Es casi imposible
olvidarse de una catástrofe como la del Prestige aunque hayan pasado
15 años ya. Y tan difícil es olvidarse del chapapote que envenenó
2.600 kilómetros de la costa noroeste española como del tratamiento
indigno que nos dieron los responsables políticos con sus
explicaciones y declaraciones.
Tuvimos que
aguantar declaraciones que no nos merecíamos. Desde la trágicamente
famosa “Del Prestige salen unos pequeños hilitos con aspecto de
plastilina" que declaraba el entonces ministro de la Presidencia
Mariano Rajoy al “Las mareas alejarán el petróleo de nuestras
costas” del Delegado del Gobierno, Arsenio Fernández Mesa. Del
“Con el remolque del Prestige a aguas internacionales se ha
conseguido evitar un desastre ecológico” que oímos decir al
entonces ministro de Pesca, Miguel Arias Cañete, y “Yo no veo
ninguna crispación social por el Prestige” que declaraba el
entonces ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, hasta el “Afecta
a una parte importante de A Coruña, pero no es una marea negra”
que declaraba Rajoy negando la evidencia más evidente.
Y de aquellas
declaraciones, éstas consecuencias: quince años después de una de
las peores catástrofes ambientales de nuestra historia, seguimos sin
estar preparados para afrontar un accidente de similares
características con solvencia.
No hemos
aprendido las lecciones del Prestige porque no se ha hecho una
valoración correcta de la dimensión medioambiental del siniestro,
ni se ha evaluado adecuadamente el impacto en la salud del vertido,
ni se han mejorado las enormes deficiencias en la legislación y el
régimen de responsabilidad en el transporte marítimo que permiten
seguir transportando petróleo de forma peligrosa por nuestras
costas.
Y lo más grave:
el uso y abuso de los combustibles fósiles, sigue presente. El
petróleo desde su extracción, transporte, y consumo, genera
irreparables e inevitables y permanentes impactos ambientales, y su
utilidad en el sistema energético debe ser sustituida por otras
alternativas. Hoy sabemos que es imprescindible un cambio de modelo
energético que acabe con la dependencia de los combustibles fósiles
como el petróleo y se base en energías renovables.
Como
consecuencia, y a pesar de que hayan pasado 15 años, es sólo una
cuestión de tiempo la posibilidad de que otro Prestige pueda vuelva
a ocurrir. Los medios de lucha contra la contaminación de los que
disponemos son manifiestamente insuficientes. No se pueden exigir
responsabilidades a las empresas implicadas en una catástrofe
ambiental ya que la legislación internacional las ampara. Tampoco se
puede demostrar negligencia en los responsables políticos porque no
se pueden juzgar las decisiones de éstos.
Así que sólo
nos queda esperar que no aparezcan más hilillos con aspecto de
plastilina...
Entrada de blog
por: Mariajo Caballero
Lectora.
Inquieta. Biodiversa. Bióloga. Pajarera. Responsable de área de
campañas en @Greenpeace_esp
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Fuente:
Mariajo Caballero, 15 años después de la catástrofe del Prestige, no hemos aprendido, 13/11/17, Greenpeace España. Consultado 15/11/17.
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