Un juez dispuso
que el municipio y la provincia resuelvan el peligro de inundaciones
que sufre el barrio El garrote a partir de la construcción de un
proyecto inmobiliario en la zona. La demanda fue presentada por los
vecinos con el apoyo del CELS.
La Justicia de
San Isidro dictó una medida cautelar que obliga al municipio de
Tigre y a la provincia de Buenos Aires a garantizar a las 800
familias que habitan el barrio El garrote servicios urbanos básicos.
En un plazo de 60 a 120 días, ambas jurisprudencias deberán
asegurar la limpieza, fumigación y saneamiento del río Luján y del
canal de San Fernando, además del acceso al agua potable y a la red
de gas. La demanda fue iniciada por los vecinos y patrocinada por el
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) a partir de la
construcción de un emprendimiento inmobiliario que agrava la
precaria situación del barrio al aumentar los riesgos de provocar
inundaciones. El mismo predio ya originó otra demanda por razones
medioambientales.
El juez Luciano
Enrici, del Juzgado Contencioso Administrativo 2 de San Isidro,
resolvió exigir al Estado municipal y provincial que aseguren la
correspondiente recolección de residuos en el barrio, la fumigación
y la limpieza de la zona, además del saneamiento de las zonas del
río y del canal que lo cruzan. En su fallo, el juez recuerda también
que el acceso al agua potable es un derecho humano que exige la
tutela judicial, y ordena a ambas jurisdicciones a garantizarlo para
las familias del barrio El garrote. El asentamiento comprende la zona
delimitada por las vías del Tren de la Costa, el canal San Fernando,
el río Luján y un paredón que lo separa de un predio donde en la
actualidad se construyen viviendas sociales.
“La demanda fue
una solicitud de los vecinos debido a una conjunción de factores,
uno de los cuales estaba relacionado a la construcción del
emprendimiento náutico Venice (un barrio privado ubicado sobre la
costa)”, explicó Eduardo Reese, director del área de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales del CELS. Esta construcción,
explicó, generaba temor en las familias del barrio El garrote, que
consideraban que con la alteración en el suelo llevada a cabo podía
aumentar el riesgo de que se inundara la zona en casos de lluvia.
Así, en agosto
de 2014, el CELS patrocinó la demanda de los vecinos del barrio de
Tigre, a partir de la cual se abrieron tres causas. La primera, a la
que responde el fallo aprobado por la Justicia, se inició contra la
provincia y el municipio. “El barrio -afirmó Reese- está en
una situación de claro abandono y precariedad”. Ese abandono se
manifiesta en la ausencia de un sistema cloacal, de un sistema de
recolección de basura, “pero también en la falta de saneamiento
del río y del canal que tienen altísimos niveles de contaminación”,
aportó.
El fallo del juez
cita además un informe de la Asociación Argentina de Médicos por
el Medio Ambiente, del que se desprende que en el barrio existen
“bocas de desagües cloacales hechas por los vecinos”, algunas de
las cuales se encuentran cerradas de forma insegura “mientras que
otras directamente, están abiertas”. Además, la asociación
sanitaria señala que no existen instituciones educativas ni centros
de salud dentro de los límites del barrio, por lo que para acceder a
ellos los vecinos deben salir de El garrote, aunque el estado de las
calles imposibilita la circulación del transporte público, de
ambulancias, e incluso de autos particulares.
En cuanto a la
situación medioambiental general, el informe señala que “las
aguas del canal se ven a simple vista altamente contaminadas por todo
tipo de residuos”, como la situación en la que se encuentra la
zona de la playa de su desembocadura en el río Luján, donde se
distinguen “tres montículos de aproximadamente 4 o 5 metros de
alto” de basura. “El agua que penetra en las viviendas durante
las inundaciones arrastra los contaminantes que se encuentran en el
suelo como así también los residuos cloacales vertidos a cielo
abierto”, indica el informe.
Las otras dos
causas iniciadas por el reclamo de los vecinos aún esperan dictamen
de la Justicia. Una de ellas, además del municipio y la provincia,
se abrió contra TGLT, la empresa constructora de Venice, debido al
impacto de esa edificación en la zona y las irregularidades en las
obras, entre las que se incluye su iniciación antes de conseguir el
permiso de los organismos regulatorios correspondientes. “El avance
de la investigación nos dice que la obra empezó al menos nueve
meses antes de que se aprobara la documentación técnica del
proyecto y al menos un año antes de que la Autoridad del Agua de la
provincia de Buenos Aires avalara el proyecto hidráulico”, expresó
Reese.
La tercera causa,
de nuevo contra el municipio de Tigre y contra la provincia de Buenos
Aires, apunta a la aplicación de la Ley de Acceso Justo al Hábitat
(14.449), de alcance provincial, que busca garantizar el derecho a la
vivienda y a un hábitat digno, en particular a los sectores de más
bajos recursos.
La ley
provincial, sancionada en 2012 y reglamentada a fines de 2013, además
de establecer derechos habitacionales para todos los ciudadanos,
obliga a las grandes empresas del mercado inmobiliario a ceder el
diez por ciento del valor total del terreno sobre el que construye
para la realización de planes de vivienda social. Se trata de
barrios cerrados, countries, hipermercados, clubes de campo,
shoppings y cementerios privados, “siempre que ocupen predios de
más de 5 mil metros cuadrados”, según señala la norma. “La
demanda de El garrote nos parece muy importante -aseguró Reese-
en tanto pone en juego la aplicación de una ley que busca garantizar
un derecho tan básico como la vivienda”.
Fuente:
El riesgo del country vecino, 01/07/16, Página/12. Consultado 01/07/16.
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