Reconozco que me ha costado mucho sentarme ante el ordenador para escribir unas líneas sobre la DANA.
Por Juantxo López de Uralde
Al dolor de los miles de afectados que te golpea en el corazón, se suma, en esta ocasión, mi convicción de que muchas de esas víctimas podían haberse evitado si se hubiera escuchado a la AEMET, y la Generalitat valenciana hubiera enviado las alarmas a tiempo.
Una intervención a tiempo hubiera salvado muchas vidas.
A quienes desde hace décadas trabajamos para advertir de los riesgos del cambio climático, y urgir la necesidad de adoptar medidas preventivas nos han llamado catastrofistas, ecolojetas, colapsistas, o cosas mucho peores.
Por eso, cuando la hipótesis se convierte en realidad, queda muy poco que añadir a los dramáticos hechos.
En todo caso, y siendo aún muy prematuro hacer lecturas definitivas, sí que creo que ya podemos extraer algunas lecciones para el futuro.
Las expondremos aquí, aunque sabemos que el debate irá (ya está yendo) por otro lado, dominado por los bulos que parecen extenderse con especial inquina entre el fango causante de tanto dolor, y el sufrimiento. Supongo que para mucha gente las explicaciones fáciles son más fáciles de asumir.
Ahí van, sin más, algunas lecciones extraídas en estas primeras horas desde que comenzó la tragedia:
En primer lugar, las alarmas de los organismos científicos están para que las administraciones se hagan eco de ellas. No se pueden seguir ignorando de forma sistemática las alertas que, de forma reiterada, se emiten por parte de quienes tienen la responsabilidad de predecir los eventos meteorológicos. De hecho, fortalecer la AEMET sería una buena lección. Por cierto, recordemos aquí que en el programa electoral de VOX se incluye cerrar la AEMET. Hasta tal punto llega el nivel de irresponsabilidad de quienes practican el negacionismo.
Otra lección, que es la clave de todas. El cambio climático ya no es una hipótesis, es una realidad. En ese sentido, las políticas de mitigación deben ser transversales a todas las decisiones políticas. No es posible seguir ignorando el cambio climático, ni marginarlo a las políticas de carácter ecológico. Todos los sectores deben avanzar hacia medidas de mitigación.
De aquí se desprende un tercer apunte, la adaptación de las políticas territoriales al nuevo escenario climático. El urbanismo en zonas inundables, por ejemplo, debe terminar. Las grandes inundaciones y sequías persistentes son escenarios cada vez más previsibles, motivo por el cual hay que planificar en ese sentido.
Además, las zonas urbanas pueden y deben adaptarse a los nuevos escenarios climáticos: renaturalización, recuperación de cauces, limitación del tráfico rodado, son algunas de las medidas que pueden ayudarnos a prevenir futuros impactos de eventos climáticos extremos. Incluso revertir la artificialización del suelo, haciéndolo más permeable al agua.
Y, por último, pero fundamental, es necesario destacar la importancia de los servicios públicos. Es imprescindible mantener y fortalecer los servicios públicos que nos cuidan y nos defienden: bomberos, policía, UME, guardia civil… constituyen la primera línea de defensa ciudadana. El hecho por ejemplo, de que el gobierno de Mazón eliminara la Agencia valenciana de Emergencias es un buen ejemplo de lo que no debe hacerse en ningún caso.
Seguro que irán surgiendo nuevas lecciones de lo ocurrido. Se trata de asumir que el cambio climático está aquí, negar el cambio climático es una irresponsabilidad criminal, porque los efectos se siguen produciendo aunque se trate de ignorar.
En este sentido hay que advertir una vez más del riesgo que supone para todos las políticas negacionistas.
Quizás esa sea también una lección que debemos aprender.
Juantxo López de Uralde es activista ecologista y fundador y coordinador federal de Alianza Verde.
Fuente:
Juantxo López de Uralde, Lecciones de urgencia de una DANA terrible, 4 noviembre 2024, EFEverde.
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