Inundación en la localidad de Hernando en la década de 1960. Foto: Municipalidad de Hernando |
La localidad de Hernando está ubicada en tierras destinadas a recibir los escurrimientos superficiales de una gran cuenca. Lo que marcó su historia con recurrentes inundaciones.
Hernando está ubicada en la pedanía Punta del Agua, departamento Tercero Arriba, provincia de Córdoba. A 157 kilómetros de la capital provincial, sobre las rutas provinciales N° 6 y 10. En 2010 contaba con 17.843 habitantes. El régimen anual de lluvias ronda los 700 milímetros y se concentra entre octubre y marzo, con eventos de tipo monzónico que en poco tiempo descargan mucha agua.
En el siglo XVII la merced de Hernando Pujio y Choé se convirtió en el centro de concesiones de tierra debido a la existencia de numerosas aguadas en torno a una laguna principal de gran extensión. Estas características geográficas, que favorecieron el desarrollo de la ganadería y permitieron los asentamientos de los primeros pobladores, a su vez los hicieron vulnerables a los excesos hídricos de origen pluvial.
Efectivamente, esas tierras ubicadas en la parte baja de una cuenca de unas 200 mil hectáreas, reciben los escurrimientos superficiales del faldeo serrano de las sierras chicas. En lo que actualmente se conoce como la zona de Las Gamas, Los Cóndores, Puerta Colorada y Las Peñas Sud.
Para la década de 1910, los hermanos Villanueva donaron un terreno para la estación de tren y trazaron el plano del futuro pueblo al que denominaron Hernando. La escritura de doce familias el 24 de mayo de 1912, fue el hecho jurídico tomado como fecha de fundación (1).
Las localidades argentinas fundadas por los colonizadores españoles se encuentran en lugares libres de crecidas, porque las Leyes de Indias prohibían construir asentamientos en áreas inundables. Por el contrario, en muchos asentamientos fundados posteriormente -tal es el caso de Hernando-, las inundaciones son frecuentes, "como si existiera la fantasía de que la sola presencia de la ciudad puede cambiar las leyes naturales" (2).
En la primera mitad del siglo XX comienza el cambio en el uso de los suelos en la cuenca rural, de monte nativo a uso agropecuario, en tierras con la máxima aptitud para el cultivo de maní. De esta manera, la localidad progresa como un apéndice del área productiva, existiendo una desarticulación entre los intereses de la población y la dinámica propia del entorno agroecosistémico en el que habita. En otras palabras, el crecimiento económico trajo aparejado una mayor vulnerabilidad del casco urbano a las inundaciones.
Es de suponer que cuanto más años tenga un vecino sobre sus espaldas, mayor será la cantidad de inundaciones "llegadas del campo" que recuerde. La primer fotografía que ilustra este texto, muestra una inundación de la década de 1960. La década siguiente no estuvo exenta de la problemática, la fotografía inferior da testimonio de una inundación ocurrida en diciembre de 1976. Se observa un grupo de personas con los pies en el agua del patio anegado de una casa, sus miradas parecen atravesar los años y solidarizarse con los actuales inundados. En 1978 se producirá una de las grandes inundaciones en la historia de Hernando.
A finales de la década de los 80 y principio de los 90, gran parte de la región central de la provincia presentaba un desequilibrio en su dinámica hidrológica, con procesos de erosión y sedimentación. Así lo evidencian las grandes inundaciones y afectaciones de la infraestructura pública y privada que se produjeron en ese período. Tales como el corte del camino a Monte Ralo de 1987 y la inundación de General Cabrera de 1992.
En 1993, en un lapso de 15 días se produjeron en Hernando tres inundaciones, quedando el 80 % de la localidad cubierta de agua y barro, siendo el barrio Ameghino el más afectado, uno de los sectores más bajos de la ciudad. Técnicos particulares expresaron que la única solución para ese barrio era la relocalización de las viviendas consideradas de riesgo.
Al año siguiente se construyó el canal derivador, un canal empastado a cielo abierto que intercepta el agua de los predios rurales para enviarla al arroyo Tegua. La limpieza y/o ampliación de dicho canal se repite en las notas de prensa con el paso de los años.
Acorralados por las cárcavas
A mediados de la década de 1990 se difundieron en el país los paquetes tecnológicos agropecuarios y la siembra directa. La denominada agricultura ecológica o labranza conservacionista, fue promocionada como la solución a las inundaciones aún antes de conocer los límites de la nueva tecnología agrícola. Que si bien produce un menor daño en los suelos, también permitió incorporar nuevas superficies a la producción.
Los suelos del área son haplustoles típicos de pampa loéssica alta y plana, que han sufrido los efectos del movimiento de tierra por labranza convencional y cuya capacidad de infiltración está afectada por su declive natural, además de los pecados del monocultivo de soja (3). La aparición de importantes cárcavas por erosión retrocedente, que desgarraban los campos y caminos rurales, fue un indicio de que el problema no estaba resuelto. En muchos casos, los productores construyeron canales que después derivaron en nuevas cárcavas.
El proyecto denominado de “los mil lagos”, contemplaba crear más de 800 microembalses, además de otras obras complementarias, en unas 220 mil hectáreas entre una línea que puede trazarse desde Los Cóndores a Hernando de este a oeste, y de Las Peñas a Río Tercero de norte a sur. La idea de retener los caudales antes que se acumulen y así reducir los efectos devastadores de la masa líquida, tenía varios propósitos: evitar la pérdida de suelos y la erosión hídrica, aumentar el rendimiento por hectárea y en último lugar disminuir los daños en la infraestructura vial y urbana.
La discusión de si estas obras (dentro de los propios campos) debían pagarlas los productores, o el Estado, o ambos, formó parte de los dilemas que trabaron la realización del proyecto. La gestión quedaba a cargo de la provincia, los consorcios de conservación y los consorcios camineros. Veinte años después se estima que solo un 10 % de la cuenca está sistematizada.
La lenta construcción de un desastre
El escaso avance del proyecto denota el poco interés tanto de las autoridades, como de productores y pobladores, para resolver la problemática. Cabe señalar que la naturaleza de por sí no produce peligros, sino que las sociedades deciden si esos fenómenos pueden ser peligrosos para ellas o no.
En enero de 2001, las lluvias perjudicaron a barrio Ameghino, en algunas casas había más de 80 centímetros de agua en el interior. La crónica de La Voz del Interior dice que "La situación es crítica, más si se tiene en cuenta que en este sector viven, en su mayoría, familias de escasos recursos que con cada lluvia un poco más intensa de lo normal ven sus bienes deteriorados por el agua" (4). Un vecino, Eldo Pesce, expresó: “Yo ya estoy cansado de reclamar. Si esto ocurre con una lluvia de 100 milímetros acá, qué puede llegar a pasar si viene agua de otras localidades”.
Varios años después, otra nota en La Voz del Interior de noviembre de 2007 se preguntaba por que no se registraban inundaciones en la región: "¿Es que se solucionaron todos los problemas que las ocasionaron en los años ´80 y ´90?... Todos los que conocen del tema saben la respuesta: en realidad la región puede adjudicarle esta situación a la suerte, más que a otros factores" (5).
Para 2008, Edson Franco, intendente de Dalmacio Vélez, expresaba en 2008: “La creciente del Tegua, que provocó desbordes entre Las Perdices y Dalmacio Vélez, deja de manifiesto la problemática hídrica que padece esta zona. El problema es que nadie se hace cargo, los gobiernos se suceden y todo el mundo se va en promesas” (6).
La gran inundación
La tarde del 28 de diciembre de 2013, debido a las precipitaciones en toda la cuenca, se conformó la Defensa Civil, se advirtió a los vecinos que colocaran compuertas y se designaron los centros de evacuados. A las 18:30 horas el intendente Jorge Yamul brindó a los medios de comunicación un preciso panorama de la situación (7).
Alrededor de las 23 horas la sirena anunció el ingreso de agua al casco urbano. El canal derivador desbordó y la creciente ingresó por Barrio Bertea, siguiendo por la calle Cochabamba, luego Matheu Sud, desde allí por calle Lavalle hacia el resto de la población llegando a la avenida San Martín y desde ahí hacia el noreste. Los barrios más afectados fueron Ameghino, Belgrano, Bertea y San Martín (8). En algunos sectores se acumuló 1,5 metros de agua. Se determinó el corte de la ruta Nº 6 y se cerró al tránsito la ruta Nº 10.
Los efectos de la inundación adquieren mayor o menor significación en función de la experiencia previa. Los hernandenses conocían las limitaciones del canal derivador, del canal central y del alcantarillado urbano, lo que sumado al buen funcionamiento de la Defensa Civil hizo que no hubiera que lamentar víctimas fatales.
Las valoraciones en torno a las inundaciones de Hernando y sus causas, incidirán en la búsqueda de soluciones. Hay que reconocer que se trata de una problemática socialmente construida y dejar de lado el error de culpar a la naturaleza.
Acerca de esta nota
Efectivamente, esas tierras ubicadas en la parte baja de una cuenca de unas 200 mil hectáreas, reciben los escurrimientos superficiales del faldeo serrano de las sierras chicas. En lo que actualmente se conoce como la zona de Las Gamas, Los Cóndores, Puerta Colorada y Las Peñas Sud.
Para la década de 1910, los hermanos Villanueva donaron un terreno para la estación de tren y trazaron el plano del futuro pueblo al que denominaron Hernando. La escritura de doce familias el 24 de mayo de 1912, fue el hecho jurídico tomado como fecha de fundación (1).
La plaza San Martín de la localidad de Hernando, hacia 1915. Foto: Municipalidad de Hernando |
Las localidades argentinas fundadas por los colonizadores españoles se encuentran en lugares libres de crecidas, porque las Leyes de Indias prohibían construir asentamientos en áreas inundables. Por el contrario, en muchos asentamientos fundados posteriormente -tal es el caso de Hernando-, las inundaciones son frecuentes, "como si existiera la fantasía de que la sola presencia de la ciudad puede cambiar las leyes naturales" (2).
En la primera mitad del siglo XX comienza el cambio en el uso de los suelos en la cuenca rural, de monte nativo a uso agropecuario, en tierras con la máxima aptitud para el cultivo de maní. De esta manera, la localidad progresa como un apéndice del área productiva, existiendo una desarticulación entre los intereses de la población y la dinámica propia del entorno agroecosistémico en el que habita. En otras palabras, el crecimiento económico trajo aparejado una mayor vulnerabilidad del casco urbano a las inundaciones.
Es de suponer que cuanto más años tenga un vecino sobre sus espaldas, mayor será la cantidad de inundaciones "llegadas del campo" que recuerde. La primer fotografía que ilustra este texto, muestra una inundación de la década de 1960. La década siguiente no estuvo exenta de la problemática, la fotografía inferior da testimonio de una inundación ocurrida en diciembre de 1976. Se observa un grupo de personas con los pies en el agua del patio anegado de una casa, sus miradas parecen atravesar los años y solidarizarse con los actuales inundados. En 1978 se producirá una de las grandes inundaciones en la historia de Hernando.
Inundación de Hernando, diciembre de 1976. Foto: Municipalidad de Hernando |
A finales de la década de los 80 y principio de los 90, gran parte de la región central de la provincia presentaba un desequilibrio en su dinámica hidrológica, con procesos de erosión y sedimentación. Así lo evidencian las grandes inundaciones y afectaciones de la infraestructura pública y privada que se produjeron en ese período. Tales como el corte del camino a Monte Ralo de 1987 y la inundación de General Cabrera de 1992.
En 1993, en un lapso de 15 días se produjeron en Hernando tres inundaciones, quedando el 80 % de la localidad cubierta de agua y barro, siendo el barrio Ameghino el más afectado, uno de los sectores más bajos de la ciudad. Técnicos particulares expresaron que la única solución para ese barrio era la relocalización de las viviendas consideradas de riesgo.
Al año siguiente se construyó el canal derivador, un canal empastado a cielo abierto que intercepta el agua de los predios rurales para enviarla al arroyo Tegua. La limpieza y/o ampliación de dicho canal se repite en las notas de prensa con el paso de los años.
Acorralados por las cárcavas
A mediados de la década de 1990 se difundieron en el país los paquetes tecnológicos agropecuarios y la siembra directa. La denominada agricultura ecológica o labranza conservacionista, fue promocionada como la solución a las inundaciones aún antes de conocer los límites de la nueva tecnología agrícola. Que si bien produce un menor daño en los suelos, también permitió incorporar nuevas superficies a la producción.
Los suelos del área son haplustoles típicos de pampa loéssica alta y plana, que han sufrido los efectos del movimiento de tierra por labranza convencional y cuya capacidad de infiltración está afectada por su declive natural, además de los pecados del monocultivo de soja (3). La aparición de importantes cárcavas por erosión retrocedente, que desgarraban los campos y caminos rurales, fue un indicio de que el problema no estaba resuelto. En muchos casos, los productores construyeron canales que después derivaron en nuevas cárcavas.
Vista aérea de las inmensas cárcavas en la cuenca de aporte a la localidad de Hernando, después de la gran inundación del 28 de diciembre de 2013. Foto: Elder y Diego Levrino |
El proyecto denominado de “los mil lagos”, contemplaba crear más de 800 microembalses, además de otras obras complementarias, en unas 220 mil hectáreas entre una línea que puede trazarse desde Los Cóndores a Hernando de este a oeste, y de Las Peñas a Río Tercero de norte a sur. La idea de retener los caudales antes que se acumulen y así reducir los efectos devastadores de la masa líquida, tenía varios propósitos: evitar la pérdida de suelos y la erosión hídrica, aumentar el rendimiento por hectárea y en último lugar disminuir los daños en la infraestructura vial y urbana.
La discusión de si estas obras (dentro de los propios campos) debían pagarlas los productores, o el Estado, o ambos, formó parte de los dilemas que trabaron la realización del proyecto. La gestión quedaba a cargo de la provincia, los consorcios de conservación y los consorcios camineros. Veinte años después se estima que solo un 10 % de la cuenca está sistematizada.
La lenta construcción de un desastre
El escaso avance del proyecto denota el poco interés tanto de las autoridades, como de productores y pobladores, para resolver la problemática. Cabe señalar que la naturaleza de por sí no produce peligros, sino que las sociedades deciden si esos fenómenos pueden ser peligrosos para ellas o no.
En enero de 2001, las lluvias perjudicaron a barrio Ameghino, en algunas casas había más de 80 centímetros de agua en el interior. La crónica de La Voz del Interior dice que "La situación es crítica, más si se tiene en cuenta que en este sector viven, en su mayoría, familias de escasos recursos que con cada lluvia un poco más intensa de lo normal ven sus bienes deteriorados por el agua" (4). Un vecino, Eldo Pesce, expresó: “Yo ya estoy cansado de reclamar. Si esto ocurre con una lluvia de 100 milímetros acá, qué puede llegar a pasar si viene agua de otras localidades”.
Varios años después, otra nota en La Voz del Interior de noviembre de 2007 se preguntaba por que no se registraban inundaciones en la región: "¿Es que se solucionaron todos los problemas que las ocasionaron en los años ´80 y ´90?... Todos los que conocen del tema saben la respuesta: en realidad la región puede adjudicarle esta situación a la suerte, más que a otros factores" (5).
Para 2008, Edson Franco, intendente de Dalmacio Vélez, expresaba en 2008: “La creciente del Tegua, que provocó desbordes entre Las Perdices y Dalmacio Vélez, deja de manifiesto la problemática hídrica que padece esta zona. El problema es que nadie se hace cargo, los gobiernos se suceden y todo el mundo se va en promesas” (6).
La gran inundación
La gran inundación de Hernando del 28 de diciembre de 2013 |
La tarde del 28 de diciembre de 2013, debido a las precipitaciones en toda la cuenca, se conformó la Defensa Civil, se advirtió a los vecinos que colocaran compuertas y se designaron los centros de evacuados. A las 18:30 horas el intendente Jorge Yamul brindó a los medios de comunicación un preciso panorama de la situación (7).
Alrededor de las 23 horas la sirena anunció el ingreso de agua al casco urbano. El canal derivador desbordó y la creciente ingresó por Barrio Bertea, siguiendo por la calle Cochabamba, luego Matheu Sud, desde allí por calle Lavalle hacia el resto de la población llegando a la avenida San Martín y desde ahí hacia el noreste. Los barrios más afectados fueron Ameghino, Belgrano, Bertea y San Martín (8). En algunos sectores se acumuló 1,5 metros de agua. Se determinó el corte de la ruta Nº 6 y se cerró al tránsito la ruta Nº 10.
Los efectos de la inundación adquieren mayor o menor significación en función de la experiencia previa. Los hernandenses conocían las limitaciones del canal derivador, del canal central y del alcantarillado urbano, lo que sumado al buen funcionamiento de la Defensa Civil hizo que no hubiera que lamentar víctimas fatales.
Las valoraciones en torno a las inundaciones de Hernando y sus causas, incidirán en la búsqueda de soluciones. Hay que reconocer que se trata de una problemática socialmente construida y dejar de lado el error de culpar a la naturaleza.
Vista aérea de la cuenca de aporte a la localidad de Hernando, después de la gran inundación del 28 de diciembre de 2013. Foto: Elder y Diego Levrino |
Acerca de esta nota
Este texto intenta aportar al debate de un aspecto importante de la historia ecológica de la localidad de Hernando. El lector mediante sus comentarios puede dejar sus correcciones o aportes que serán tenidos en cuenta.Referencias:
- Ordenanza Nº 113/03
- Extraído de: Viedma, la capital inundable, Antonio Elio Brailovsky, Todo es Historia nº 306, enero 1993, pg. 60.
- Daniel Alonso, Terrazas para frenar el agua y la erosión, 11/01/2008, La Voz del Interior.
- Relocalizarían un barrio en Hernando, 03/02/2001, La Voz del Interior.
- Fernando Colautti, Almafuerte, Tancacha, Río Tercero y Hernando, con suerte, 04/11/2007, La Voz del Interior.
- Gustavo Herranz, ¿Por qué desborda el arroyo Tegua?, 03/02/2008, La Voz del Interior.
- Defensa Civil alerta por lluvias en la cuenca alta. Se recomienda la colocación de compuertas, 28/12/13, RH1 Radio Integración Hernando.
- La sirena marcó el ingreso del agua a Hernando, 28/12/13, RH1 Radio Integración Hernando.
Hola. Desearía ponerme en contacto con la persona que redacto la publicación. Saludos.
ResponderEliminarDisculpá la demora en contestar. Te dejo el correo electrónico: noqueremosinundarnos@gmail.com
ResponderEliminar