lunes, 2 de diciembre de 2024

Ese mal lugar

Por Antonio Vercher

Cuando uno se pone a leer sobre el reciente desastre provocado por la última DANA en la provincia de Valencia, lo primero que le llama la atención es que las noticias abundan sobradamente y que, además, están al alcance de todo el mundo. Es cierto que la información, y los correspondientes datos que la sustentan, no siempre coinciden. Como suele ocurrir con las investigaciones periodísticas, las cifras bailan un poco, según la fuente de información utilizada por el periodista de turno, pero, en el fondo, todo viene a ser lo mismo.

En este caso se habla, por ejemplo, de que aproximadamente tres millones de españoles viven en zonas inundables. Esas cifras suben escandalosamente en algunas provincias como Valencia, Alicante y Murcia. Un comentarista, arquitecto de profesión, a mayor abundamiento, señala, además, que en “la zona de Paiporta, Torrent, Picanya, Alfafar, etc., hay una envolvente de peligrosidad. La zona roja se va a inundar una vez cada 25 años aproximadamente, pero en caso desbordamiento, la gris sería una piscina”. La nota de prensa añade, además, que todo ello constituye, sigo citando la misma nota de prensa, “lo que se dice una combinación explosiva —así, en negrilla— que deja en muy mal lugar a los técnicos y ayuntamientos que han permitido que se construyera en esas zonas”. Lo cierto es que abundan los comentarios al respecto y no necesito insistir en los mismos por razones evidentes.

Además, en el momento de escribir estos apuntes vuelven a producirse las correspondientes alarmas, dado que el riesgo de lluvias torrenciales persiste. No sé, sin embargo, si el verbo “vuelven” es o no del todo correcto, habida cuenta el debate valleinclanesco que existe al respecto, con toda suerte de floretes, espadas y sables oscilando persistentemente y cortando el aire por doquier. Porque, ¿ha sido la primera alarma o la segunda? ¿Se mandó a todo el mundo o solamente a algunos sectores? ¿Se hizo pronto o más bien tarde? En fin, lamentable y triste, pero cierto es que se discute todo lo discutible. Ahora habrá que exigir las responsabilidades que procedan y mal será si no se hace.

Planeamientos urbanísticos

Ahora bien, lo que más me sorprende de todo lo ocurrido es ese “mal lugar” en el que se deja a técnicos, ayuntamientos -y políticos, añadiría yo- por esos planeamientos urbanísticos que han permitido que ocurriera lo que ha ocurrido, esta vez y otras veces más, porque, según abundante información periodística, esto no es la primera vez que sucede. Desde luego nuestros héroes (es decir, técnicos, políticos, etc.) deben estar fastidiados, digo yo, porque, habida cuenta de la magnitud de lo ocurrido, es como para dejar de ir al cine durante un par de semanas, o incluso tres. No me cabe la menor duda de que el disgusto que deben de sentir por lo ocurrido debe de estar incidiendo muy negativamente en sus aparatos digestivos.

Lo que no acabo de comprender es cómo es posible que toda esta materia, amén de las actitudes que la acompañan, y que tienen en España una regulación penal desde el año 1995, acabe poco menos que equiparada al hecho de olvidar poner azúcar en la taza de té o a utilizar pan blando en la compleja operación de preparar bocadillos de calamares.

¡¡¡Caray, que terrible fallo…!!!

Diferentes velocidades

Y es que uno, que por supuesto está chapado a la antigua y lleva más de cuarenta años desenredando azarosos problemas penales, de este Código y del anterior, todavía no ha logrado comprender la razón por la que se establezcan diferentes velocidades en la aplicación del Código Penal. Porque, qué duda cabe de que todo el mundo tiene perfectamente claro lo que comporta un homicidio o un robo y su autor sufre, normalmente, el estigma que viene recibiendo el sufrido delincuente desde el Código de Hammurabi, por así decirlo, aunque igual exagero.

Sin embargo, cuando llegamos a este tipo de “minucias”, es decir, delincuencia urbanística, ambiental y otras y similares veleidades y que en ocasiones conllevan penas importantes de privación de libertad, se espera que se aplique el famoso principio de “ancha es Castilla” o, el no menos famoso “salga el sol por Antequera”. Es decir, el Código Penal, en lo que a este tipo de supuestos respecta, queda como aguas de borrajas.

Desde 2008

Si no me falla la memoria, desde el año 2008, es decir dos años después de la constitución de la Fiscalía de Medio Ambiente, también conocida como la Unidad de Medio Ambiente de la Fiscalía General del Estado, se viene pidiendo a los ayuntamientos españoles que eviten o, si no, denuncien este tipo de delitos. Pero lo cierto es que es como pedirle sandías a la parra o manufacturas de metal a las gallinas. Es decir, poco menos que imposible.

Cuando luego ocurren acontecimientos del tipo del que estamos siendo testigos, se producen fenómenos interesantes De repente, la misma prensa que viene reflejando ese “mal lugar” en el que queda nuestro probo técnico municipal, amén del consistorio e incluso del político de turno por sus acuáticos planeamientos, empieza a aflorar todo tipo de irregularidades al respecto. Vaya, ¡¡¡qué casualidad…!!! De repente, el milagro.

La pregunta es simple: ¿habrá que esperar al Juicio Final para que se reaccione como procede, y por parte de quien procede, sobre el urbanismo y la ordenación del territorio en zonas inundables o habrá que esperar a que previamente desarrollemos branquias, en lugar de nuestros amados e ínclitos pulmones? Dejo la pregunta en el aire, aprovechando que seguimos teniendo pulmones y que la calidad del aire en algunas ciudades españolas empieza a mejorar, gracias a la regulación legal sobre las Zonas de Bajas Emisiones, aunque habrá que ver, porque esa figura (ZBE) y los tres términos que la integran también ha dado lo suyo que hablar.


Antonio Vercher, Fiscal de sala de Medio Ambiente y Urbanismo, España.


Fuente:

Ese mal lugar. Por Antonio Vercher (Fiscal de sala de Medio Ambiente y Urbanismo), 29 noviembre 2024, EFEverde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario