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Instrumentación en la sala de control del reactor B, que estuvo en funcionamiento hasta su desmantelamiento en 1968. |
Parece que Trump no advierte el descalabro que significó la hasta ahora fracasada limpieza de la primera fábrica de plutonio estadounidense. No obstante, Trump insiste, reinició la producción de plutonio para armas nucleares.
Por Juan Vernieri
En ningún otro lugar la contaminación radiactiva es mayor que en Hanford, en el estado de Washington, donde se establecieron los reactores productores de plutonio, materia prima de las bombas atómicas.
El venenoso legado de la Guerra Fría aún no tiene solución. A pesar de que se demolieron los ocho edificios fábricas de Hanford, todavía quedó allí la mayor parte del desecho tóxico del país, con miles de toneladas de desperdicio y 200 millas cuadradas de agua y suelos contaminados. Residuos que serán radiactivos por miles de años. Las autoridades no tienen claro qué hacer.
En Hanford ya no queda plutonio en estado puro o utilizable, pero los residuos radiactivos que quedaron contienen trazas de plutonio y otros productos de fisión.
Limpiar los tanques subterráneos que estaban filtrando residuos venenosos hacia el río Columbia, ubicado a menos de 10 kilómetros de distancia, y estabilizarlos de alguna manera para su eliminación permanente planteó uno de los problemas químicos más complejos jamás enfrentados.
Como dijimos en nota anterior, se planeó bombear el lodo, incrustarlo en vidrio y depositarlo en las profundidades de las montañas del desierto de Nevada. Pero ni la planta de vitrificación, ni el almacén geológico profundo que se estaba construyendo, existen en la actualidad.
En la localidad de Carlsbad, en el estado de Nuevo Mexico hay un depósito subterráneo denominado Waste Isolation Pilot Plan (WIPP) donde desde 1999 se almacenan desechos tóxicos nucleares de la fabricación de armas del país. Permanecen allí cubiertos por múltiples capas de sal de unos 250 millones de años de antigüedad, que teóricamente evitan que la radioactividad llegue al exterior.
Se supone que los restos que aún quedan en Hanford finalmente serán trasladados y depositados en WIPP, pero aún se desconoce si lograrán antes vitrificarlos, además depende de si aumentan su capacidad, pues no alcanza para la inmensa cantidad que hay en todo el territorio norteamericano.
Además de algunos accidentes dentro de estas instalaciones de WIPP, que obligaron a suspender su actividad por un tiempo, el problema que no se ha resuelto aún es cómo advertir a las generaciones futuras que no desentierren los residuos que están allí depositados.
La mezcla de desechos radiactivos y químicos de varias décadas de producción de plutonio, que se planean convertir en vidrio, están todavía en los tanques. Aproximadamente 200 millones de litros de desechos altamente radiactivos en 177 tanques subterráneos, muchos de los cuales tienen filtraciones.
Estos tanques estaban destinados a servir como almacenamiento provisional y ahora la mayoría han superado su vida útil. Durante las últimas décadas, ha habido un esfuerzo continuo para evaporar el exceso de líquidos de los tanques y transferir los desechos de tanques de una sola carcasa a tanques de doble carcasa más seguros.
Sin embargo, estos tanques de doble carcasa siguen siendo una solución temporal, hasta que los residuos puedan enviarse a alguna planta vitrificadora.
Estado del Proyecto de Vitrificación
La construcción de la planta de vitrificación, llamada Vit Plant, comenzó en 2002, pero ha tenido retrasos y sobrecostos.
El tratamiento de los desechos de baja actividad comenzó en 2022, con la expectativa de operar a gran escala en 2025.
La vitrificación de los desechos de alta actividad, los más peligrosos, aún no ha comenzado y enfrenta retos técnicos y de financiamiento.
La vitrificación completa aún tomará décadas.
Sin resolver este grave problema de residuos, Trump reinicia la fabricación de plutonio.
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