Imagen del Templo I, en la ciudad maya de Tikal. Foto: David L. Lenz |
Un sofisticado sistema de almacenamiento y canalización de
agua abastecía a Tikal, la capital de un estado que se convirtió en uno de los
reinos más poderosos de los antiguos mayas.
Un equipo de arqueólogos ha descubierto en la selva de
Guatemala la mayor presa construida por los antiguos mayas. Su muro tenía 10 metros de alto y 80 de
largo y era parte de un sofisticado sistema de almacenamiento y canalización de
agua que abastecía a la ciudad de Tikal, uno de los mayores reinos de aquella
cultura.
En su conjunto este sistema hidráulico es el más complejo
del mundo maya. “Este sistema muestra que las culturas del nuevo mundo eran más
sofisticadas de lo que se pensaba”, explica a MATERIA Vernon Scarborough,
antropólogo de la
Universidad de Cincinnati (EEUU) y coautor del estudio en
Tikal, que publica hoy la revista PNAS.
En su esplendor, unas 80.000 personas vivieron en torno a
Tikal en un área de 160
kilómetros cuadrados. Su corazón era un conjunto
monumental de siete templos de hasta 60 metros de altura y zonas palaciegas que se
extendían varias hectáreas.
Tikal fue habitada desde el siglo V antes de Cristo hasta el
año 850, cuando la urbe fue abandonada repentinamente. Uno de los grandes
misterios que han rodeado este lugar es cómo los mayas pudieron crear una
ciudad tan grande en un lugar como Tikal, en medio de la selva y sin apenas
agua. Los nuevos descubrimientos del equipo de Scarborough aclaran ahora esa
pregunta.
Reservas de agua
Las excavaciones del equipo en los bosques que hoy rodean
las ruinas, uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de América, han destapado dos grandes reservas de agua,
una cerca de uno de los templos y la otra junto a la acrópolis central donde se
levantaban varios palacios. Estas reservas estaban cubiertas por jardines y
forradas con yeso.
En ellas se acumulaba el agua de un arroyo cercano así como
la lluvia caída durante la estación húmeda. Los ingenieros mayas aprovecharon
la inclinación del terreno para conectar las reservas de agua, que también
incluían filtros de arena para purificar el líquido y hacerlo potable.
El dique del palacio, de 80 metros de largo, 60 de
espesor y 10 de alto, retenía el contenido de la reserva del palacio. En su
muro, los expertos creen que había compuertas para permitir regular el nivel
del agua.
“Si el dique era tal y como pensamos, estaba muy bien
construido”, explica Scarborough. “Las compuertas de este tipo en estas
épocas sólo se conocían en yacimientos
de Yemen”, añade.
Los mayas habitaron Tikal durante unos 1.500 años. “Los
restos más antiguos que encontramos datan de los años 400 y 500 a .C.”, explica David
Lentz, colega de Scarborough en la Universidad de Cincinnati y coautor del trabajo.
Tras dominar Centroamérica durante siglos, la ciudad-estado de Tikal fue abandonada
de forma brusca en el 850 de nuestra
era, coincidiendo con el declive general de la cultura maya en el continente.
“Esta zona soporta cuatro o cinco meses de sequía al año”,
detalla Lentz. Un clima así no habría permitido la subsistencia de una ciudad
tan grande si no hubiera sido por el ingenio de sus arquitectos, que supieron
aprovechar al máximo el agua de lluvia. Para ello, el centro de la ciudad
estaba pavimentado de placas de yeso y con cierta inclinación para que todo el
agua se condujese en los depósitos. La gran plaza de Tikal, cubierta de losas,
tenía dos hectáreas, es decir, unos dos campos de fútbol.
Lo más sorprendente de estas obras es que se hicieron en la
edad de piedra de América. Al contrario que los griegos o los romanos, los mayas
no tenían herramientas de metal ni ruedas ni animales de carga. “Todo lo que
hubo aquí se hizo a fuerza de trabajo humano”, detalla Lentz.
La sociedad maya se estructuraba en torno a su rey. En su
círculo más cercano vivían sus familiares, los sacerdotes y el resto de la
élite, “compuesta por unas 2.000 personas”, explica Lentz. “Más allá de sus
palacios estaban las casas de la pequeña burguesía y los artesanos, y después
se instalaban los campesinos”, detalla.
El investigador cree que el agua fue fundamental en la caída
de los mayas. Los expertos han apuntado a hambrunas y guerras entre las
diferentes ciudades estado para explicar la desaparición de la civilización. El
colapso del abastecimiento de la reserva, que dependía de un riachuelo que pudo
agotarse en ciertas épocas, hizo que “las cosechas se arruinasen y faltase agua
para beber”, señala Lentz. “Todo esto contribuyó a buen seguro en su
desaparición”, concluye.
Mapa de la ciudad Maya de Tikal. Foto: Amanda Sullivan |
Una obra de mil años
Los investigadores creen que los depósitos de agua de Tikal
estaban cubiertos de tierra. Sobre ellos se plantaban árboles para darle
consistencia a la cobertura. Pudieron ser plantaciones de simples arbustos o
árboles frutales, lo que algunos conocen como “bosque comestible”, según Vernon
Scarborough. “Es difícil saber a cuánta gente abastecían las tres reservas
descubiertas en las proximidades de Tikal, pero diría que fueron unas 10.000” , explica.
La reserva del templo es la más elevada del complejo.
Almacenaba más de 27.000
metros cúbicos . Este depósito se conectaba con la
reserva del palacio, que pudo acumular unos 75.000 metros cúbicos .
En caso de necesidad, el agua de esta reserva se enviaba a su vez a un tercer
depósito, la reserva escondida. Toda esta canalización de Tikal fue mantenida,
reformada y ampliada “durante un milenio”, según David Lentz.
La existencia del gran dique del templo fue teorizada por
primera vez por el arqueólogo Peter Harrison en los 60, dice Scarborough. El
experto no llegó a publicar los datos que obtuvo durante sus excavaciones en
Tikal, hace ya cuatro décadas, explica el investigador. El nuevo estudio es el
primero en detallar el funcionamiento de toda la red de cisternas y canales,
que fue el mayor del mundo maya. El dique de Tikal fue el segundo de este tipo
más grande que se conoce tras el de Purrón, en el valle de Tehuacán, México.
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Fuente:
Nuño Domínguez, Hallan la mayor presa construida por los mayas, 16/07/12, Materia.
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