Un grupo que incluyó a un veterano de las pruebas nucleares, una viuda y cuatro descendientes, le relataron a Boris Johnson sus experiencias y los problemas de salud debilitantes que sufrieron como consecuencia de las pruebas nucleares.
Alan Owen, fundador de la organización benéfica Labrats International para los supervivientes de las pruebas atómicas, declaró a la agencia de noticias PA: “Nos reunimos con él y nos miró a los ojos y le dijimos por qué estos hombres merecen un reconocimiento.
“Somos el único país del mundo que no ha dado un reconocimiento formal.
“Todos los demás lo han hecho, incluyendo la Isla de Man, Fiji, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Francia. Son 70 años de negación por parte del Ministerio de Defensa para no reconocer lo que ocurrió; no se enseña en las escuelas, no hay educación”.
Los activistas también piden “que se investigue a los descendientes que sufren muchos problemas genéticos y defectos de nacimiento”, dijo Owen. El propio padre de Owen estuvo en la Isla de Navidad durante las pruebas nucleares de 1962 y murió de problemas cardíacos a la edad de 52 años. Su hermana nació ciega de un ojo, su hermano mayor murió a los 31 años y Owen sufrió recientemente un paro cardíaco.
John Morris, de 84 años, que presenció cuatro bombas nucleares en 1957, relató cómo él y otros miembros del personal de bajo rango fueron utilizados como “conejillos de indias humanos” durante las pruebas de la bomba Grapple en la isla de Navidad, posteriormente sufrió cáncer de próstata y anemia, además perdió un hijo por el síndrome de muerte súbita del lactante. Morris y su esposa fueron detenidos como sospechosos de asesinato después de que su hijo fuera encontrado muerto en su cuna. Posteriormente se descubrió que el niño tenía los pulmones deformados.
Boris Johnson dijo que si los registros habían sido escondidos “como en Los Cazadores del Arca Perdida, o si el gobierno británico ha escondido cosas en una bóveda o donde sea, eso debe ser resuelto”.
Aproximadamente 20.000 soldados británicos, en su mayoría reclutas, fueron testigos de cientos de pruebas atómicas y estuvieron expuestos a la radiación. La más notoria fue la Operación Grapple, en 1958, que fue más de 100 veces más potente que las bombas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki. Se calcula que hay unos 1.500 ex combatientes supervivientes de los experimentos.
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