Crédito: Nucleoeléctrica Argentina. |
Por Cristian Basualdo
La Central Nuclear Atucha I es la más antigua del país, el mes pasado se cumplieron cincuenta años de su conexión al sistema eléctrico nacional, y hace seis años que finalizó su vida útil de diseño. Efectivamente, en marzo de 2018 alcanzó los 32 Años de operación a Plena Potencia (APP) establecidos por el fabricante, la empresa alemana Kraftwerk Union, subsidiaria de Siemens AG.
Entonces, la Autoridad Regulatoria Nuclear le permitió continuar operando por 5 APP o 10 años calendario a partir de la aprobación de la última revisión periódica de seguridad presentada el 29 de septiembre de 2014, lo que ocurra primero.
Para esta nota, solicité el acceso a la Información Pública al presidente del Directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear, Leonardo Juan Sobehart, a quien pregunté sobre Atucha I: 1) la cantidad de Años de operación a Plena Potencia al 1 de abril, y 2) la fecha cierta en la cual cumple los 5 Años de operación a Plena Potencia.
El funcionario respondió a la primera pregunta señalando que Nucleoeléctrica “es la encargada de calcular y contabilizar los años de operación a plena potencia de dicha central”, y a la segunda pregunta explicando que el cumplimiento de los 5 APP no se encuentra asociado a una fecha específica “cierta”, ya que “la fecha en que dicho hito sea alcanzado dependerá de la potencia a la que la central nuclear sea operada en cada momento”.
Le pido al lector que me acompañe con las elementales inferencias que pueden realizarse con el mero auxilio del sentido común. Los sistemas, las estructuras y los componentes de una central nuclear se deterioran, envejecen, y se desgastan. Algunos tardan poco, otros un poco más, pero todo es cuestión de tiempo, al final del camino siempre está la rotura. Por eso, controlar el tiempo de funcionamiento de un reactor nuclear es una tarea fundamental para un organismo regulador. La Autoridad Regulatoria Nuclear no lo está haciendo en el caso que nos ocupa.
El presidente del Directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear no cumplió con la Ley de Acceso a la Información Pública, que lo obligaba a remitir la solicitud a Nucleoeléctrica (Ley N.º 27.275, artículo 10). De haberlo hecho tendría ―por fin― una fecha a la que aferrarse: Atucha I lleva 36,823 Años de operación a Plena Potencia (dato al 1 de abril de 2024), y cumplirá los 5 Años de operación a Plena Potencia el 4 de junio de 2024 (calculado el 16 de abril de 2024).
El medio Agendar publicó que si bien la licencia de operación emitida por la Autoridad Regulatoria Nuclear “finalizará en las próximas semanas”, Nucleoeléctrica viene trabajando en la revisión técnica y de documentación necesarias “para que la central siga a plena potencia hasta septiembre, lo que fuentes de la empresa confían se podrá conseguir”.
Sospecho que la Autoridad Regulatoria Nuclear sabe que Atucha I debe parar a comienzos de junio y decidió echar tierra al asunto, la pregunta es ¿Por qué? A continuación ensayo una respuesta.
El plan nuclear de Milei contempla la extensión de vida de Atucha I. Argentina estuvo entre los 32 países que participaron en la primera cumbre mundial para reimpulsar la energía nuclear, que el Organismo Internacional de Energía Atómica realizó el 21 de marzo en Bélgica. La comitiva fue encabezada por el secretario de Estrategia Nacional, bridadier Jorge Jesús Antelo, que dijo: “Este año nuestra primera central nuclear, Atucha I, cumple cincuenta años en operación y ya estamos comenzando las actividades de extensión de vida para que opere otros 20 años más”.
La geriatría atómica que propone Antelo, que implica operar la vetusta central durante 70 años, es poco realista, si consideramos que de los 407 reactores en operación en el mundo al 1 de julio de 2023, tan solo 13 tenían 51 años o más de operación (datos del World Nuclear Industry Status Report).
Los problemas derivados de la operación de reactores envejecidos son muchos, entre ellos el envejecimiento tecnológico y conceptual. Atucha I fue diseñada y construida siguiendo las normas y códigos de la industria alemana de la década de 1960, y solo permite una implementación limitada de las nuevas tecnologías y los conceptos de seguridad. Kraftwerk Union no existe más, Siemens dejó de fabricar reactores nucleares, y Alemania abandonó la energía nuclear.
Nucleoeléctrica no dispone de los recursos para solventar la extensión de vida de Atucha I. La empresa ya licitó tres tramos del fideicomiso NASA IV, el fondeo total asciende a 180 millones de dólares, mientras que el proyecto tiene un costo estimado de 450 millones de dólares.
Ensayo entonces una hipótesis y desafío al lector a que la desafíe. Los funcionarios del átomo planean hacer funcionar a Atucha I aproximadamente cuatro meses más, hasta septiembre, a la espera de conseguir la financiación en un contexto desfavorable de recortes masivos en el presupuesto nacional. Es más fácil pedir plata para algo que está funcionando.
La modificación de un límite a expensas de la seguridad (en este caso un límite temporal) es una mala práctica en la industria nuclear. En 2018, para fijar el límite de operación de Atucha I, la Autoridad Regulatoria Nuclear le exigió a Nucleoeléctrica un conjunto de evaluaciones de estado (clase de seguridad 1, 2 y 3), la identificación de Time Limited Ageing Analyses aplicables, la metodología y criterios para la implementación del programa de calificación de equipos, entre otras. Si ese límite cambia tras diversas modificaciones realizadas ad hoc, quiere decir que las evaluaciones estaban erradas y se había puesto una condición innecesaria, o que no se está manteniendo el nivel de seguridad operando Atucha I más tiempo del debido.
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