por Agustín Saiz
Kate Brown, periodista especializada en temas nucleares, planteaba hace algunos años si “podemos estar seguros que tenemos condiciones estables dondequiera que se instale una central nuclear, para los próximos cien años?”. Evidentemente no. La situación de la guerra de Ucrania y Rusia nos trae novedades todas las semanas. Es que el mundo que conocíamos ya no existe. En realidad, dejó de existir hace varios años atrás, pero la miopía del discurso oficial generalizado hizo como si las posibilidades de desarrollo y progreso continuasen vigentes como siempre.
En este nuevo paradigma de crisis energética, cambio climático y ahora (después de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán) una posible guerra que comienza a extenderse por todo el globo, la amenaza nuclear se incrementa. Como en las mamushkas rusas, una crisis está dentro de otra.
En estos días, la ola de calor en Europa provocó la inoperatividad de los reactores por el aumento de la temperatura del agua y el bajo caudal de los ríos, obligando a Francia a sacar fuera de línea a dos de ellos. En paralelo, en los Estados Unidos las inundaciones en el estado Kentucky amenazan con llegar (nuevamente) a depósitos de basura radioactiva de una ex planta de enriquecimiento de uranio. Pero además, en la misma semana, en Zaporiya se incrementó el fuego cruzado entre las fuerzas rusas y ucranianas. Sabemos que no son justamente los promotores de la industria nuclear quienes se harán cargo de los actuales escenarios climáticos y políticos, que ignoran deliberadamente y que causan los accidentes. Nos seguimos lamentando todavía del accidente de Fukushima culpando al terremoto, sin señalar al plan nuclear japonés instrumentado por Estados Unidos sobre la falla sísmica más grande del planeta.
La central nuclear de Zaporiyia es presentada con orgullo como la más grande de Europa, posee 6 reactores modelos VVER-1000-350 con 950 MWde potencia cada uno, puestos en marcha entre 1984 y 1995 (es decir con sus vidas útiles ya avanzadas o llegando al final). A su alrededor, creció la ciudad de “Energodar”(que en español significa “el don de la energía”) llegando atener antes de la guerra más de 50 mil habitantes y que hoy está en un estado de alerta. Es decir, del orgullo de ser “vanguardia” y de ser presentada como planta modelo, pasamos sin escalas, al miedo de una catástrofe que puede afectar a toda Europa.
Los lobistas de lo nuclear se desligan de sus responsabilidades y nos avisan que ya no hay nada por hacer. Rafael Grossi, al mando del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), declaró el 2 de agosto de 2022 respecto a los reactores de Zaporiya “que está completamente fuera de control”, “que todos los principios de seguridad han sido violados” y que necesitan tomar el control de la central “para evitar que se produzca un accidente nuclear”. Es decir, no hay margen para simular un discurso moderado, como lo venían haciendo desde el comienzo de la guerra y transmitir tranquilidad a la población (1).
Una central nuclear es una instalación muy compleja, que requiere asistencia de manera permanente para su buen funcionamiento. Solo podemos imaginar las condiciones de estrés de los operadores de la planta, después de meses de estar bajo coacción al mando de los generales de las fuerzas rusas. Un evento importante puede ser la pérdida del suministro eléctrico externo, necesario para mantener refrigerados a los reactores y asegurar que las barras de combustible gastado en las piletas de enfriamiento no reaccionen y generen un accidente. Recordemos que en una guerra convencional, la infraestructura edilicia de una población, el suministro de agua y alimentos, y el abastecimiento de electricidad son objetivos lamentablemente primarios a la invadir un territorio.
No podemos anticipar lo que pueda pasar en Ucrania. Solo por el momento, ni a Rusia ni a Ucrania les conviene desencadenar un accidente que impacte en media Europa. Pero la guerra recién comienza y se sostendrá a largo plazo. Tarde o temprano, por el fuego cruzado o por medio de intereses de terceros, puede ocurrir un evento con el objetivo de descalificar al oponente ante la opinión pública mundial. No sería la primera vez que se instrumentan actos de sabotaje para darle inicio a una nueva etapa o estrategia de guerra.
El inventario de combustible nuclear gastado en el sitio Zaporiyia era de 2.204 toneladas en 2017 (885 toneladas en las piscinas de enfriamiento y 1.349 toneladas almacenadas en seco). Pensemos que el accidente de un solo reactor en Chernóbil, expulsó a la atmósfera una cantidad de materiales radioactivos y tóxicos 500 veces superior a la liberada por la bomba atómica en Hiroshima. Más allá de la guerra informativa, tenemos que pasar en limpio lo ocurrido recientemente con los nuevos disparos de artillería sobre el complejo nuclear de Zaporiyia. El 4 de marzo, el ejército ruso ingresó y todos vimos las imágenes que mostraron el impacto sobre el edificio de contención de uno de los reactores. Pero lo que acaba de ocurrir en estos días es mucho más grave. El viernes 5 de agosto se registraron bombardeos cerca de las centrales. Los rusos confirmaron que se interrumpieron dos líneas eléctricas necesarias para el funcionamiento del complejo, y acusaron a Ucrania de disparar proyectiles desde la otra orilla del río Dniéper, que alcanzaron una nave industrial dentro del sitio. Por su parte, Ucrania señaló que el ejército ruso utiliza el sitio Zaporiyia para llevar a cabo nuevos ataques, y que los funcionarios de Rosatom habían abandonado el lugar antes del fuego cruzado, demostrando así que tenían intenciones de llevar adelante un ataque. (2) El pasado 6 de agosto, la empresa estatal Energoatom que opera los reactores ucranianos, emitió un comunicado oficial diciendo que a raíz de los ataques “se activó el sistema de emergencia en uno de los reactores”, que los bombardeos “causaron graves daños a una estación auxiliar quecontenía nitrógeno y oxigeno”, “que sigue habiendo riesgo defugas de hidrogeno y sustancias radioactivas” y “que el riesgo de incendio también es alto”. (3)
Una parte culpa a la otra. Lo cierto es que la central de Zaporiyia está en la primera línea del frente de combate de una guerra que recién comienza… pero que no sabemos cómo terminará.
Agradecimiento Cristian Basualdo.
Extraído de la charla “De Hiroshima a Ucrania”: https://www.facebook.com/movimientoantinuclear.zaratecampana/videos/630430401554438
Referencias:
- https://apnews.com/article/russia-ukraine-science-accidents-d2e0077af104f2692b76f737c58e1984
- https://www.dw.com/es/rusia-acusa-a-ucrania-de-terrorismo-nuclear/a-62727125
- https://www.dw.com/es/ucrania-cierra-reactor-de-central-nuclear-objeto-de-ataques/a-62731343
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