Dossier Patagonia
No Nuclear. Entrevistamos al ingeniero químico y pionero local en
tecnologías del hidrógeno a propósito del plan nuclear que acordó
Macri con China y que incluye la construcción de una central en la
Patagonia.
por Roberto Andrés
Diego Sercovich
es ingeniero químico, experto en sistemas de acumulación de energía
eléctrica y consultor de sistemas de baterías para aplicaciones
aeroespaciales, y tiene contratos con la gerencia de aplicaciones no
nucleares relacionado a las tecnologías del hidrógeno, de las que
es un pionero local (de hecho ha cerrado contratos con la CNEA para
el desarrollo de las baterías de este tipo).
Consultado por La
Izquierda Diario sobre su opinión respecto al plan nuclear que
acordó Macri con China y que incluye la construcción de una central
en la Patagonia, el especialista nos da cátedra: “Los filósofos
griegos se preguntaban si la materia podía ser dividida
indefinidamente o si por el contrario llegaría un punto donde tales
partículas fueran indivisibles. Es así como Demócrito formula la
teoría de partículas indivisibles a las cuales llamaría átomos.
La primera aplicación práctica data del año 1942, cuando el físico
Enrico Fermi construyó el primer reactor nuclear. Las primeras
aplicaciones prácticas se proyectaron con fines bélicos en una
carrera armamentista entre los países del eje liderados por Alemania
y los aliados durante el transcurso de la Segunda guerra mundial. El
caso más emblemático es el proyecto Manhattan en el que se
construyen las primeras bombas nucleares. Pero, para el caso que nos
convoca, fue en el año 1957, en la ciudad de Pensilvania, cuando se
construye la primera planta a gran escala para generación de energía
eléctrica”.
“En palabras
sencillas, un reactor nuclear puede definirse como una fuente de
energía térmica capaz de ser capitalizada por un sistema de
generación convencional. La energía nuclear, con fines de
generación eléctrica, utiliza la tecnología de la fisión o
división de los átomos, aprovechando el calor que se genera en la
reacción, para calentar agua, que se convierte en vapor para mover
una máquina generadora convencional para crear una corriente
eléctrica”.
¿Y por qué
habría que rechazar las centrales nucleares?
“En consonancia
con la tendencia energética mundial, los fundamentos para el rechazo
de esta tecnología se basan principalmente en dos argumentos
claramente sostenidos por los países que lideran esta nueva
corriente. El primer argumento refiere al peligro potencial que esta
tecnología implica. Si bien es cierto que el número de accidentes
es bajo con respecto a la cantidad de centrales nucleares instaladas,
también es cierto que en casos de fallas los riesgos son demasiado
elevados, llegando a extremos como Chernóbil (Ucrania) y Fukushima
(Japón), por citar algunos”.
“Es importante
remarcar que cuando se habla de riesgos no solo se refiere a
accidentes con repercusión internacional en la centrales nucleares
como las antes mencionadas, también es importante aclarar que para
su funcionamiento requiere de “combustibles nucleares”,
generalmente compuestos por uranio, elemento sumamente peligroso
desde su obtención en procesos mineros hasta su deposición final
luego de haber sido agotado como combustible. El segundo refiere a
costos. Dado que para su implementación no solo se requiere de una
obra de infraestructura faraónica con todas las normas de control y
de seguridad, sino que también debe contemplarse todo el ciclo del
combustible que, como ya se mencionó, se inicia con la minería de
uranio y permanece en estado de riesgo por miles de años posteriores
a su utilización. Cuando finalmente se contemplan todas estas
variables y se realiza un balance se concluye en que esta tecnología
posee un costo por energía entregada superior al del resto de los
sistemas de generación exceptuando cuando se la compara con
generación a base de combustibles fósiles”.
¿Hay
alternativas locales?
“En argentina
disponemos de una variada gama en abundancia de recursos naturales
como para capitalizarlos energéticamente sin ninguna necesidad de
tener que apelar a la costosa y peligrosa energía nuclear, y hasta
para desvincularnos de los hidrocarburos. En nuestro país tenemos,
por ejemplo, la zona del noroeste, que posee uno de los índices más
altos de radiación solar para conversión fotovoltaica directa o
para concentrarla con sencillos sistemas parabólicos y generar
energía térmica (reemplazando a los reactores) para generación a
gran escala. En la Patagonia se encuentran regiones con condiciones
privilegiadas a nivel global en lo que refiere a vientos para generar
con aerogeneradores. Disponemos de cantidades de kilómetros de costa
marina que permitiría explotar energía mareomotriz. También
disponemos de recursos humanos altamente calificados para abordar
toda esta temática. La semana pasada se dio a promoción por un
medio local un grupo de una universidad abocado a construir un
prototipo de generador mareomotriz específico para la costa
atlántica. Hace varios años que en la ciudad de Pico Truncado, en
la provincia de Santa Cruz, funciona una planta para generación de
hidrógeno con energía eólica. Hay prototipos construidos, también
de desarrollo local, para concentración de radiación solar tipo
fresnel con fines térmicos. Hay varios grupos trabajando en baterías
de hidrógeno para reconversión directa en energía eléctrica. Hay
al menos una decena de Pymes dedicadas a la producción de
aerogeneradores. Lamentablemente todos estos elementos que se
mencionan quedan como esfuerzos aislados por la ausencia de políticas
claras que orienten un futuro limpio y soberano en materia
energética”.
Fuente:
Roberto Andrés @RoberAndres1982, Diego Sercovich: “En casos de fallas en centrales nucleares los riesgos son demasiado elevados”, 30/09/17, La Izquierda Diario. Consultado 30/09/17.
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