En notas anteriores comentamos que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) reconoce que el funcionamiento rutinario de los reactores nucleares emite radiaciones al ambiente.
Por Juan Vernieri
Pero no es el único organismo oficial que reconoce la contaminación radiactiva. También ha sido reconocido por el Congreso de los Estados Unidos y el Parlamento Europeo.
La ley RECA, de compensación por exposición a la radiación, sancionada en el país del Norte, establece la compensación monetaria de las personas que contrajeron cáncer y una serie de otras enfermedades específicas como resultado directo de su exposición a las pruebas nucleares atmosféricas, realizadas por el país durante la Guerra Fría.
A regañadientes, con posterioridad, incluyó a los afectados por el gas radón y otros isótopos radiactivos durante la extracción, la molienda o el transporte de mineral de uranio.
La aplicación de esta ley fue increíblemente restrictiva a fin de evitar las enormes fortunas que el estado norteamericano debía disponer para compensar a todos los afectados.
Respecto a la radiación emitida por las centrales nucleares, no se conoce por falta de investigación, qué efectos produce en la población, precisamente tal vez a fin de no aumentar los importes compensatorios.
Los reactores nucleares liberan desechos radiactivos al medio ambiente en cada etapa del ciclo del combustible: antes en las minas de uranio, luego en las plantas donde se producen enormes cantidades de residuos radiactivos, y finalmente durante la conversión química, el enriquecimiento y la fabricación del combustible.
Está comprobado que el gas radón radiactivo que se escapa en el Oeste de los Estados Unidos llega al Atlántico y más allá.
Existen preocupaciones válidas sobre el calentamiento global causado por el dióxido de carbono de las plantas de energía a combustible fósiles. Sin embargo, la producción de combustible de uranio también produce emisiones de gases de efecto invernadero, que colaboran en la crisis climática.
De hecho, la minería y el procesamiento del uranio se encuentran entre las operaciones industriales con mayor intensidad de dióxido de carbono.
Las centrales nucleares no tienen que explotar o fundirse para liberar sus venenos radiactivos. Durante el funcionamiento rutinario, liberan contaminantes a la atmósfera y a los ríos, lagos y océanos que proporcionan agua de refrigeración al reactor.
Es imposible hacer funcionar un reactor sin estas emisiones rutinarias. No existe ninguna tecnología económicamente viable para filtrar todos los radioisótopos, incluidos el tritio (hidrógeno radiactivo) y los gases radiactivos criptón y xenón, algunos de los cuales se convierten en estroncio y cesio radiactivos.
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