miércoles, 11 de diciembre de 2024

Emisiones radiactivas rutinarias de las centrales nucleares | 1.° parte


Por Juan Vernieri │ Ilustración Ana Rosa Feldman y Suárez

Todos los reactores nucleares vierten agua radiactiva, dispersan partículas radiactivas y dispersan gases radiactivos como parte de su funcionamiento rutinario y diario. Así envenenan lentamente a las comunidades vecinas. No es necesario que se produzca un accidente.

Las entidades creadas para regular la actividad nuclear en todos los países, miran para otro lado y permiten estas emisiones radiactivas.

Cualquier exposición a la radiación aumenta el riesgo de daño a los tejidos, células, ADN y otras moléculas vitales, lo que puede causar mutaciones genéticas, cánceres, leucemias, defectos de nacimiento y trastornos del sistema reproductivo, cardiovascular, endocrino e inmunológico.

La Dra. Helen Caldicott, presidenta fundadora de Beyond Nuclear, entrevistó a Kay Drey, miembro de la junta directiva de Beyond Nuclear y miembro de la junta directiva del Centro de Derecho Ambiental de los Grandes Ríos.

Durante casi 40 años, Kay Drey ha investigado los peligros de la energía nuclear y los desechos nucleares, y ha abogado por el cierre de plantas nucleares y otras instalaciones de uranio. Fue bastante activa en el trabajo de derechos civiles antes de centrarse en la energía nuclear.

Kay y la Dra. Caldicott conversaron sobre las implicaciones generalizadas para la salud pública de las llamadas liberaciones radiactivas rutinarias de las centrales nucleares, en las que se emiten muchos gases peligrosos y subproductos de fisión durante las operaciones diarias.

Kay proporciona una lista de aguas superficiales norteamericanas en las que se vierten desechos líquidos contaminados con radiactividad.

Lo que no se divulga

No hace falta que se produzca un accidente para que una planta nuclear libere radiactividad en el aire, el agua y el suelo. Basta con que la planta funcione de manera rutinaria y que las reglamentaciones federales permitan estas liberaciones radiactivas.

Un reactor nuclear en funcionamiento medio tendrá aproximadamente la radiactividad de larga duración equivalente a al menos 1.000 bombas de Hiroshima.

Central Atucha II junto al río Paraná

Las barras de combustible, las tuberías, los tanques y las válvulas de un reactor pueden tener fugas. Los fallos mecánicos y los errores humanos también pueden provocar fugas. A medida que una planta nuclear envejece, también lo hace su equipo y, por lo general, las fugas aumentan.

Se elimina intencionalmente una parte del agua contaminada del recipiente del reactor para reducir la cantidad de sustancias químicas radiactivas y corrosivas que dañan las válvulas y las tuberías. El agua se filtra y luego se recicla nuevamente en el sistema de enfriamiento o se libera al medio ambiente. Nuestros reactores de Atucha la descargan al río y el reactor de Córdoba al lago Embalse.

Normalmente, un reactor como Atucha II, sin torre de refrigeración, absorbe más de un millón cuatrocientos mil litros por minuto, que la usa como refrigerante. El agua de descarga, además de tener una temperatura superior, está contaminada con elementos radiactivos en cantidades que no se conocen con precisión ni se pueden conocer, pero que son biológicamente activos, es decir es agua caliente que afecta a la fauna y flora del curso de agua. (Fuente NIRS Servicio de Información y Recursos Nucleares)

En próxima nota continuamos con el tema.

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