Macri se reunió en China para garantizar la continuidad de las obras paradas por una orden de la Corte Suprema; los ambientalistas advierten que podría desaparecer esa especie.
por Nicolás Cassese
PUNTA QUILLA,
Santa Cruz.- "Ahí están", grita Ignacio "Kini"
Roesler y la atención del grupo de nueve personas que comanda se
enfoca hacia un punto lejano en medio del estuario que el río Santa
Cruz forma antes de hundirse en las aguas del océano Atlántico.
Armados con prismáticos y telescopios, saltan de alegría al
detectar unos pequeños puntos blancos que flotan río abajo con la
corriente.
"Nunca los
habíamos visto tan cerca del mar", se excita Roesler, un
científico oriundo de General Villegas, de 35 años, con doctorado
en Biología y pinta de mochilero -gorrita de lana multicolor, dos
aros en la oreja izquierda, barba y pelo tupidos, y tatuajes en los
brazos-, mientras anota datos en su libreta.
La alegría con
que el grupo rompe la plácida tarde del viernes pasado en este
puerto natural que alguna vez sirvió para que la expedición que
trajo a Charles Darwin arreglase la quilla de su barco -de ahí el
nombre con que lo bautizaron- está depositada en la bandada de por
lo menos 15 macá tobianos que acaban de descubrir. De apenas medio
kilo, el macá es una especie endémica de esta zona de la Patagonia:
los 800 ejemplares censados por Roesler son los últimos que existen
en todo el planeta. Si mueren, el macá tobiano se sumará al listado
de especies extinguidas de la faz de la Tierra.
Financiado por el
Conicet y las ONG Ambiente Sur y Aves Argentinas, Roesler, el
científico que más sabe en el mundo sobre el tema, trabaja desde
hace más de seis años para evitarlo. Sin embargo, y pese a sus
esfuerzos, la suerte del ave se selló ayer a más de 20.000 km, en
Pekín, China.
Hasta allí viajó
el presidente Mauricio Macri para asegurar un paquete de inversiones
chinas en la Argentina, una de ellas son dos represas sobre el río
Santa Cruz que afectarán este estuario y, en consecuencia, tienen
serios riesgos de contribuir a la extinción de los macás. "Los
trabajos podrían comenzar en septiembre", indicó el comunicado
difundido por el gobierno argentino luego del encuentro de Macri con
los empresarios chinos a cargo de la obra. Para impedir que esto
ocurra, Roesler y un grupo de ONG ambientalistas buscan convertir al
ave en el símbolo y la razón de la resistencia a las represas.
"En esta
zona de la Patagonia, con tanto sol y viento, ¿hace falta poner en
riesgo un río tan endeble como el Santa Cruz para generar energía?",
se pregunta Roesler. De un intenso color turquesa que arrastra de su
origen en los grandes glaciares del oeste de esta provincia, el Santa
Cruz es un ecosistema frágil. Tiene apenas 385 km y su caudal es
mínimo en comparación con el de los grandes ríos, como el Paraná.
Dudas de Macri
El propio Macri
es consciente de esta situación y al inicio de su mandato se
manifestó en contra de la construcción de las represas. El 21 de
diciembre de 2015, apenas asumido, el Presidente recibió en su
despacho a Kristine Tompkins, la viuda de Douglas Tompkins
-ecologista y gran donante de tierras-, y él mismo sacó el tema de
las represas. Macri preguntó qué opinión tenía del proyecto y
coincidió con Tompkins en que era malo. Dijo que intentaría
pararlo.
Licitadas sobre
el final del gobierno de Cristina Kirchner, las represas Cepernic y
Kirchner -así fueron bautizadas- nacieron con sospechas de
corrupción y fallas en el diseño. La UTE Represas Patagónicas, a
cargo de su construcción, está integrada por las constructoras
Electroingeniería y Gezhouba, de China. Los chinos aportan el
financiamiento, US$ 4700 millones, y una cláusula de cross default
que es la clave para entender el brete en el que se encontró Macri:
si daba marcha atrás con las represas también se caían otras obras
con financiamiento chino, como la renovación del ferrocarril
Belgrano Cargas, una herramienta que su gobierno considera
estratégica para reactivar el norte de la Argentina.
Atentos al actual
viaje a Pekín en el que se embarcó el Presidente y a la necesidad
de sostener esos y otros proyectos de inversión con financiamiento
chino, la Cancillería aconsejó seguir adelante con las obras.
El Presidente
luego consultó al Ministerio de Energía. El equipo de Juan José
Aranguren también recomendó construir las represas. Según los
cálculos que hicieron, las represas de Santa Cruz aportarán la
misma cantidad de energía que Salto Grande, con la diferencia de que
ésta se comparte con Uruguay. Los técnicos argumentaron que la
energía hidroeléctrica generada por las represas es más limpia que
la que surge de combustibles térmicos "sucios", como el
fuel oil. Ante la opinión de Cancillería y Energía, las reservas
del Ministerio de Medio Ambiente quedaron en minoría y Macri decidió
avanzar.
Mientras tanto,
la Corte Suprema de Justicia hizo lugar al amparo presentado por
ambientalistas y suspendió las obras hasta que se hiciese un nuevo
proceso de evaluación de impacto ambiental y una audiencia en el
Congreso. El Gobierno modificó el proyecto reduciendo de 11 a nueve
la cantidad de turbinas para evitar que se dañase el glaciar Perito
Moreno, redujo el presupuesto de la obra y modificó el acuerdo con
la provincia de Santa Cruz. Lo que restaba era un nuevo estudio de
impacto ambiental y la semana pasada, apurado por el inminente viaje
a China de Macri, el Gobierno informó por canales informales que ya
estaba listo y que el proyecto tenía luz verde para avanzar. El
problema es que ese informe ambiental aún no se difundió y los
ambientalistas dudan de su seriedad.
Informe ambiental
Roesler, por
ejemplo, fue el encargado de escribir las 50 páginas de ese informe
que lidian con las consecuencias que tendrían las represas en la
supervivencia del macá tobiano y, aunque su condición de científico
le impide hacer proyecciones taxativas, las perspectivas, dice, son
bastante malas. El problema es que en el invierno la totalidad de los
macá tobianos baja de las mesetas de altura en donde nidifican y se
instalan en el estuario del río Santa Cruz. Si ese estuario se
modifica, como seguro ocurrirá con las represas, los riesgos sobre
el macá son enormes.
"Con las
especies en peligro de extinción, como el macá -explica Roesler-,
se aplica el principio precautorio. No podés modificar el medio
ambiente y esperar a ver qué pasa. Si las cosas salen mal, el macá
se puede extinguir en cuestión de días y eso será irreversible".
Fuente:
Nicolás Cassese, Macá tobiano: una pequeña ave en riesgo por las represas del río Santa Cruz, 17/05/17, La Nación.
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