Las altas subas
en las tarifas de gas, su revés judicial y la rectificación parcial
del gobierno constituyen la noticia de la semana. ¿Cuáles son las
causas profundas de una medida que presenta un alto costo político
para Mauricio Macri? El discurso oficial asocia la tarifa con un
incentivo para ahorrar energía, presentándola como una medida
ecológica. Sin embargo, al mismo tiempo la solución prometida es
explotar Vaca Muerta. ¿Cómo se entiende esta aparente
contradicción?
por Eduardo Soler
Unas horas
después de su polémica recomendación sobre evitar andar "en
remera y patas" en las casas, con el fin de ahorrar gas, el
presidente Mauricio Macri dejó otra frase contundente pero que pasó
desapercibida. "Estamos en el comienzo de una explosión de
inversión en Vaca Muerta”, aseguró, haciendo referencia a la
extracción de petróleo y gas no convencionales en Neuquén.
Entre un dicho y
otro, ambas cuestiones ya habían sido señaladas por Marcos Peña.
El Jefe de Gabinete afirmó que la suba de tarifas promueve el ahorro
de gas y por tanto el medio ambiente, en una perspectiva liberal del
problema ecológico. Pero al mismo tiempo, expresó que el fracking
será la solución de la crisis energética, porque nos permitirá
llegar al auto-abastecimiento, colocando así el énfasis en la
profundización del modelo extractivo.
Desde ya, que las
promesas de la salvación argentina centradas en la explotación del
yacimiento "Vaca Muerta" nacieron con el kirchnerismo.
Incluso puede entenderse la medida de la estatización parcial de YPF
por fuera del argumento oficial de la "soberanía energética",
interpretando el el manifiesto interés en desarrollar el fracking
con el fin de obtener divisas de exportación. Esta concepción está
incluso explicita en la Ley sancionada por el Congreso en mayo de
2012.
De ese tiempo a
esta parte, la baja del precio del petróleo fue el principal factor
que alteró los cálculos, tanto del gobierno como del sector
empresarial. Mientras que entre 2011 y 2013 el precio del barril de
petróleo se ubicó por encima de los 100 dólares, desde el 2014 se
registró una fuerte baja que llevó el precio a menos de 50 dólares.
Entre las causas de esta inestabilidad se cita la desaceleración de
los gigantes emergentes.
No obstante, otro
factor importante es la irrupción de los hidrocarburos no
convencionales en Estados Unidos. Además de contar con la mayor
reserva explorada en el mundo, el costo de extracción de esquisto se
ubican entre los 39 y 48 dólares, por lo cual la barrera económica
resulta accesible. En comparación, extraer hidrocarburo no
convencional en Vaca Muerta resulta más caro. Desde Chevron, la
principal inversora con 2.700 millones de dólares, apostaban por un
precio del barril cercano a los 70 dólares.
Política de
Estado hidrocarburífera
En este juego,
entra en consideración la política de Estado de desacople del
precio internacional con el local, que venía de la gestión
kirchnerista y continúa en la actualidad, aunque bajo distintos
criterios. En los últimos años, para sostener la actividad
petrolera luego de la caída de los precios de 2014, se mantuvo la
"competitividad" con un precio subsidiado, ubicado en torno
a los 67 dólares por barril. Uno de los argumentos es evitar la
conflictividad social con los trabajadores petroleros.
Sin embargo, la
razón de fondo parece ser otra, y consiste en consolidar la
inversión extranjera en los yacimientos locales, en particular en
Vaca Muerta. En mayo, el Ministro de Energía, Juan José Arangueren,
fue el principal orador del seminario "Shale en la Argentina: el
futuro de Vaca Muerta" en Houston. Allí expresó que su deseo
para el sector es que se pasara de la etapa de los estudios
geológicos a la explotación del recurso.
En Estados
Unidos, el Ministro se reunió con el presidente de Chevron para
América Latina, Ali Morishi, quien tiene particular interés en la
continuidad de las inversiones. Uno de los frentes de batalla se
presenta en el aspecto legal, porque en los próximos días el
gobierno debiera dar publicidad del acuerdo secreto firmado para
proteger sus inversiones. Entre ellos, figuran la facilidad para
girar divisas al exterior.
Sin embargo,
también estuvieron presentes directivos de Shell, la corporación
anglo-holandesa en la que Arangueren realizó toda su carrera
profesional, y en la cual tiene acciones aún en la actualidad. La
compañía estaba explorando cinco pozos en tres áreas de la
formación Vaca Muerta, pero acaba de adquirir nuevos permisos por 5
millones de dólares en Coirón Amargo y plantea aumentar sus
inversiones.
Por eso, el juego
de intereses podría unir un lado y otro del mostrador. De hecho, la
estrategia de Shell en Vaca Muerta fue diseñada por el propio
Aranguren. En abril de 2014, el entonces CEO declaró que las
inviersiones apostaban porque el “viento de cambio en el gobierno
argentino alcance a la política energética para impulsar el
desarrollo del shale oil y shale gas como vehículo para reducir las
importaciones de combustibles”.
En ese mismo
sentido, Teófilo Lacroze, el actual presidente de Shell Argentina,
manifestó recientemente que debe mantenerse el precio subsidiado del
crudo en Argentina, "más alto que el precio internacional, con
el objetivo de mantener el nivel de actividad del 2015". Y dejó
en claro: "Nuestra expectativa es que esta política se
mantendrá hasta que los precios internacionales se acerquen a los
locales”.
Para mayores
detalles sobre la estrategia a mediado plazo, en el caso de Shell la
inversión apunta a construir una planta para procesar 10 mil
barriles de petróleo no convencional para 2017. La empresa
subsidiaria de Shell, O&G Developments, había anunciado en marzo
de 2013 el descubrimiento de hidrocarburo no convencional en el área
de Sierras Blancas. Por lo tanto, la corporación compite por hacer
negocios en Vaca Muerta.
Dale gas no
convencional
Los precios del
petróleo y del gas no son los mismos, pero mantienen tendencias
similares. En el caso de Argentina, no obstante, la política
energética fue decisiva en mantener bajo el precio de gas de consumo
domiciliario, y también industrial. Por el contrario, el precio de
la nafta -refinada del petróleo- sí tuvo aumentos en los últimos
años, en los cuales Shell fue la empresa pionera.
En el área
específica del gas no convencional, la compañía francesa Total
lleva la delantera, ya que el año pasado conectó diez pozos de
shale gas para venderlos al mercado local. En marzo de 2014, cuando
la entonces Presidente Cristina Fernández viajó a Francia, los
directivos de la compañía pidieron más incentivos para su
inversión. Entre ellos se destacaba achicar la brecha entre el
precio que se pagaba a la producción local y a la importación de
gas natural.
En aquel momento,
se hablaba de que el precio del millón de BTU (unidad de medición
del gas) oscilaba en torno a los 7,5 dólares para la producción
local, mientras que el gas que se importaba llegaba a los 17 dólares.
Sin embargo, ese mismo año los precios de los hidrocarburos bajaron
en todo el mundo, lo cual fue modificando el panorama del mismo modo
que lo expresado para el petróleo.
En la actualidad,
Argentina consume en el invierno 150 millones de metros cúbicos de
gas, mientras que produce sólo 100 millones. Este déficit debe
cubrirse con gas importado. A partir de allí surge la polémica por
el origen, entre los precios y las calidades relativas de la
producción en Bolivia y el que viene a través de Chile. Las
sospechas apuntan a que la empresa intermediaria, en el último caso,
resulta la propia Shell.
Si volvemos al
precio del millón de BTU de producción local, en febrero se había
negociado un precio de 4,7 dólares. Sin embargo, el Ministerio de
Energía garantizó un precio en boca de pozo de 5,1 dólares. Este
incremento, no obstante, no llegaba a cubrir el valor que tenían
años atrás por el propio mercado, y del que se hacía cargo el
subsidio estatal. Por eso mismo, la alta suba de las tarifas de gas
busca garantizar una mayor rentabilidad a las empresas del sector.
El artículo
publicado hoy en La Nación parece confirmar nuestra suposición:
"Corregir precios y atraer inversiones: claves para salir de la crisis energética". Allí la crítica a las políticas de
subsidios del gobierno kirchnerista, se une con la promesa de Vaca
Muerta: "gracias al shale gas se podría abastecer la demanda
actual del país durante 300 años". Para eso estiman
inversiones de 8 mil millones de dólares anuales, las que deben
vincularse con la tarifas acordes con estos montos.
Desde la empresa
Total, Sergo Giorgi coincidía con este diagnóstico en declaraciones
a El Cronista: "La necesidad de capital intensivo para los
desarrollos no convencionales implica que todas las partes
involucradas cooperen de manera estrecha para que la actividad sea
sostenible". Así, para que las empresas "asuman el
riesgo", también el gobierno "tiene que jugar un papel de
catalizador de inversiones en la fase de despegue del desarrollo de
Vaca Muerta".
Shell y Total
trabajan en forma conjunta en algunos yacimientos de Vaca Muerta. En
2014, Shell compró el 42,5 por ciento de la participación que tenía
Total en las explotaciones de La Escalonada y Rincón La Ceniza. La
compañía francesa mantuvo otro 42,5 por ciento y la operación,
mientras que el 15 por ciento restante corresponde a la empresa
provincial de Neuquén. El año pasado directivos de ambas compañías
coincidieron en la estrategia de multiplicar el fracking en Vaca
Muerta, pasando de 250 a 4 mil pozos.
Profundización
del extractivismo energético
Nos encontramos,
así, en la clásica situación. Las empresas piden que el Estado no
intervenga cuando esto afecta sus negocios, pero su rol es
fundamental para asegurar sus inversiones. Por ello, si el Estado
Argentino apuesta al fracking en Vaca Muerta como la solución a
futuro, sólo estaremos volviendo a subsidiar el extractivismo. Se
trata de una situación similar a la megaminería, aunque en el caso
del petróleo y el gas es diferente porque constituye el principal
insumo para las demandas energéticas en nuestro país.
Desde ya, una
política alternativa vendría con el real fomento de las energías
alternativas limpias, que nos permita superar la dependencia de los
hidrocarburos, que asciende a más del 80 por ciento. El fomento de
la energía solar y eólica, por caso, tiene como "desventaja"
que es difícil la concentración de su renta. Un modelo sustentable
incluye que cada consumidor sea también productor de energía, como
en el caso paradigmático de la energía solar calórica o térmica
instalada en cada hogar.
Solamente en ese
escenario de apuesta a futuro de mediano plazo, resultaría creíble
para la sociedad una política de ahorro de energía, que debiera
partir de la base de cuidar a los sectores sociales más vulnerables.
Por el contrario, así como en el gobierno anterior los subsidios
beneficiaban a las empresas, ahora se propone que la tarifa
domiciliaria cubra esa transferencia de recursos. Por lo tanto, el
ahorro está en función mantener y garantizar las ganancias mediante
las tarifas llamadas competitivas.
En la transición
entre un gobierno y otro, Miguel Gallucio defendía su política al
frente del YPF. Mientras que el Estado había erogado unos 11 mil
millones en 2015 para sostener el precio del petróleo y del gas, el
ex-CEO de YPF consideraba que esta situación era transitoria por la
tendencia del mercado global. La idea era aplicar la suba que ya se
había hecho en el combustible. Por lo tanto los subsidios debían
retirarse, al mismo tiempo de acompañar el hipotético repunte del
precio internacional.
Para leer el resto del artículo dirigirse a ComAmbiental
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