sábado, 13 de enero de 2024

En la COP 28 propusieron triplicar la capacidad nuclear mundial

El lobby nuclear causó un gran revuelo en la reunión sobre el clima COP28 en Dubai, obteniendo una declaración de 22 países que pedían triplicar la energía nuclear para 2050. Si no fuera por la significación probablemente trágica de esta propuesta, por su inverosimilitud sería graciosa.

Por Juan Vernieri

Es evidente la capacidad del lobby nuclear para obtener semejante declaración. Solo 22 países (y solo 17 con programas de energía nuclear existentes), se alinearon para respaldar la energía nuclear. De los países no nucleares que apoyaron, “ninguno de estos cinco países probablemente hará una contribución significativa para triplicar la energía nuclear en los próximos 20 años”, escribió Sharon Squassoni en su excelente análisis de cifras en The Bulletin of the Atomic Scientists. Y añadió: “Los 17 signatarios restantes de la declaración sobre energía nuclear representan un poco más de la mitad de todos los países con energía nuclear, lo que plantea la cuestión de cuánto apoyo hay realmente para triplicar la energía nuclear para 2050”.

Destacamos que Argentina no suscribió tal declaración.

La opinión generalizada de entendidos en el tema dice que la declaración es una distracción peligrosa que permite que la energía nuclear impida el progreso climático. Es demasiado costosa, demasiado arriesgada, demasiado antidemocrática y requiere demasiado tiempo.

Si bien apreciamos que el gobierno de (Joe) Biden esté buscando invertir en alternativas a los combustibles fósiles, no tenemos tiempo que perder en distracciones peligrosas como la energía nuclear”, dijo Jeff Ordower, director para América del Norte del grupo ambientalista 350.org.

Los defensores de la energía nuclear declaran que la tecnología es limpia, eficiente, económica y segura. Por supuesto, es nada de eso. Como escribieron entonces Oreskes y Lipton: “Es caro y plantea graves peligros para nuestro bienestar físico y psicológico”. Advirtieron que “si se adopta la energía nuclear como tecnología de rescate”, la necesaria construcción acelerada establecería “una cadena mundial de zonas de peligro nuclear: un sistema planetario de potencial autoaniquilación”.

Recordemos que Estados Unidos, acuciado por la Guerra Fría, de 1950 a 1990, produjo sesenta mil bombas nucleares a un promedio de cuatro por día en fábricas construidas a prisa, y con escasas medidas de protección ambiental, que dejaron un vasto legado de residuos tóxicos radiactivos por miles de años, residuos que aún no tienen destino. Los gobiernos siguen pensando qué hacer con ellos.

Mycle Schneider, autor principal del Informe anual sobre el estado de la industria nuclear mundial, fue entrevistado por The Bulletin of the Atomic Scientists, donde dijo que la declaración nuclear de la COP “desde el punto de vista de la viabilidad” era “imposible”.

Schneider añadió: “Si los pequeños reactores modulares fueran un contribuyente significativo a este compromiso, sería necesario construir cientos o incluso miles de estas cosas para acercarse a ese objetivo. Es imposible. Deberíamos volver a la realidad y discutir qué es realmente factible. Solo entonces podremos discutir cuáles serían los pros y los contras de una promesa”.

Sobre el triple compromiso de energías renovables para 2030 señaló: “Eso es dentro de siete años. Para mí, este compromiso sobre la energía renovable, si se implementa, será el último clavo en el ataúd del compromiso sobre la energía nuclear”.

La declaración de la Cop parece un llamado a las armas impresionante y urgente. Sin embargo, si se mira más de cerca, los números no funcionan.

Incluso en el mejor de los casos, un cambio para invertir más en energía nuclear durante las próximas dos décadas podría en realidad empeorar la crisis climática, ya que se ignoran alternativas más baratas y rápidas en favor de opciones nucleares más caras y de lento despliegue.

El Papa le pidió a la Cop28, a la que no pudo asistir por razones de salud, que la aceleración hacia la transición ecológica debe lograrse “por medio de formas que posean tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente. Y que se realicen en cuatro campos: la eficiencia energética, las fuentes renovables, la eliminación de los combustibles fósiles y la educación en estilos de vida menos dependientes de estos últimos”.

Por favor, vayamos hacia adelante, no para atrás”, enfatizó Francisco, que desde su elección en 2013 ha hecho de la defensa del medio ambiente uno de los ejes de su papado.

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