por Zofeen Ebrahim
KARACHI, Pakistán - Los fuertes e incesantes aguaceros provocados por el monzón en Pakistán en los últimos dos meses han provocado inundaciones que causan estragos en todo el país, sumergiendo pueblos enteros y grandes extensiones de tierra y atrapando a la gente. Todo lo que se interpone en el camino del agua implacable está siendo destruido, incluidas carreteras, puentes y cultivos en pie.
El gobierno de Pakistán ha declarado una emergencia nacional ante más de 30 millones sin refugio. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha), 66 distritos han sido declarados oficialmente «golpeados por calamidades» por el gobierno de Pakistán: 31 en la pronvicia de Baluchistán, 23 en Sindh, nueve en Khyber Pakhtunkhwa y tres en Punjab. Muchos han comparado la destrucción con las calamitosas inundaciones de 2010.
Con los recursos del gobierno al límite y las redes de comunicaciones interrumpidas, los sobrevivientes de las inundaciones se quejan de que la ayuda es escasa tras los vientos y tormentas torrenciales propias de los monzones que azotan en el verano boreal el sureste asiático.
Saeeda Khatoon, de 28 años, comparó su pueblo de Zakaria Mahesar con las famosas ruinas de Moenjodaro del tercer milenio antes de Cristo de la antigua civilización del Indo, en su distrito de Larkana, en la provincia de Sindh, después de que las lluvias destruyeran más de 200 casas, algunas hechas de barro y paja y otras, como la de ella, de ladrillo.
Ella, junto con 11 miembros de su familia, ha encontrado refugio temporal en un terreno más alto, en las afueras de la aldea, al aire libre, desprotegida de los caprichos de las lluvias monzónicas impredecibles.
“El agua entró a borbotones en nuestra casa de repente, y salimos corriendo momentos antes de que el techo se derrumbara”, señaló, dejándolos sin hogar. Con el agua aún hasta la cintura, dijo que no había forma de recuperar sus pertenencias que habían quedado debajo de los escombros.
La temporada de los monzones llegó a Pakistán este año en junio, antes de lo habitual. Las lluvias torrenciales continuaron hasta bien entrado julio, con un 181% de lluvia por encima del promedio. Según el Departamento Meteorológico de Pakistán (PMD, en inglés), llovió 177,5 milímetros en comparación con la cantidad habitual de 63,1 mm, lo que convierte a este mes de julio el más lluvioso desde 1961.
“Las lluvias de julio de 2022 estuvieron excesivamente por encima del promedio en Baluchistán (+450 %) y Sindh (+307 %), ambos clasificados como los más lluviosos de los últimos 62 años”, indicó el resumen mensual del PMD.
Y las lluvias continúan azotando el país hasta bien entrado el final de agosto, sembrando más destrucción en las provincias de Punjab, Khyber Pakhtunkhwa y la región montañosa de Gilgit-Baltistán, después de aniquilar Baluchistán y Sindh.
Según la Autoridad Nacional de Gestión de Desastres (NDMA, en inglés), las lluvias han causado estragos en todo Pakistán, cobrando casi 1000 vidas y más de 1400 heridos relacionados con la lluvia desde junio. Más de la mitad de las víctimas son de Baluchistán y la provincia de Sindh.
Se han dañado más de 3000 kilómetros de la red de carreteras, de los cuales más de 2300 kilómetros se encuentran en Sindh, lo que dificulta que el gobierno y las organizaciones no gubernamentales puedan llegar y rescatar.
“Toda la provincia está inundada con agua pluvial, y los caminos están destrozados; es difícil llegar y brindar ayuda”, expresó Inayatullah Ismail, gerente sénior de coordinación de la organización sin fines de lucro Al Khidmat Welfare Society. “Estamos suministrando tiendas de campaña a las personas desplazadas e instalaremos cocinas en las carreteras donde las personas buscan refugio”, añadió.
“Desde los últimos tres días, nuestros equipos han estado distribuyendo alimentos cocinados a casi 30.000 víctimas de las inundaciones que han establecido campamentos improvisados alrededor de las oficinas de la Fundación de Investigación y Desarrollo (RDF, en inglés)”, sostuvo Soomro.
“Entregar comida ya cocida es lo mejor, ya que es difícil para los desplazados cocinar después de haberlo perdido todo”, dijo Aqsa Iqbal, voluntaria de Serve Humanity Together.
“Todos aquellos que proporcionan estos alimentos a los afectados también podrían agregar botellas de agua potable, bocadillos o galletas en paquete, jugos y frutas (dátiles) también, para que puedan tener algo que no se eche a perder, y que puedan consumir en los próximos días”, sugirió.
También dijo que la mayoría de la gente necesitaba con urgencia tiendas de campaña, láminas de plástico y ayuda médica.
Además, expresó, a los trabajadores de rescate y socorro les resultaba difícil llegar a las personas atrapadas en aldeas remotas, rodeadas de agua de lluvia estancada.
“Muchas de estas personas son jóvenes voluntarios con mucho afán, pero sin formación profesional. Vadear en el agua, incluso poco profunda, era difícil, y siempre existe el temor de que puedan ser mordidos por serpientes o caer en baches abiertos”, señaló Iqbal. Por eso, continuó, lo mejor sería llevar a los damnificados por las inundaciones a tierra firme, donde es más fácil proporcionarles alimentos, agua y medicinas.
Hasta el momento, la NDMA ha registrado casi 680 000 casas afectadas, de las cuales más de 58 000 se encuentran solo en Sindh. Hasta 19 000 de estas casas en Sindh han quedado totalmente destruidas.
“Nunca he visto una catástrofe mayor en mi vida”, sostuvo el primer ministro de Sindh, Murad Ali Shah, después de visitar varios distritos de la provincia afectados por las inundaciones. Alertó que su gobierno estaba al límite de los fondos y se había quedado sin tiendas de campaña y alimentos. Más de 10 millones de personas en Sindh se han quedado sin hogar.
El gobierno de Sindh se ha comunicado formalmente con las organizaciones no gubernamentales (ONG) solicitando ayuda con las labores de rescate y socorro.
Rani Malukhani, activista social de Khuda Baksh Marri, una aldea en el distrito de Sanghar, dijo que estaban hambrientos y sentados al borde de la carretera sin nada que los protegiera de la lluvia torrencial. “¿Dónde está el gobierno; ¿Dónde están las ONG?”, dijo a través de una videollamada de WhatsApp, mostrando cómo su comunidad estaba varada al borde de la carretera.
“Nuestras casas y cultivos han sido destruidos”, gritó angustiada.
“Hay cerca de 700 personas en este pueblo, y todos están sentados a ambos lados del largo camino de 2-3 km bajo el cielo”, confirmó Azra Gandehi, que trabaja con la ONG Fundación para la Investigación y el Desarrollo.
Ella estaba visitando el pueblo para una inspección preliminar y una evaluación de los daños para poder regresar con ayuda. “El agua llega al pecho y todos tuvieron que evacuar junto con su ganado”, detalló.
En el distrito vecino de Mirpur Khas, las cosas no están mejor. Motan Bheel, de 52 años, y sus cinco hijos y dos cabras, pertenecientes a la aldea de Jhudo, tuvieron que vadear agua hasta la cintura para llegar a la seguridad de la orilla de Puraan, un drenaje secundario que recoge agua salada, efluentes agrícolas y aguas pluviales al mar Arábigo.
“Hay agua a nuestro alrededor, pero ni una gota para beber”, dijo. “No hemos recibido ninguna ayuda del gobierno, ONG o filántropos”, añadió.
Irfan Hussain, que trabaja con RDF y ayuda al gobierno del distrito de Mirpur Khas con las labores de rescate, explicó que «tienen que caminar casi tres kilómetros para buscar agua, pero debido a que no tienen suficientes embarcaciones para transportar agua y grandes contenedores para almacenar, tienen que seguir yendo y viniendo”.
Bheel dijo que su hijo de 14 años tuvo fiebre alta durante los últimos dos días y teme que pueda ser malaria. “No hay dónde ir para buscar ayuda, y no tengo el dinero”, dijo.
Hussain señaló que ella y la mitad de los aldeanos (de 250 hogares) que se encuentran a ambos lados de la orilla necesitan con urgencia tiendas de campaña, mosquiteros y atención médica para combatir la malaria, la diarrea y la sarna.
El gobierno ha convertido escuelas y fábricas en campamentos de socorro, pero Gandehi, que visitó algunos, los encontró “demasiado saturados”.
La ONG Indus Resource Centre (IRC) ha estado dirigiendo 17 escuelas, administrando cinco escuelas públicas y 25 centros secundarios no formales, en el distrito de Khairpur, durante los últimos 22 años.
Sadiqa Salahuddin, máxima responsable del IRC, envió un pedido de ayuda. Ella dijo que 10 escuelas del IRC, incluidas cinco escuelas gubernamentales, se han convertido en campamentos que albergan a casi 7000 personas desplazadas internamente (IDP, en inglés), y el número aumenta a diario.
El gobierno del distrito de Larkana ha establecido alrededor de 290 campamentos a los que se ha trasladado a unas 28 500 personas. Pero la gente está descontenta con la falta de instalaciones y dice que pasan noches sin dormir «debido a la enorme nube de mosquitos». El gobierno ha registrado a casi 184 061 personas en campamentos instalados en 117 distritos de todo el país.
La RDF también está ayudando al departamento de ganadería a vacunar animales para reducir la amenaza de un brote de enfermedades.
Más de 17 600 animales fueron vacunados y 8.000 desparasitados en los últimos dos días en los distritos de Tando Allahyar, Matiari, Mipur Khas, Thatta y Tharparkar durante las inundaciones”, señaló Ashfaque Soomro, director ejecutivo de RDF. “La campaña continuará y aumentaremos nuestro alcance en otros diez distritos”, añadió.
El gobierno ha lanzado un llamamiento internacional de socorro y rehabilitación. La Unión Europea anunció 350 000 euros como asistencia humanitaria crucial centrada en abordar las necesidades urgentes de los distritos más afectados de Jhal Magsi y Lasbela en Baluchistán.
El primer ministro Sheh¬baz Sharif también hizo un llamado a la nación por los cientos de millones de dólares que se requieren con urgencia para sortear los requerimientos más urgentes de atender a las víctimas, más los miles de millones en rehabilitación que se necesitarán a mediano plazo.
T: MLM / ED: EG
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Fuente:
Zofeen Ebrahim, Crisis humanitaria inunda Pakistán tras calamitoso monzón, 31 agosto 2022, Inter Press Service. Consultado 1 septiembre 2022.
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