domingo, 16 de octubre de 2011

La mamá que salvó a sus 5 hijos del aluvión

En 1895, el Río Mendoza desbordado borró gran parte de Mendoza. Una mujer pudo salvar a sus chicos sólo con sus fuerzas. Estaba embarazada.

por Carlos Campana

Nadie puede negar que el amor de una madre por sus hijos en situaciones límites, va más allá de lo imaginable, rompiendo todas las barreras.

Hace 116 años, una mamá que estaba embarazada de tres meses, en un valeroso acto de amor, salvó la vida de sus cinco chicos. ¿El marco del acto heroico? El trágico aluvión que arrasó con buena parte de la ciudad de Mendoza. Aquí, su historia.

Agua contra calor
En enero de 1895, una ola de calor invadió a todo el territorio mendocino; fue un verano bastante atípico para la estación.

Las temperaturas oscilaron entre los 28º de mínima a unos 42º de máxima. La humedad era muy elevada; entonces, al caer la tarde, se desataban fuertes tormentas que duraban algunas horas. Luego se despejaba y volvía el calor.

El 7 de enero, un gran aguacero azotó la cordillera de los Andes y el caudal del río Mendoza creció de manera alarmante. Las aguas destruyeron una parte del ferrocarril, pero nadie informó o tomó medidas ante el inminente aluvión.

Al día siguiente, la ciudad de fines del siglo XIX se encontraba tranquila y como de costumbre, las personas marcharon a sus respectivos trabajos. Los bancos y los locales abrieron sus puertas con total normalidad. Parecía que la jornada se desarrollaría sin mayores sobresaltos. Nadie imaginaba que ese 8 de enero Mendoza se vería afectada por una catástrofe sin precedentes.

Una madre abnegada
Aquella mañana, el matrimonio Di Pasquale se levantó muy temprano. Esta familia de origen italiano, vivía en una casa ubicada en la calle prolongación Colón -hoy Arístides Villanueva- y Belgrano. Después del desayuno, don Damián salió para las oficinas del ferrocarril trasandino, en donde trabajaba como secretario de Vías y Obras.

Su esposa Natalia hacía tres meses que estaba embarazada y luego de finalizar con los quehaceres domésticos, despertó a sus cinco niños y se puso a dar el biberón al más chiquito que tenía dos años. En el cielo, los nubarrones avanzaron hacia la ciudad, amenazando con una gran tormenta.

Al mediodía, como era de suponer, se descargó un fuerte aguacero que hizo que todos se quedaran dentro de sus casas. Las acequias se desbordaron inundando algunas veredas.

Minutos después dejó de llover y cuando el cielo empezaba a despejarse, una fuerte corriente de agua se desplazó rápidamente sobre la parte oeste de la ciudad, arrastrando todo lo que estaba a su paso. Muy pocos se dieron cuenta de que era un gran aluvión. Muy pocos pudieron salvar sus vidas.

Las aguas bajan turbias
Las oscuras aguas bajaron a una velocidad asombrosa, inundando las casas y llevándose, árboles, animales, carros y mucha gente.

La señora Di Pasquale y sus hijos, terminaban de almorzar, cuando sintieron un estruendoso ruido que se acercaba velozmente. Una gran masa de agua que venía por la calle Belgrano penetró con fuerza por la puerta del patio e inundó las piezas de su vivienda. Sin pérdida de tiempo e instintivamente, la madre buscó a sus pequeños y los colocó a todos arriba de la mesa.

Con el agua hasta la cintura, la mujer pudo subirse a la mesa en donde estaban todos y permaneció allí por algunos minutos. Pero la segunda puerta del comedor que daba a la calle, se abrió y la creciente invadió la habitación con tal fuerza que volcó la mesa en donde estaban todos y cayeron al agua.

La madre, con un esfuerzo sobrehumano, fue buscando a cada uno de los chiquitos que gritaban desesperados; los tomó y se los cargó como pudo en sus espaldas a unos, otros en sus brazos y el último arriba de su cabeza. El agua siguió entrando con toda potencia, pero ella parecía poder más que la naturaleza.

Las fuerzas de aquella brava mujer se debilitaron, pero se resistió a soltar a sus hijos que tenían el agua en el cuello. Parecía que el final de sus vidas se acercaba...

Salvados por milagro
Desde su oficina, don Damián Di Pasquale se dio cuenta del peligro que podían correr su esposa e hijos al bajar las aguas. Con gran desesperación salió hacia su casa pero el caudal era tan grande que le fue imposible cruzar.

Mientras tanto, la mujer y los chicos seguían luchando contra el embate de las aguas que se desplazaban con toda su furia. Solamente, un milagro podía salvar a estos desdichados.

Un vecino llamado Pedro Sosa oyó los desgarradores gritos de doña Natalia y sus hijos. El hombre acudió inmediatamente a su auxilio y arriesgando su vida se metió como pudo a la vivienda y fue sacado a los cinco chicos, uno por uno, dejándolos en un lugar seguro. Por último, tomó en los brazos a la extenuada madre que casi sin aliento, sólo pudo decir gracias.

Todos estaban a salvo
El aluvión del 8 de enero de 1895 se cobró más de un centenar de víctimas fatales; además la corriente se llevó vagones, locomotoras y destruyó galpones de la estación del ferrocarril.

También causó importantes destrozos en casas y edificios de la ciudad, con pérdidas millonarias para la provincia de Mendoza.

Fuente: 
Los Andes, 18/10/2009, "La mamá que salvó a sus 5 hijos del aluvión".

No hay comentarios:

Publicar un comentario