Uno de los aviones estadounidenses involucrado en el accidente de enero de 1966. Foto: Rizzoli Press |
José Herrera
Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad
de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja
actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha
seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de
Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición
en el Centro Andaluz de Fotografía "Operación Flecha Rota.
Accidente nuclear en Palomares". Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador López
Arnal
Estamos en el
capítulo VII: "Resultas y reparaciones". Pero déjame
preguntarte por el cuestionario del que hablamos en las anteriores
entrevistas. Creo que un diputado de Ciudadanos ha utilizado tu texto
como exposición de motivos. ¿Para qué?
JH.- Para conocer
con exactitud cuáles son los acuerdos adoptados con los
norteamericanos y hasta dónde han llegado en las negociaciones
bilaterales los recortes al Plan de Rehabilitación de Palomares.
¿Y las
organizaciones ecologistas y los partidos de izquierda? ¿Se han
puesto en contacto contigo?
JH.- Únicamente
Ciudadanos e IU, han realizado unas preguntas parlamentarias. También
Ecologistas en Acción, desde hace muchos años atento a todo lo que
acontece sobre Palomares, está concienciado con el tema. Estamos
intentando sensibilizar a otras formaciones progresistas como
Podemos, sin resultado aún.
Por cierto, tú
presentante o apoyaste una denuncia al fiscal de medioambiente del
Tribunal Supremo en la que creo que se culpaba de inacción al CSN y
al CIEMAT, y como responsable subsidiario, al gobierno. Me has
comentado que el único que siempre ha apoyado esta acción ha sido
José Ignacio Domínguez, el coordinador de Ecologistas en Acción
para Palomares. ¿Nos explicas un poco esta denuncia? ¿Nos das
alguna información más sobre José Ignacio Domínguez? Su nombre me
suena mucho.
JH.- Yo ayudé
con algunas pruebas documentales que demostraban la triste y
desalentadora negligencia mantenida con Palomares durante décadas
por la Administración en general y los organismos reguladores en
particular, aún a sabiendas que iba a ser una iniciativa sin futuro,
que la percepción popular -con la que coincido- sobre la
independencia de los poderes públicos estaba bajo mínimos.
José Ignacio
Domínguez es el encargado en la zona de atender la cuestión
Palomares dentro de "Ecologistas en Acción". Ha sido
piloto de caza, piloto comercial. Formó parte de la Unión Militar
Democrática, cuando ser militar y demócrata era un crimen. Más
tarde se licenció en Derecho y ejerce filantrópicamente contra los
casos de corrupción urbanística. A él nuestra sociedad le debe,
entre otros, que el famoso mamotreto del Hotel Algarrobico, en pleno
P.N. de Cabo de Gata, no esté abierto con todos los permisos
oficiales, gracias a los partidos corruptos que lo alentaron. José
Ignacio es esa rara avis a los que se refería Bertolt Brecht, los
hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.
De acuerdo
contigo y con Brecht. Vuelvo al libro. Hablas de las investigaciones
del Global Hibakusha Project (GHP). ¿Qué investigaciones son esas?
¿Qué proyecto es ese?
JH.- Es una
iniciativa realmente interesante. Utiliza la palabra japonesa
hibakusha, que hace referencia a la persona bombardeada. Tras
Hiroshima y Nagasaki se utilizó este vocablo para aquellas personas
que, directa o indirectamente, sufrieron las consecuencias de las
bombas atómicas. Hoy día tiende a ampliarse su significado para
todo individuo que sufre cualquier consecuencia material, física o
psicológica, ya sea por un accidente, bombardeo o prueba nuclear. El
GHP es un proyecto de ámbito planetario que intenta estudiar todos y
cada uno de los lugares afectados por la radiación. Una de sus
principales conclusiones es la similitud entre los distintos casos.
Similitud que
afectan al comportamiento de ostracismo social e institucional con
los afectados y sus lugares, a muchas de las consecuencias, a las
reacciones de estas personas hacia la radiación, independientemente
del régimen político, su ubicación, clima y cultura. Para saber
más sobre GHP: http://bojacobs.net/Bo_Jacobs/Global_Hibakusha.html
Un comentario
sobre un texto que recoges del profesor Robert Jacobs, que también
ha visitado Palomares: "La radiación hace invisible a la gente.
Les hace ciudadanos de segunda clase, sin expectativa de ser tratados
con dignidad por su gobierno, por los que supervisan las
instalaciones nucleares cerca de ellos, por los militares y la
industria nuclear que llevan a cabo prácticas que exponen a las
personas a la radiación". Distingues entre consecuencias
tangibles e intangibles de los accidentes nucleares. ¿Qué
consecuencias intangibles con esas?
JH.- Las
principales son las psicológicas en los afectados. En el caso de
Palomares, el posible síndrome de estrés postraumático en una
parte de la población; la angustia e incertidumbre de cara al futuro
por la desinformación; los miedos a la enfermedad silenciados, por
último, la gestión y evaluación realizada por las instituciones de
los riesgos inherentes a su situación. Por parte de la población no
afectada se encuentra la estigmatización del lugar, los vecinos, su
producción agraria y ganadera.
¿Cuáles han
sido los principales daños materiales hasta el momento?
JH.- Los daños
materiales en los primeros meses, como ya vimos en su momento,
afectaron a la mayoría de la producción agraria y ganadera y la
paralización de las labores pesqueras que afectó en mayor o menos
cuantía a las poblaciones de Villaricos, Garrucha y Águilas. A lo
largo del medio siglo, el dolo material se ha ido produciendo de
manera intermitente. Es innegable que la sospecha y el conocimiento
público de la actual situación radiológica ha afectado en la
demanda y el precio en origen de los productos hortofrutícolas, así
como el alquiler y compra de inmuebles para uso turístico. Miembros
de la Universidad de Almería realizaron el año pasado un estudio
con el coste total estimado por la contaminación residual dejada por
los norteamericanos para ser usado en la negociación bilateral.
Documento que no ha podido ser consultado por el secretismo a que nos
tienen acostumbrados, como si la Dictadura proyectara aún su larga
sombra en nuestras instituciones.
Citas un caso que
vale la pena comentar. ¿Qué le pasó tras el accidente a José
López, un vecino de la zona?
JH.- Existen
muchas maneras de enfrentarse a una situación dramática. El pánico
a la radiactividad puede convertirse en una fobia. A José López le
reconocieron con el contador alfa y este marcó el tope en varias
ocasiones. Le aconsejaron un cepillado o lavado de su ropa y él la
quemó toda. A los tres días tuvo una crisis aguda de vómitos. No
se halló fallo orgánico, por lo que el diagnóstico fue de origen
anímico. Nunca se sabrá el número de vecinos que padecieron este
tipo de desórdenes.
Hablas de un
cambio de color de los banderines el 20 de febrero de 1966. ¿Por
qué?
JH. Las áreas
contaminadas se marcaban con banderas rojas. Las que no lo estaban se
señalaban con blancas. Cuando a un agricultor le colocaban las rojas
en su parcela la tierra se convertía súbitamente en maldita.
Algunos se rebelaron contra el destino invirtiendo el color cuando
llegaba la noche, como si en el cambio cromático radicase la
solución. Convinieron que un cambio de color menos problemático
para las áreas «calientes» como el verde, podría solucionar el
nuevo problema.
Te pregunto por
la extensión del temor de lo sucedido a continuación.
Fuente:
Salvador López Arnal, “Las principales consecuencias en los afectados son las psicológicas”, 21/12/16, Rebelión. Consultado 21/12/16.
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