El San Roque es el embalse más deteriorado de Córdoba. La falta de cloacas es el factor clave. Pero Los Molinos va en ese camino si no se asumen acciones, advertidas desde hace 20 años.
por Fernando Colautti
El alto deterioro de las aguas del dique San Roque -en el que ya se recomienda que los bañistas no lo usen- podría ser el rostro anticipado del futuro de otros embalses cordobeses, si no se sumen medidas para evitarlo. El primero que corre ese riesgo es Los Molinos.
Al menos dos décadas lleva esa advertencia, mientras se fueron sumando evidencias y estudios en esa línea. Pero el camino del deterioro no se detuvo.
Decenas de notas publicadas en estas páginas parecen un muestrario de esa situación de alerta ambiental continua.
El dique Los Molinos suma 66 años. Hace 40, una ley provincial creó el comité de cuenca para regular y monitorear su estado, pero -como para otros embalses- esta nunca se aplicó.
Primeras alertas
En 2002, investigadores de la UNC ya advertían sobre el inicio del proceso de eutrofización de sus aguas y sugerían medidas para mitigarlo.
En 2004 se encendió la alerta: la aparición de algas rojas, de mayor riesgo aún que las más habituales verdeazuladas, sumaban problemas y acentuaban la mortandad de peces. Se concluyó que la causa principal era el aporte del tipo de agroquímicos que demandaban los cultivos de papa, presentes en su cuenca.
Una norma provincial que restringió ese cultivo mostró resultados: a los pocos años la amenaza roja se disipó.
En 2006, un estudio del Conicet y la UNC advertía sobre la situación del lago y planteaba que la principal fuente de impacto era la agricultura (por los fertilizantes y pesticidas para la papa) y la ganadería (por los excrementos de animales), pero que desde entonces el notorio crecimiento urbano en las costas, sin infraestructura de cloacas, pasaba a ser el mayor dilema.
En 2007, se inició un trabajo de seguimiento conjunto entre la Provincia, un ente intercomunal regional y la UNC, más la empresa Aguas Cordobesas (que toma el agua de este lago para abastecer al 30% de la Capital).
Desde 2010, la proliferación de más casas y emprendimientos en toda la cuenca se acentuó. Tanto que desde entonces es una de las regiones de mayor crecimiento poblacional de Córdoba. Pero ese proceso nunca estuvo acompañado por la infraestructura sanitaria básica.
Mientras más se deterioraba el lago, menos se planificaba ese desordenando crecimiento desde los municipios y la Provincia.
En 2017, otro impactante afloramiento de algas (ya no rojas), generó más alertas y reclamos. Desde el Foro Ambiental Córdoba, por ejemplo, se solicitaba una medida que “suspendiera la autorización de nuevos loteos” en la zona.
Ese año, el Gobierno provincial anunció un megaplan para dotar de redes cloacales a cuatro localidades costeras (Potrero de Garay, Villa Ciudad de América, Los Reartes y Villa Ciudad Parque), que se pondría en marcha en 2018. Cuatro años después, de esa red no se ve ni un metro.
Mientras, el acelerado y no planificado avance de más urbanización en las costas del lago y de sus ríos sigue asombrando y goza de buena salud. A la vez, se perciben signos crecientes de abusos de privados con la apropiación indebida de riberas que debieran ser públicas.
No se puede decir que no se haya avisado que Los Molinos se acerca, cada vez más, al San Roque.
Fuente:
Fernando Colautti, Los Molinos: dos décadas de un impacto ambiental avisado, 25 junio 2022, La Voz del Interior.
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