Por Cristian Basualdo
Nucleoeléctrica dice que pudo reparar Atucha II con herramientas operadas a distancia “sin necesidad de desarmar el reactor, lo que permitió acortar los plazos de reparación de cuatro años a diez meses”. Los medios de comunicación e influencers que se hicieron eco de la noticia, publicaron la existencia de una alternativa de reparación, que hubiera demorado más tiempo y hubiera resultado más costosa, que la implementada por los técnicos argentinos. Se trata de una falsa noticia que comenzó a tomar fuerza luego de un recorrido por el Sitio Atucha que organizó Nucleoeléctrica para los medios de comunicación, el martes 23 de mayo de 2023, con el objetivo de mostrar la maqueta (mockup) donde se ensayaba la reparación del reactor.
Repasemos algunas publicaciones. El Cronista informó que “el diseñador alemán Siemens KWU proponía desmontar la central”, lo que hubiera demorado “5 años con un costo superior a los u$s 400 millones”. Mientras que Ámbito habló del arreglo que propusieron desde Alemania los diseñadores originales de la planta, “desmontar el reactor completo, algo que llevaría mínimo 3 años de parada de planta, con un costo de u$s400 millones”. Los mismos datos publicó Perfil, “tres años y una inversión de USD 400 millones”. El lector encontrará una versión bizarra en Agendar, una especie de “house organ” del lobby nuclear criollo. Incluso la Televisión Pública trató el tema que nos ocupa, mediante un contrapunto entre los periodistas Horacio Embón y Nora Bär.
Más cerca en el tiempo, en el acto por la puesta en marcha de Atucha II, realizado el jueves 31 de agosto de 2023, el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, dijo que la alternativa era la planta parada durante más de 4 años y el costo hubiera superado “holgadamente los mil millones de dólares”. Por su parte, la Comisión Nacional de Energía Atómica publicó que “la solución que daba la empresa alemana que diseñó el reactor consistía en desarmarlo casi en su totalidad y volver a montarlo, lo que hubiera requerido cuatro años de trabajo”.
Tiempo Argentino tituló: “Reabrió Atucha II: fue reparada en tiempo récord con un ahorro de mil millones de dólares”. La ingeniera nuclear Julieta Romero dio una explicación muy didáctica del desperfecto que sufrió el reactor Atucha II en la red social TikTok. También habló de la falsa alternativa: “gracias al esfuerzo en equipo, al ingenio y a la creatividad, se logró resolver un problema que, según los diseñadores debería haber llevado seis años, en tan solo diez meses”.
El chequeo de los datos
Comencemos constatando una obviedad: el diseñador alemán ya no existe. Fue una empresa subsidiaria de Siemens AG llamada Kraftwerk Union Aktiengesellschaft (KWU), que fue vendida a la francesa Framatome ANP en 2001.[1] Por si fuera poco, consulté a Siemens, que contesto lo siguiente: “No hicimos tal propuesta de reparación, nuestro alcance en este proyecto en particular involucra solo la isla de la central convencional, que considera las turbinas de vapor y la instalación eléctrica. No participamos en la parte nuclear de la central”. Lo más cerca que estuvo Nucleoeléctrica del diseñador alemán fue una revisión que encargó a un ex integrante del equipo de KWU-Siemens, Jurgen Sphorer.
En 1988 ocurrió una falla en el reactor Atucha I y el diseñador propuso desarmar el reactor. Los técnicos argentinos descartaron esta opción porque tiene limitaciones técnicas difíciles de sortear (las mismas que se presentan en Atucha II). En la parte superior del mismo hay unos bloques de acero de varias toneladas, denominados cuerpos de relleno, dispuestos para disminuir el volumen de agua pesada. Solo el retiro de estas piezas “era a todas luces una aventura de final impredecible”.[2]
Otro aspecto a tener en cuenta es la dispersión en los datos publicados sobre el costo de desarmar el reactor, las cifras van de los 300 hasta los 1.000 millones de dólares. Esto se debe a que Nucleoeléctrica no publicó un análisis técnico preliminar, que le hubiera permitido a los medios difundir datos ciertos. La empresa estatal nunca consideró seriamente desarmar el reactor, desde un primer momento “se confió en apelar exitosamente” a extraer la pieza suelta en el fondo del reactor mediante herramientas operadas en forma remota.[3]
La alternativa costosa es una necesidad narrativa de Nucleoeléctrica, para que los casi 11 meses que duró la reparación sea un tiempo récord tiene que existir una opción que hubiera demorado 4 años. Para que los 20 millones de dólares que costó la reparación sean un ahorro, tiene que existir una opción más cara. Como la alternativa no existió, los funcionarios del átomo se la inventaron. Si la mentira que han creado les sirve para zafar, ¿de qué les serviría la verdad?
Referencias:
Para terminar Atucha II, Nucleoeléctrica tuvo que cumplir con el requisito de tener una autoridad de diseño y asumir la dirección del proyecto, así llegó a un acuerdo con Siemens durante los años 2004 y 2005.
Ver “Crónica de una reparación (im)posible - El incidente de 1988 en la Central Nuclear Atucha I”, páginas 63 y 64.
Ver Econo Journal, 23 de enero de 2023.
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