A pesar de que los reactores Modulares Pequeños (SMR) son evidentemente un espejismo, cargados de falsas promesas, está llegando un tsunami de solicitudes de licencia para ellos.
Por Juan Vernieri
El Congreso norteamericano, la Casa Blanca y la autoridad reguladora nuclear (NRC) complacientes, prestos a favorecer los negocios nucleares, son los que alientan la ilusión de un sueño americano: cientos o miles de SMR instalados en el territorio y exportados, principalmente a países que desean iniciarse en el uso de la producción de electricidad nuclear.
Ya está claro, quedará así, en un sueño.
Las autoridades se han tragado la gran mentira de que los SMR pueden hacer algo —lo que sea— por la crisis climática. Intentarán aprobar todo por el afán de concretar multimillonarios negocios.
El 2 de diciembre se cumplirán 81 años desde que se produjo la primera reacción en cadena autosostenida de origen humano, en la Pila-1 de Chicago, bajo la dirección de Enrico Fermi y su equipo. Aquello generó el primer vaso lleno de residuos radiactivos que, junto con los numerosos problemas que conlleva la energía nuclear, nunca se han resuelto. Aquí estamos, 80 años más tarde, todavía luchando implacablemente contra los molinos de viento nucleares.
A estas alturas, ya deberíamos saberlo. Cualquiera que piense en esta tecnología debería tener claro que, dados los enormes plazos de entrega, los elevados costos comúnmente superiores a los supuestos, las incertidumbres sobre el diseño y la seguridad, y la ausencia total de un plan de gestión de residuos radiactivos, cualquier reactor nuclear, grande o pequeño, es un lastre ambiental, no una solución climática.
Sin embargo, la evidencia empírica está siendo ahogada por la negación. “No llegaremos a cero emisiones netas en 2050 sin la energía nuclear”, mintió consciente o inconsciente, John Kerry, enviado especial de Estados Unidos para el clima, en una conferencia de prensa durante la cumbre climática COP27.
Los dirigentes norteamericanos simplemente prefieren mantener las comodidades del statu quo, contentos de ser las marionetas de los grandes contaminadores —combustibles fósiles y energía nuclear— donde están los votos y, lo que es más importante, el dinero. (Fuente Beyond Nuclear — Traducción: Raúl Sánchez Saura.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario