Atucha I y II han emitido radiactividad al exterior desde sus respectivas puestas en marcha hasta la actualidad.
por Cristian Basualdo │ ilustración Ana Rosa Feldman y Suárez
“En ningún momento hubo ni hay posibilidad de contaminación del río Paraná” sostuvo Nucleoeléctrica en un comunicado emitido el 17 de julio de 2019. Dos días antes, la empresa estatal había sacado de servicio en forma manual a la Central Nuclear Atucha II, “para realizar la reparación de una soldadura de una cañería de venteo de 25 milímetros de diámetro, en la que se generó una micropérdida de agua pesada”, según explicó el comunicado, que estaba ilustrado con un dibujo elemental de los sistemas de refrigeración de una central nuclear.
A continuación, el lector encontrará datos extraídos de la documentación oficial que le permitirán cuestionar el comunicado de Nucleoeléctrica. Antes que nada, debemos considerar que la unidad para medir la radiactividad es el bequerelio (Bq), se corresponde con una desintegración radiactiva por segundo. Para expresar la radiactividad emitida por una central nuclear durante un año se utiliza un múltiplo, el terabequerelio (Tbq), que es equivalente a un billón de bequerelios (1 000 000 000 000 Bq).
Los primeros datos los encontramos en un reporte de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN),[1] donde consta que durante 2019 la Central Nuclear Atucha II emitió en forma gaseosa 6,1 x 10-3 Tbq de iodo-131; 9,4 x 102 TBq de tritio; 1,2 x 10-4 TBq de aerosoles; 1,8 x 102 TBq de gases nobles; y 2,2 x 10-1 Tbq de carbono-14. Las emisiones líquidas fueron 4,0 x 102 TBq de tritio y 1,5 x 10-1 TBq de otros radionucleidos.
Por su parte, durante 2019 la Central Nuclear Atucha I emitió en forma gaseosa 8,4 x 10-6 Tbq de iodo-131; 6,8 x 102 TBq de tritio; 1,1 x 10-5 TBq de aerosoles; 1,7 x 101 TBq de gases nobles; y 4,3 x 10-1 Tbq de carbono-14. Las emisiones líquidas fueron 2,3 x 103 TBq de tritio y 1,7 x 10-1 TBq de otros radionucleidos.
Cito solamente los datos de 2019 porque es el año del comunicado en cuestión. Atucha I y II han emitido radiactividad al exterior desde sus respectivas puestas en marcha hasta la actualidad.
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Revisando la documentación de la ARN vemos que a lo largo de los años ha detectado cesio-137 en suelos y sedimentos, también en peces (que son bioconcentradores). La ARN afirma que la presencia de este radionucleido se debe “a los ensayos nucleares realizados en el océano pacífico sur a principios de la década del ‘70”. A esta misma causa atribuyó “la presencia de trazas de estroncio-90 en algunas muestras de vegetales” en 2011.
En 2013, en el Club de pesca de Lima, la ARN detectó 0,5 Bq/Kg de cobalto-60 en sedimentos de la orilla del río Paraná y 0,9 Bq/Kg en sedimentos del fondo[2]. La ARN no explica el origen de estos hallazgos porque el cobalto-60 no es consecuencia de los ensayos de armas nucleares, su presencia es una señal del impacto ambiental de Atucha I (Atucha II comenzó las operaciones comerciales en 2016), donde el cobalto-60 se forma por activación neutrónica.
El tritio, el isótopo radiactivo del hidrógeno,[3] es el principal radionucleido presente en las descargas líquidas y gaseosas del Sitio Atucha, por ello su presencia es detectada en el condensado de humedad a favor del viento, en el agua del río Paraná (aguas abajo de los reactores), en vegetales y leche producidos localmente.
Hay un fondo natural de tritio que se forma en las capas altas de la atmósfera, por esta razón la actividad en las aguas superficiales del mundo es de unos 2 Bq/L. Revisando algunos valores medidos, vemos que:
- En el agua del río Paraná, frente a la costanera de Zárate, la ARN midió un máximo de 930 Bq/L de tritio en 2017.[4] En respuesta a un pedido de información del Movimiento Antinuclear de la República Argentina, la ARN explicó que se trató de “un valor aislado inusualmente alto” que se encuentra “por debajo de los límites y restricciones de dosis que indican algún riesgo para la población”.
-
En la estación de monitoreo A, Nucleoeléctrica midió 1641,99 Bq/L
de tritio en el fallout (lluvia radiactiva) durante la primera
quincena de febrero de 2019, y 1766,26 Bq/L durante la segunda
quincena de octubre del mismo año.[5]
-
En el agua potable de la Escuela 20 Florestano Andrade,
Nucleoeléctrica midió una concentración de tritio de 1596,02 Bq/L,
durante el cuarto trimestre de 2017.[6]
*** Performances
radiactivas La
empresa estatal destina una gran cantidad de dinero en “relaciones
institucionales” con los medios de comunicación, para que le den
un nuevo envoltorio a los impactos ambientales de la energía
nuclear. El
programa #AnimalesDeCalle, de AméricaTV, emitió en julio de 2019 el
episodio Atucha II: La central nuclear como nunca la viste, que
básicamente consistió en la visita del conductor Alejandro Fantino
al Sitio Atucha. La aparición del graf: “Efecto Chernobyl”, se
debió a que por ese entonces la miniserie Chernobyl batía récords
de visualizaciones en el canal HBO, sensibilizando a la opinión
pública sobre los peligros de la tecnología nuclear. La
performance de Fantino estuvo destinada a mitigar los aspectos
perturbadores de la exposición a la radiación, tomemos por ejemplo
su conversación con Gustavo Giménez, funcionario de la Gerencia de
Relaciones Institucionales y Comunicación de Nucleoeléctrica,
frente a un dibujo elemental de los sistemas de refrigeración de una
central nuclear, el conductor planteó su preocupación de que el
agua que pasa por los reactores vuelva al río y contamine los peces,
“tal vez es el que yo pesco y me como a la parrilla en Sauce Viejo
con mi papá”, dijo Fantino, y a continuación preguntó señalando
el dibujo: -
“¿Cómo me asegurás que el agua que pasó por acá entre el
hafnio, entre el uranio, no salga contaminada acá?” Giménez
consideró que la pregunta era muy buena y fácil de responder: -
“El circuito de agua pesada es un circuito cerrado que recircula
constantemente, nunca tiene acceso al río”. Lo
que dijo Giménez es una media verdad, si bien el sistema de
refrigeración del reactor y el sistema moderador son circuitos
cerrados, no son herméticos, presentan pérdidas, fallas y roturas.
Las únicas centrales nucleares que no emiten radiactividad al
exterior son las que están dibujadas. En
el programa Energía Nuclear: Soberanía Energética emitido
recientemente por la Televisión Pública. El periodista Luciano
Galende le preguntó al vicepresidente de Nucleoeléctrica, Jorge
Sidelnik: -
“¿Qué es emisión?” Y
Sidelnik contestó: -
“El agua pesada tiene tritio, el tritio se va por humedad, se va,
digamos se vaporiza, etcétera, bueno llega un momento en que va a
una chimenea y entonces eso sale de lo que es la zona controlada o el
edificio del reactor (…) En el día a día obviamente hay algo que
siempre se emite, porque hay un poco de descarga de agua, etcétera
(…) los límites los impone la Autoridad Regulatoria”. *** Una
cuestión política, más que numérica Sidelnik
es una persona cuya forma de vida consiste en exponerse a la
radiactividad y en exponer a otros, y su argumento de defensa son los
límites permitidos de la industria nuclear. A mediados del siglo
pasado, cuando las potencias nucleares vieron que no se puede evitar
la fuga de radiactividad de los reactores nucleares en funcionamiento
normal, no pensaron en dejar de construirlos, entonces, la propaganda
nuclear impulsó la idea de que la radiactividad solo es peligrosa en
dosis muy altas. La industria nuclear pasó a regularse a sí misma
con límites (de dosis efectiva, de descargas, de concentración de
gases nobles, etc.), se crearon burocracias reguladoras que
fabricaron una verdad útil, una verdad que hace su trabajo, no es
una verdad absoluta ni definitiva. No es tan importante cuánta
radiactividad se emite al exterior, sino quién se encarga de
controlarla. Así las cosas, cuando un funcionario del átomo habla
de límites permitidos, es, en el fondo, una cuestión política, de
conveniencia, más que numérica. No existe un umbral inofensivo de
exposición a la radiactividad. Los
límites también están relacionados con el grado de contaminación
que una sociedad está dispuesta a tolerar. Hace unos días, la red
francesa Sortir du nucléaire solicitó al Gobierno de Francia
medidas urgentes por la presencia de tritio en el agua de red de la
ciudad de Choisy-Le-Roi, donde detectaron entre 10,4 y 22,1 Bq/L. Si
comparamos estos valores con los 1596,02 Bq/L del agua de red de la
Escuela 20 Florestano Andrade, vemos que se trata de una
concentración de tritio más de setenta veces mayor y acá nadie se
rasga las vestiduras. Mientras que en Francia el código de salud
pública establece un límite de investigación de 100 Bq/L para el
tritio en el agua de red, Argentina utiliza el límite de las OMS de
10000 Bq/L, que los funcionarios del átomo citan para no hacer
absolutamente nada. Referencias: Argentina National Report for the Convention on Nuclear Safety, Ninth Report, Covention on Nuclear Safety, Autoridad Regulatoria Nuclear, Agosto
2022, pg. 113. Auditoría
General de la Nación, 265 │ 2016 Examen del Programa Anual de Monitoreo Radiológico Amiental (PMRA), pg 197. El
átomo de hidrógeno tiene un protón en el núcleo y un electrón
en la corteza. El tritio es un átomo de hidrógeno que incorporó
en su núcleo dos neutrones; es inestable y se desintegra emitiendo
radiación ionizante. Al intercambiarse un átomo de tritio con uno
de los átomos de hidrógeno de una molécula de agua (H2O), la
convierte en agua tritiada (HTO), que tiene las mismas propiedades
que el agua común y puede describirse con precisión como agua
radiactiva. Resultados del Plan de Monitoreo Radiológico Ambiental de la ARN - Período 2015-2019, pg. 8. La
Estación A se considera el punto de máxima concentración de las
descargas gaseosas, se encuentra en las coordenadas GPS: W
59°13’03,3" S 33°57’55,4". Para constatar las
concentraciones de tritio publicadas en la nota, ver: NA.SA CNA UNIDAD I-II, Informe Trimestral, Mediciones Ambientales, 1° Trimestre de 2019 (Enero/Febrero/Marzo), pg. 15; y NA.SA CNA UNIDAD I-II, Informe Trimestral, Mediciones Ambientales, 4° Trimestre de 2019 (Octubre/Noviembre/Diciembre), pg. 33.
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