lunes, 15 de julio de 2024

La ilusión del Carem exportable

Construcción del CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), en el sitio Atucha, febrero de 2020. Crédito: Comisión Nacional de Energía Atómica.

La posibilidad de importantes exportaciones del Pequeño Reactor Modular (SMR) argentino denominado CAREM, despierta euforia en el ambiente nuclear del país, pero lo que no está claro son las razones de tal entusiasmo.

Por Juan Vernieri

En otros países hay más de 80 proyectos similares y hay algo menos de optimismo. Claro que el SMR argentino es el de construcción más avanzada, si no tenemos en cuenta Rusia y China donde ya tienen reactores en funcionamiento, circunstancia que fundamentaría el entusiasmo.

Buenas razones para soñar con la exportación serían saber que el precio de venta del reactor será competitivo y que el costo de la electricidad que produzca será bajo. Sin conocer estos números lo más razonable es mantener prudencia, nada de euforia.

Que en el mundo avance poco la competencia, en el 2023 prácticamente no se ha construido ningún pequeño reactor modular (SMR), puede verse de dos maneras: el vaso medio lleno diría que es favorable la escasez de competidores en condiciones y el vaso medio vacío diría que las razones del lento avance en otros países alcanzan también al CAREM.

Lo cierto es que el tema de los SMR sigue acaparando los titulares de los medios. Informes de organizaciones internacionales como la Agencia de Energía Nuclear (ANE) y el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) enumeran docenas de diseños de SMR en desarrollo por empresas públicas y privadas.

La edición de 2022 de “Advances in Small Modular Reactor Technology Developments” del OIEA, por ejemplo, incluye 83 diseños.

Sin embargo, muchos de estos diseños han sido abandonados. Existe una brecha significativa entre la realidad sobre el terreno y lo que dichas agencias y los medios de comunicación en general informan sobre los SMR.

Por ejemplo, en 2023, la agencia intergubernamental Nuclear Energy Agency (NEA) lanzó lo que denominó un Panel de control SMR, y afirmó que revelaba “un progreso sustancial hacia el despliegue y la comercialización de SMR en los países miembros de la NEA y no miembros de la NEA, y gran parte de este progreso tuvo lugar durante los últimos dos años”. Pero los únicos SMR desplegados durante los últimos dos años son las unidades gemelas de reactores refrigerados por gas de alta temperatura en China. Las unidades gemelas KLT-40S en Rusia comenzaron a operar en 2020.

A pesar de tanta exageración y la avalancha de Memorandos de Entendimiento (MoU) y otros acuerdos no vinculantes, estos SMR son los únicos dos que están funcionando y, según se informa, no demasiado bien.

La experiencia hasta ahora en la construcción de estos dos SMR chinos, así como las estimaciones para diseños de reactores como el SMR de NuScale, muestran que estos diseños también están sujetos al patrón histórico de aumentos de costos y excesos de tiempo.

Esas escaladas de costos hacen que sea aún menos probable que los SMR se comercialicen, como lo ilustró el colapso del convenio de compra de que involucraba reactores NuScale en los Estados Unidos. En noviembre, NuScale y sus patrocinadores cancelaron la multimillonaria planta de Idaho Falls. Dijeron que ya no creían que la primera central de su clase, conocida como Proyecto de Energía Libre de Carbono (CFPP), fuera capaz de captar suficientes clientes adicionales para comprar su energía.

Los retrasos son motivo de especial preocupación porque los gobiernos están incluyendo el despliegue de SMR en sus planes de mitigación climática.

A medida que la crisis climática aumenta en intensidad, organizaciones internacionales como el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la Secretaría de las Naciones Unidas exigen reducciones muy rápidas de las emisiones de carbono. Los SMR, y la nueva energía nuclear en general, son de construcción excesivamente lenta y, por lo tanto, no cumplen con este requisito.

Prácticamente en todos los países sucede lo mismo, resultan mucho más caros de lo supuesto y su construcción es también más lerda, por lo que no prosperan como solución al cambio climático.

Un poco de nuestra historia

En 1984 en Lima, durante una conferencia del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre reactores de pequeño y mediano tamaño, Argentina presentó su plan de construir el pequeño reactor CAREM, siendo, cronológicamente, uno de los primeros del mundo.

En 2006, veintidós años después, se encontraba en una etapa avanzada de diseño, paso previo a la construcción de un prototipo a escala real, siendo parte del Programa de Reactivación de la Actividad Nuclear, anunciado en agosto de 2006

Se inició la construcción del prototipo, a paso muy lento en el 2011, y el 8 de febrero de 2014 se efectuó la primera colada de hormigón. En ese momento, la CNEA anunció que el reactor estaba “programado para comenzar las pruebas en frío en 2016 y recibir su primera carga de combustible en el segundo semestre de 2017”. En 2019 se reprogramó para comenzar a operar en 2022. Estamos en 2024 y el reactor no está ni cerca de ese cronograma.

Existe la esperanza que la última fecha para su puesta en marcha sea 2027.

Suponiendo que la esperanza se haga realidad, el reactor se retrasaría una década. Es decir, que a nuestro SMR le aqueja la misma enfermedad de tantos otros. Fuente: (World Nuclear Industry Status Report 2023)

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