Soledad y resignación caracterizan la cotidianidad de "los olvidados de Chernóbil", aquellas personas que continuaron viviendo en zonas que quedaron prácticamente inhóspitas tras la catástrofe nuclear de 1986 y a quienes ha retratado el fotoperiodista Raúl Moreno en su último trabajo expuesto en Madrid.
En una entrevista
con EFE, el autor de “Monólogo sobre Chernobyl”, reportaje que
desde hoy se puede ver en el centro de fotografía Efti, ha
compartido sus impresiones tras el objetivo de la cámara con la que
ha plasmado la realidad de “la zona más contaminada del planeta”,
un territorio que incluye buena parte de Ucrania, Rusia y
Bielorrusia.
Chernóbil
Casi 32 años después de la explosión nuclear sucedida en la por entonces Unión Soviética, este fotógrafo español ha capturado los estragos todavía vigentes del desastre: ya no la soledad de las personas que se resistieron a abandonar sus hogares -o no pudieron hacerlo- sino también las consecuencias físicas de la radiación.
Casi 32 años después de la explosión nuclear sucedida en la por entonces Unión Soviética, este fotógrafo español ha capturado los estragos todavía vigentes del desastre: ya no la soledad de las personas que se resistieron a abandonar sus hogares -o no pudieron hacerlo- sino también las consecuencias físicas de la radiación.
Mientras otros
tantos reportajes fotográficos han reflejado la destrucción y
desolación de Chernóbil, la mirada de Raúl Moreno se ha posado esta
vez sobre los alimentos procedentes del suelo y aguas contaminadas
-en mayor o menor medida- por isótopos radiactivos.
Recién llegado
del último de sus viajes al territorio habitable más próximo a las
“zonas de exclusión” -donde los niveles de radiación son
demasiado altos como para vivir-, Moreno explica que comenzó este
proyecto en 2010 y que su compromiso con Chernóbil “va a seguir, si
no toda la vida, durante muchos años”.
26 de abril de 1986
Pese a la
experiencia, confiesa que todavía siente el mismo “shock” al
regresar de ese mundo en el que parece que se hubiera detenido el
tiempo aquel 26 de abril.
Señala que allí
“hay una pobreza generalizada” y que su gobierno “se ha
olvidado de ellos” e incluso “ha rebajado las pensiones de los
liquidadores”, las personas que limpian la zona tras el accidente y
quienes han estado y continúan estando expuestos a altos niveles de
cesio-137 o estroncio.
Según Moreno, el
gobierno ucraniano entiende que, “a excepción de Chernóbil, el
resto no es peligroso”, motivo que le ha llevado a mostrar lo
contrario.
“El precio de
haberse quedado en las zonas próximas a Chernóbil es una muerte
lenta y silenciosa” pues todos esos isótopos de los alimentos que
consumen y del polvo que inhalan se van depositando en el organismo
y, “sin darse cuenta, los acaba matando”.
Asegura que,
igualmente, “los habitantes no tienen otra opción”; en parte
porque no disponen de recursos para importar comida sana, o para
marcharse, y también porque muchos no quieren abandonar su hogar.
La sensación que
más se encontró -afirma- es la resignación, pues algunos “hasta
se olvidan de la radiación porque necesitan pensar en otras cosas,
ironizar y adoptar una visión positiva para poder sobrevivir en este
lugar”.
Él cuenta su
historia “para que se conozca su tragedia y para que las
generaciones futuras aprendan de nuestros errores con la energía
nuclear”, señala.
“Es una
cuestión de memoria”, dice, “y al final tenemos que mirar atrás
y ser conscientes de las consecuencias que todavía se sufren”.
Con todo, Moreno
no termina de ver clara la respuesta al debate sobre la nuclear: “es
una energía limpia, pero si ocurre un problema -como el de Chernóbil
o de Fukushima- vemos que las consecuencias son terribles”.
Además, añade,
“podemos encontrar alternativas limpias”, y sugiere que en
España, precisamente, “tenemos suficiente capacidad para producir
energía eólica y solar como para arriesgarnos a sufrir un accidente
nuclear”.
Fuente:
Los “olvidados de Chernobyl”, retratados en el último trabajo de Raúl Moreno, 02/03/18, EFEverde. Consultado 02/03/18.
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