Sitio Penly, en Petit-Caux, Francia, el 9 de diciembre de 2022. Crédito: Reuters. |
En notas anteriores decíamos que la energía nuclear no sirve para contribuir en el combate al cambio climático, dado que la construcción de reactores nucleares lleva tiempos prolongados, no compatibles con la necesidad de esa lucha.
Por Juan Vernieri
El plazo real de ejecución de los proyectos de plantas nucleares incluye no solo la construcción en sí, sino también, en la mayoría de los países, largos procesos políticos y jurídicos, procedimientos de concesión de licencias, complejas negociaciones de financiación, preparación del emplazamiento y otros desarrollos de infraestructura.
Además, con suficientes argumentos o no, en las poblaciones de muchos países surgen resistencias debidas a la antipatía de que goza esta energía.
La construcción de reactores despierta rechazos, impugnaciones, oposiciones, repudios, desacuerdos, discordias, protestas, no digamos boicot, etc. que en gran medida provocan demoras significativas que hacen inconveniente confiar en ella como una energía que no emite gases de efecto invernadero y, por tanto, conveniente para combatir la crisis.
Sin embargo, que no emite gases de efecto invernadero es muy discutible, pues los reactores deben ser alimentados con un combustible para el que, en su fabricación, se emiten importantes volúmenes de esos gases.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció la construcción de nuevos reactores nucleares el 9 de noviembre de 2021, durante un discurso televisado.
Afirmó que planeaba construir reactores de nueva generación como parte de su estrategia para garantizar la independencia energética del país y cumplir con los objetivos climáticos, especialmente la descarbonización de la economía.
Recién el 29 de junio de 2023, Électricité de France S.A. (EDF), la empresa especializada que gestiona todas las obras nucleares, anunció que estaba tramitando las solicitudes de aprobación para iniciar la construcción del primer par de reactores EPR2 en Penly y que estaba iniciando otros procedimientos administrativos necesarios para su finalización y conexión a la red de transmisión eléctrica. El plan declarado era comenzar los trabajos preparatorios a mediados de 2024.
Como para confiar en que colaborará en alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. A más de dos años y medio, en julio de este año, el EPR2 ni siquiera existe en el papel.
Cada vez parece más que la administración actual y el estamento nuclear, no han obtenido experiencia de los casos anteriores como el del EPR1 de Flamanville.
Encima, si bien se le ha dado poca difusión, la comunidad científica francesa está lejos de ofrecer un apoyo unánime a la iniciativa de construcción de nuevos reactores.
A fines de octubre de 2023, cerca de 1.200 científicos habían firmado el “Llamamiento de los científicos contra un nuevo programa nuclear”.
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