuperarse y quemarse, y los neutrones de deuterio-tritio producirán
aún más plutonio 239, hasta un total de quizás 5 kilogramos. En
efecto, el reactor transforma la energía eléctrica alimentada en
neutrones libres y tritio, de manera que un reactor de fusión que
funciona exclusivamente con deuterio puede ser un instrumento
especialmente peligroso para la proliferación nuclear.
Un reactor
alimentado con deuterio-tritio o con deuterio exclusivamente tendrá
unas reservas de muchos kilogramos de tritio, ofreciendo la
oportunidad de desviarlas para su uso en armamento nuclear. Del mismo
modo que en el caso de los reactores de fisión, se requerirá la
vigilancia por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica
para impedir que se produzca plutonio o se desvíe tritio.
Inconvenientes
adicionales comunes con los reactores de fisión
Se dispersará
tritio sobre las superficies del contenedor de reacción, los
inyectores de partículas, los conductos de bombeo y otros
accesorios. La corrosión del sistema de intercambio de calor o la
rotura de uno de los conductos de vacío del reactor podrían dar
lugar a la fuga de tritio radiactivo a la atmósfera o a los recursos
hídricos locales. El tritio reacciona con hidrógeno, produciendo
agua tritiada, que es biológicamente peligrosa. La mayoría de
reactores de fisión contienen cantidades insignificantes de tritio
(menos de 1 gramo), frente a los kilogramos de los eventuales
reactores de fusión. Sin embargo, incluso la fuga de cantidades
mínimas de tritio de los reactores de fisión al agua subterránea
provoca alarma social.
Impedir que el
tritio atraviese ciertas clases de sólidos sigue siendo un problema
irresuelto. Durante algunos años, la Administración Nacional de
Seguridad Nuclear -perteneciente al Ministerio de Energía de Estados Unidos- estuvo produciendo tritio en por lo menos un reactor de fisión,
perteneciente a la Administración del Valle de Tennessee, mediante
la absorción de neutrones en varillas de control que contenían
litio. Hubo fugas significativas y por lo visto imposibles de reducir
de tritio de las varillas al agua de refrigeración del reactor, que
se libera al medio ambiente, hasta el punto de que la producción
anual de tritio se ha recortado drásticamente.
Además, hay
problemas en relación con las exigencias relativas al producto
refrigerante y la escasa eficiencia del agua. Un reactor de fusión
es una central eléctrica térmica que requerirá una enorme cantidad
de agua para el circuito de refrigeración secundario, que genera
vapor, y para eliminar el calor de otros subsistemas del reactor,
como refrigeradores criogénicos y bombas. Es más, los varios
cientos de megavatios o más de electricidad térmica que habrá que
generar tan solo para cubrir las dos clases de pérdidas de
electricidad parasitarias requerirá cantidades adicionales de agua
de refrigeración, que no es el caso de cualquier central
termoeléctrica de otro tipo. De hecho, un reactor de fusión tendría
la menor eficiencia del agua de todos los tipos de centrales
termoeléctricas, sean de energía fósil o nuclear. Dadas las
condiciones de sequía que se intensifican en diversas regiones del
mundo, muchos países no podrían mantener físicamente grandes
reactores de fusión.
Se han estudiado
numerosos refrigerantes alternativos para el circuito primario de
extracción de calor, tanto para reactores de fisión como para los
de fusión, y tal vez se precisen muros de litio líquido de un metro
de grosor para asegurar el confinamiento inercial y resistir la carga
de impulsos. Sin embargo, en los reactores de fisión comerciales se
ha utilizado casi exclusivamente agua durante los últimos 60 años,
incluidos todos los que están construyéndose actualmente en el
mundo. Este hecho indica que la aplicación de cualquier sustituto
del refrigerante a base de agua, como helio o metal líquido, será
irrealizable en los sistemas de fusión con confinamiento magnético.
Y todo lo anterior implica que cualquier reactor de fusión tendrá
que afrontar unos costes desorbitados.
El funcionamiento
de un reactor de fusión exigirá contar con personal cuya
experiencia se base en el trabajo en centrales de fisión, como
expertos en seguridad para supervisar los sistemas de prevención y
trabajadores especializados para manipular los residuos radiactivos.
También se requerirá personal cualificado para hacer funcionar los
subsistemas más complejos de un reactor de fusión, como el sistema
criogénico, el procesado del tritio, los equipos de calentamiento
del plasma y la elaboración de diagnósticos. Los reactores de
fisión en Estados Unidos requieren normalmente por lo menos 500 empleados
permanentes en cuatro turnos semanales, y los reactores de fusión
precisarán más bien un millar. En cambio, para el funcionamiento de
una central hidroeléctrica o de gas natural, turbinas eólicas,
huertas solares y otras fuentes de energía solo se precisa un puñado
de personas.
Otro coste de
explotación gravoso será el correspondiente a los 75 a 100
megavatios de corriente eléctrica parasitaria consumida de modo
continuo en las instalaciones auxiliares, energía que habrá que
adquirir de la red regional cuando el reactor de fusión no esté en
funcionamiento.
Entre los
múltiples costes recurrentes se incluye el de la sustitución de los
componentes dañados por la radiación y erosionados por el plasma en
la fusión con confinamiento magnético, y el de la fabricación de
millones de cápsulas de combustible al año para cada reactor de
fusión con confinamiento inercial. Y toda central nuclear de
cualquier tipo debe asegurar la financiación del desmantelamiento al
final de su vida útil y del vertido periódico de residuos
radiactivos.
Es imposible que
el coste de explotación de un reactor de fusión sea inferior al de
un reactor de fisión, y por tanto el coste de inversión de un
reactor de fusión viable tendrá que ser casi nulo (o estar
copiosamente subsidiado) en lugares en que el coste de explotación
de los reactores de fisión no es competitivo frente a la
electricidad generada a base de energía no nuclear, y en los que por
tanto se ha procedido al cierre de centrales nucleares.
Para resumir, los
reactores de fusión se enfrentan a algunos problemas específicos:
la falta de combustible disponible en la naturaleza (tritio) y
pérdidas de energía eléctrica importantes, que no podrán
reducirse y tendrán que compensarse. Dado que el 80 % de la energía
en cualquier reactor que funciona con deuterio y tritio aparece en
forma de flujos de neutrones, es inevitable que estos reactores
compartan muchos inconvenientes con los reactores de fisión,
incluida la producción de gran cantidad de residuos radiactivos y
graves daños por radiación de los componentes del reactor. Estos
problemas son endémicos de cualquier tipo der reactor de fusión
alimentado con deuterio-tritio, de modo que el abandono del tokamak a
favor de algún otro sistema de confinamiento no aportará solución
alguna.
Si se logra que
los reactores funcionen con deuterio solo, desaparece la necesidad de
reponer el tritio y los daños por radiación de neutrones son
menores. Sin embargo, los demás inconvenientes permanecen, aparte
del hecho de que los reactores que funcionan exclusivamente con
deuterio incrementarán mucho el potencial de proliferación de armas
atómicas. Estos impedimentos, junto con el colosal desembolso de
capital y otras desventajas adicionales, comunes con los reactores de
fisión, harán que los reactores de fusión resulten más complejos
de construir y operar -si alcanzan la viabilidad económica- que
cualquier otro tipo de generador de energía eléctrica.
La dura realidad
de la fusión desmiente la afirmación de sus defensores de que
aportará “energía ilimitada, limpia, segura y barata”. La
energía de fusión terrestre no es la fuente energética ideal
ensalzada por sus impulsores, sino todo lo contrario: hay que
evitarla.
Daniel Jassby fue
investigador principal del Laboratorio de Física del Plasma de la
Universidad de Princeton hasta 1999.
Traducción Viento Sur
La obra de arte que ilustra esta entrada es "El Doctor Richter realiza sus experimentos en la isla Huemul" de Daniel Santoro. En junio de 1949 el gobierno impulsó la construcción de un complejo de laboratorios en la isla Huemul, provincia de Río Negro, a cargo del físico austríaco Ronald Richter, que logró convencer a Perón sobre la posibilidad de obtener energía por el proceso de fusión controlada. Si bien Richter fracasó en su intento, "el nombre del físico austríaco parece estar disputando un lugar como exótico pionero en la temprana historia de la fusión controlada" sostiene el investigador Diego Hurtado, y agrega que "En 2003, un físico teórico de la Universidad de Nevada publicaba en la revista Physics Today un análisis acerca de cuáles habían sido las intenciones de Richter (...) Algunas de las ideas de Richter -como el calentamiento iónico acústico de plasma- eran realmente novedosas para la época: "Inserto en un anillo cerrado, el dispositivo de Richter se convierte en una configuaración de tipo tokamak". (Diego Hurtado, El Sueño de la Argentina atómica - Política, tecnología nuclear y desarrollo nacional (1945-2006), pg 60, Editorial Edhasa, abril 2014).
Traducción Viento Sur
La obra de arte que ilustra esta entrada es "El Doctor Richter realiza sus experimentos en la isla Huemul" de Daniel Santoro. En junio de 1949 el gobierno impulsó la construcción de un complejo de laboratorios en la isla Huemul, provincia de Río Negro, a cargo del físico austríaco Ronald Richter, que logró convencer a Perón sobre la posibilidad de obtener energía por el proceso de fusión controlada. Si bien Richter fracasó en su intento, "el nombre del físico austríaco parece estar disputando un lugar como exótico pionero en la temprana historia de la fusión controlada" sostiene el investigador Diego Hurtado, y agrega que "En 2003, un físico teórico de la Universidad de Nevada publicaba en la revista Physics Today un análisis acerca de cuáles habían sido las intenciones de Richter (...) Algunas de las ideas de Richter -como el calentamiento iónico acústico de plasma- eran realmente novedosas para la época: "Inserto en un anillo cerrado, el dispositivo de Richter se convierte en una configuaración de tipo tokamak". (Diego Hurtado, El Sueño de la Argentina atómica - Política, tecnología nuclear y desarrollo nacional (1945-2006), pg 60, Editorial Edhasa, abril 2014).
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