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Operativos en Cruz de Caña y zona, enero de 1992. Foto: La Voz del Interior. |
El mismo día de 1992 en que un río se llevó 36 vidas de San
Carlos Minas, una familia perdió a ocho integrantes en Cruz de Caña. Una
historia olvidada, que casi ni fue noticia.
por Fernando Colautti
Podría calificarse como una tragedia invisibilizada. Ocurrió
hace 21 eneros, pero Córdoba no la tiene presente. Es que otra, cercana, la
tapó. Pero que ocho integrantes de una misma familia hayan fallecido en el
mismo instante, por la creciente de un río, tiene pocos registros en la
historia. Es hora de contarla.
El 6 de enero de 1996 una impresionante crecida del río
Noguinet, en el noroeste cordobés, arrasó con la localidad de San Carlos Minas.
Entre tantos destrozos que sufrió el pueblo, ninguno como sus 36 vidas
perdidas. Por esos días, el país de las noticias enfocó, justificadamente,
hacia San Carlos Minas.
Pero casi nadie reparó -ni noticia fue- otra catástrofe
ocurrida, por el mismo fenómeno, algunos kilómetros más arriba. Ni en cada
aniversario, que los medios cordobeses recordamos, aparece “esa otra” tragedia.
Fue en Cruz de Caña, departamento Cruz del Eje, a 208 kilómetros de la
ciudad de Córdoba. A la misma hora en que el Noguinet se llevaba puesto a San
Carlos Minas, una pared de agua similar avanzaba, sin aviso, por el río San
Guillermo.
Eran las 9. Había llovido tupido esa madrugada. En su casa
de veraneo, Antonio Romero Díaz (83) quizá preparaba unos mates para su esposa
Irma Ryser (75). Nadie sabe, pero se presume que aún dormían su hijo Jorge (38)
y su nuera Patricia (32), y los cuatro hijos de estos, de 6 a 12 años.
Fue un flash. En un instante, la correntada se los llevó. A
ellos y a la casa entera. Ocho entre padres, hijo, nuera y nietos. Una noticia
que habría dado la vuelta al mundo, si no fuera porque quedó casi oculta detrás
del otro aluvión, que a la misma hora hacía estragos con mayúscula en un pueblo
cercano.
Contarlo ahora. Irma Romero y cuatro hermanos más pueden
contar la historia. Ella perdió ese día a padre, madre, hermano, cuñada y
cuatro sobrinos.
“Siempre nos llamó la atención que en cada aniversario se
recordara sólo la tragedia de San Carlos Minas”, admite. “Parece como si esto
otro no hubiera ocurrido, Incluso en esos días, con tanta confusión de datos,
tampoco hubo noticias claras sobre nuestro caso”, marca, 21 años después.
Irma tenía entonces 47 años y se había quedado en Córdoba.
“El 3 de enero los ocho se fueron a pasar unos días a Cruz de Caña, un lugar
bellísimo. La casa familiar estaba sobre una loma, justo en una curva que hacía
el río. Por lo que supimos de lugareños, una pared de agua de 12 metros de altura
arrasó con todo. La creciente cortó camino y borró la curva del río. Se llevó
la casa con todos los que estaban adentro. Ni el terreno en realidad quedó.
Cerca, había ruinas de un lavadero de oro de la época de los jesuitas, de más
de 400 años, que desapareció”, relata. Una muestra de que, ahí, en cuatro
siglos no hubo una creciente igual.
El pueblito de Cruz de Caña no fue muy afectado. La casa de
los Romero Díaz, en las afueras, fue la única borrada. Y para siempre.
La
Provincia tenía su helicóptero en San Carlos Minas. Los
Romero debieron alquilar uno. Otro grupo fue por tierra, pero dando largos
rodeos porque varios puentes habían caído. “Cuando llegamos fue increíble; no
había quedado nada, salvo algún cimiento de la casa. Un auto estaba a cientos
de metros, enterrado en la arena”, resume Irma.
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El río San Guillermo a su paso por Cruz de Caña, en el noroeste cordobés. Foto: Julio Albornoz |
"No creo que en el mundo haya muchos casos así"
Los ríos San Guillermo y Noguinet nacen en la zona serrana
de Los Gigantes. Esa madrugada del 6 de enero de 1992, “se llovió todo”.
Fueron 240 milímetros en la cuenca alta y 204 en la
baja, en apenas seis horas.
“En Córdoba nos enteramos de modo casual. Esa noche llegué a
casa y por televisión hablaban de lo ocurrido en San Carlos Minas. Como era en
la misma región, intentamos llamar por teléfono pero no hubo modo. Era obvio:
la crecida se había llevado todo. Los celulares no existían. Recién a la
madrugada siguiente tuvimos un dato: en una radio decían que en Cruz de Caña el
río se había llevado una casa y que una familia habría desaparecido”, cuenta
Irma ahora.
Fue una catástrofe familiar. De los ocho cuerpos, uno jamás
fue hallado. Varios aparecieron a kilómetros del lugar.
“Una mano importante en la búsqueda desesperada nos dieron
los lugareños. Las autoridades estaban en otra cosa”, recuerda la mujer. El
foco, de medios y gobiernos, estaba puesto en San Carlos Minas.
Las noticias de los días siguientes daban cuenta de 36
desaparecidos en San Carlos Minas, tres en Villa de Soto, uno en Toro Muerto y
varios en Cruz de Caña, aunque sin precisar.
“Aún hoy no lo podemos creer. No creo que en el mundo haya
muchos casos, fuera de guerras, con ocho familiares borrados en un segundo”,
dice Irma, sobre una historia que el agua también pareció llevarse.
Fuentes:
Fernando Colautti, La "otra" tragedia, que quedó tapada por el gran aluvión, 26/01/13, La Voz del Interior. Consultado 26/01/13.
"No creo que en el mundo haya muchos casos así", 26/01/13, La Voz del Interior. Consultado 26/01/13.
Yo conozco el lugar y conocía a la familia Romero. una hermosa familia. todavía me conmueve pensar en como pasó!
ResponderEliminarYo ayer conoci el lugar y la historia de la familia Romero. Muy triste.
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