Aunque en marzo se rechazó establecerlo como una unidad de tiempo geológico, la idea del Antropoceno se ha asentado en el imaginario colectivo y entre la comunidad científica como sinónimo del impacto humano en el planeta Tierra.
Por Juan F. Samaniego
En marzo de este año, la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS, por sus siglas en inglés) votó en contra de establecer el Antropoceno como una unidad de tiempo geológico. Las pruebas –argumentó este organismo– no eran lo suficientemente concluyentes, así que no había debate: la humanidad sigue viviendo en el Holoceno. Sin embargo, aunque la IUGS pudo haber dado carpetazo al asunto para los burócratas de la geología, el debate a nivel científico sigue más que abierto. Un nuevo estudio basado en registros geológicos de 137 lugares concluye que sí estamos en el Antropoceno y que la nueva época empezó exactamente en 1952.
El estudio, recién publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y liderado desde la universidad japonesa de Ehime, vuelve a exponer una larga lista de evidencias geológicas del aumento del impacto humano en los sistemas de la Tierra durante los últimos 70 años. No es el primero en hacerlo –ni probablemente será el último–, pero sus conclusiones tampoco son suficientes para reabrir el debate en la IUGS por ahora. De hecho, ninguno de los expertos que votaron en contra de definir el Antropoceno como época geológica niega el impacto del ser humano en el planeta, solo tienen ciertas reservas a la hora de establecerlo como un marco temporal a nivel geológico.
No hay dudas: los humanos estamos cambiando el planeta
Según los autores del estudio, definir el comienzo del Antropoceno (cuando la presión acumulada de las actividades humanas comenzó a producir cambios importantes en los sistemas de la Tierra) es difícil por la variabilidad espacial y temporal del impacto de los humanos en el medioambiente. Esta variabilidad complica (en este y en otros estudios) los esfuerzos para definir un límite estratigráfico para el Antropoceno. Esto es un punto clave en el debate, ya que para definir las fronteras geológicas de la historia del planeta debe percibirse un cambio claro en las capas de sedimentos del suelo, llamadas estratos.
Para intentar encontrar esta frontera, los científicos japoneses recopilaron cientos de registros del impacto antropogénico en 137 puntos del globo que cubrían el rango temporal de los últimos 7.700 años. Así, identificaron tres posibles límites para el inicio del Antropoceno: la revolución industrial (entre 1855 y 1890) dejó marcas claras como el incremento de las concentraciones de plomo; el periodo de 1909 a 1944, en el que se registran cambios en las composiciones de polen y de hollín; y el período 1948-1953, en el que aparecen aumentos de contaminantes orgánicos y microplásticos, así como de plutonio y carbono-14 moderno derivados de las explosiones nucleares.
De todos ellos, consideran que el último es el más claro, y por eso concluyen que el Antropoceno habría empezado alrededor de 1952. “El trabajo permite inferir la influencia humana en el medio natural en los últimos 8.000 años. Se trata de un trabajo arduo, detallado y muy completo, que aporta resultados sólidos y concluyentes”, señala Blanca Martínez, investigadora del departamento de Geología de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, sin relación con el estudio, en declaraciones a Science Media Centre. “Sin embargo, los datos no son suficientes para plantear el año 1952 como comienzo de una nueva subdivisión de la escala de los tiempos geológicos”.
De acuerdo con la investigadora, el estudio aporta datos que evidencian que, desde la mitad del siglo XX, durante lo que se conoce como la Gran Aceleración, la alteración de los ciclos naturales por parte de la actividad humana alcanzó niveles muy significativos. Sin embargo, para Martínez no es posible inferir la persistencia futura, a escala geológica, de estas evidencias en el registro sedimentario. Este fue uno de los argumentos que se usaron para desestimar el Antropoceno como época geológica en la votación de la IUGS. “Lo que sí es una nueva llamada de atención de la importancia de disminuir el efecto humano en el planeta para poder predecir los cambios climáticos y bióticos futuros y adaptarnos a ellos de manera eficiente”, añade.
¿Ha llegado el Antropoceno para quedarse?
El estudio de los investigadores japoneses también concluye que el aumento global de impactos humanos desde 1952 es tan elevado que sugiere que el ser humano se ha convertido en una fuerza geológica y planetaria capaz de dejar su huella en la historia de la Tierra. El cambio climático, la transformación del ciclo del nitrógeno y del fósforo o los rápidos movimientos de especies invasoras entre continentes vendrían a confirmar esta hipótesis.
“Los autores concluyen que, aunque la humanidad comenzó a modificar la superficie terrestre de manera significativa y progresiva con el inicio de las sociedades agrícolas hace miles de años en el Neolítico, la colonización europea de América en el siglo XV o la revolución industrial en el siglo XVIII, el aumento sin precedentes de la huella humana a nivel global comenzó a partir de 1952”, señala Alejandro Cearreta, catedrático de Paleontología en la Universidad del País Vasco UPV/EHU, a través de Science Media Centre.
El investigador reconoce que la base científica del Antropoceno es sólida, tal como concluyó en su día el Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (el grupo de la IUGS al que se le encargó la investigación previa a la votación). Además, al contrario de lo que sucede con la mayoría de épocas, periodos y eras geológicas, el Antropoceno es un término que ha calado con rapidez en el imaginario colectivo para agrupar todos los impactos humanos en el planeta, desde el cambio climático hasta la pérdida de biodiversidad. Y es que, más allá de las pruebas que queden registradas en las rocas y en los sedimentos, la huella humana en la Tierra es cada vez más evidente.
Fuente:
Juan F. Samaniego, El debate del Antropoceno sigue abierto: un nuevo estudio fecha su inicio en 1952, 23 septiembre 2024, Climática.
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