por Emilio Godoy
BONN, 14 nov 2017
(IPS) - A pesar de la presión global para disminuir la minería del
carbón y la quema del mineral para generar electricidad, varios
países de América Latina y el Caribe mantienen en la actualidad
proyectos para ampliar esa contaminante fuente energética.
Tales planes
contradicen las metas climáticas adoptadas voluntariamente por las
naciones de la región y el compromiso de incrementar las fuentes
limpias y renovables, que forman parte del Acuerdo de París sobre el
clima, aprobado en diciembre de 2015.
“América
Latina no tiene un gran peso global en el sector, pero este sí tiene
influencia regional. Además, Colombia exporta mucho carbón. El
problema es que hay varios proyectos en planeación para explotar el
mineral y eso amenaza con mantener esa dependencia por años”, dijo
a IPS en esta ciudad alemana de Bonn, Heffa Schuecking, directora de
la no gubernamental Urgewald.
La Lista Global
para el Abandono del Carbón (GCEL, en inglés), elaborada por la
organización alemana, exhibe la situación regional del mineral, en
el marco del contexto global.
Urgewald
presentó el reporte durante la 23 Conferencia de las Partes (COP 23)
de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático
(CMNUCC), que se desarrolla desde el 6 y hasta el 17 en Bonn, parte
de la que fue la franja industrial alemana, movilizada precisamente
por la piedra negra.
El listado abarca
unas 770 corporaciones extractivas, comercializadoras, prestadoras de
servicios y generadoras termoeléctricas dentro de la cadena de valor
del sector y señala que en América Latina y el Caribe, la capacidad
termoeléctrica instalada con fuente carbonifera asciende a 17.909
megavatios (MW), de los cuales la mayoría opera en México (5.351
MW), Chile, (5.101 MW) y Brasil (4.355 MW).
Empero, los
proyectos en marcha que contemplan el uso de carbón suman 8.427 MW,
de los cuales Chile aportaría 2.647, Brasil 1.540, República
Dominicana 1.070, Venezuela 1.000, Jamaica 1.000, Colombia 850 y
Panamá 320. Esos emprendimientos anclarían aún más el
contaminante mineral en la región y dificultarían su retiro para
combatir el cambio climático.
La GCEL
identifica 14 empresas originarias de la región, de las cuales cinco
son brasileñas, otras cinco colombianas y una por país de Chile,
Perú, República Dominicana y Venezuela.
Además, empresas
transnacionales como las estadounidenses AES y Drummond; la italiana
Enel, la francesa Engie, la anglosuiza Glencore, la angloaustraliana
BHP Billiton y la británica Anglo American también que operan en el
sector del carbón en la región.
En la COP 23,
cuya electricidad proviene parcialmente de la mina de lignito de
Hambach, en las cercanías de Bonn, el reclamo en contra del carbón
ha resonado, debido a la responsabilidad del mineral en la generación
de gases contaminantes que recalientan el planeta.
Colombia extrae
el mayor volumen de carbón en la zona -90 millones de toneladas en
2016-, en un sector dominado por las empresas transnacionales
Drummond, Glencore, BHP Billiton y Anglo American.
Desde 2013, la
extracción carbonífera colombiana ha oscilado entre los 85 millones
y los 90 millones de toneladas, obtenidas principalmente en
excavaciones a cielos abierto y destinadas principalmente a la
exportación.
Mientras, la
generación termoeléctrica de carbón ascendió a 1.369,5 MW en
2016.
Brasil produce
unos ocho millones de toneladas de carbón al año y opera 21
turbinas termoeléctricas con el mineral que generan 3,71 millones de
kilovatios, equivalentes a 2,27 por ciento de la capacidad instalada
nacional.
En 2015, México
produjo unos 7,25 millones de toneladas anuales, el nivel más bajo
de los últimos años debido a que la estatal Comisión Federal de
Electricidad (CFE) ha contraído la compra del mineral.
En paralelo, la
generación carboeléctrica totalizó 30.124 millones de MW/h en
2015, 34.208 millones en 2016 y 24.274 millones en 2017 proveniente
de tres plantas de CFE.
Chile pertenece
al lote de los mayores generadores termoeléctricos de la región,
con un parque a carbón constituido por 29 unidades eléctricas que
aportan 14.291 MW, equivalentes a 61,5 por ciento de la capacidad
instalada nacional.
Carlos Rittl,
secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, una red de
organizaciones ambientales brasileñas, criticó aquí que su país
carezca de una política clara hacia el carbón.
“Hay metas de
energía renovable para 2030, pero se sigue subastando capacidad
eléctrica para combustibles fósiles y se construyen plantas
termoeléctricas. No hay un vínculo entre la agenda energética” y
las metas voluntarias de reducción de gases contaminantes de Brasil,
subrayó Rittl.
El ecólogo
brasileño es uno de los 20.000 asistentes, entre delegados
gubernamentales, académicos, de la sociedad civil, organismos
internacionales y empresarios, a la COP 23.
La GCEL incorpora
88 por ciento de la producción mundial de carbón y 86 por ciento de
la capacidad termoeléctrica instalada con base en el mineral.
Además, la base
de datos identifica 225 compañías que planean la expansión de la
minería del carbón y 282 que proyectan más plantas eléctricas.
De las 328
empresas mineras enlistadas, 30 cargan con más de la mitad de la
producción mundial de carbón y de las 324 operadoras
termoeléctricas, las mayores 31 poseen más de la mitad de la
capacidad instalada global.
La campaña busca
que los inversionistas retiren los fondos del sector carbonífero, a
modo de cancelar nuevos proyectos y clausurar progresivamente los
vigentes.
Colombia posee
reservas carboníferas por 16.540 millones de toneladas. Mariana
Rojas, directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente del
país, reconoció ante IPS la dificultad de abandonar ese fósil.
“Se trabajan
diferentes estrategias para los diferentes sectores. Queremos
incentivar el incremento de las renovables en la matriz energética,
ha habido más competitividad por los bajos precios de las
renovables. Pero no podemos llegar y sacudir a todos los sectores”,
declaró la funcionaria.
El carbón quedó
fuera del impuesto al carbono creado por la reforma tributaria de
diciembre de 2016, prueba del poder de esa industria.
El informe “El carbón de Colombia: ¿Quién gana? ¿Quién pierde? Minería, comercio global y cambio climático”, elaborado en 2015 por el no
gubernamental Centro de Estudios para la Justicia Social Tierra
Digna, ya alertaba de que en el país andino se proyecta mantener la
explotación minera de carbón hasta al menos 2079.
Brasil ya
autorizó al menos otra planta en construcción por 340 MW, pero hay
avales para al menos seis instalaciones más para generar 804 MW.
México afronta
una situación similar, pues los permisos mineros vigentes expirarían
a 2062 sobre reservas que superan los 700 millones de toneladas.
La estatal CFE de
ese país ha recurrido desde 2015 a subastas electrónicas de carbón,
para controlar el abastecimiento de más de dos millones de toneladas
anuales y regular la actividad.
Schuecking, de
Urgewald, instó a cerrar el grifo financiero a esos proyectos. “Un
alejamiento veloz de las inversiones para el carbón por el sector
financiero no es solo una cuestión de evitar activos devaluados,
sino también de mantener un mundo habitable”, pidió.
Alemania ya le
puso fecha de caducidad a ese material -2018-, mientras Canadá ya
anunció que en 2030 dejará de quemarlo e Italia se comprometió a
hacerlo en 2025.
“El primer paso
es eliminar los subsidios al carbón” y redirigirlos a energía
solar y eólica, propuso Rittl.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Emilio Godoy, El carbón sigue extendiendo su contaminación por América Latina, 14/11/17, Inter Press Service. Consultado 15/11/17.
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